Ya lo tenemos aquí. Posiblemente el disco más esperado del año por la masa metalera, seguro que lo es para uno de sus múltiples sectores. Lo que tanto ansiábamos ha ocurrido, la reunión (en estudio) de Kiske y Hansen con las calabazas alemanas. Los hijos pródigos vuelven, por fin, a casa. Y lo hacen sin desplazar a otros miembros, con lo que nos queda una banda de siete miembros, con tres guitarras y tres cantantes. Y sobre este hecho, el de las voces, Deris comenta
«Me divertí mucho no solo escribiendo una canción para mi voz sino también para uno de los cantantes más grandes por ahí. Siempre tengo una sonrisa extremadamente amplia en mi rostro cuando escucho a Michi cantando mis melodías.»
A lo que Kiske añade:
«Todo el proceso, incluido el espíritu, fue simplemente ideal. Si yo tenía la sensación de que una de las partes no encajaba, le pedía a Andi que la cantase, y viceversa. No hubo competencia alguna, lo que contaba era lo mejor para la canción en cuestión. Estoy agradecido de ser (nuevamente) parte de esta familia loca. Los amo a todos.»
Ya tuvimos la explosión en 2017, con la gira Pumpkins United y con la canción homónima que sacaron entonces. Canción que, para mi gusto, era lo mejor que habían sacado en, al menos, 20 años. El espíritu keeperiano se recuperaba totalmente, pero sin dejar de lado otros elementos que, con el paso de los años, han ido formando parte de la identidad de las calabazas. ¿Cómo cuales? Pues mucho más punch, cierta agresividad y contundencia en todas las facetas de la música (siempre teniendo en cuenta del estilo y grupo del que hablamos). La cuadratura del círculo para un fan de Helloween como el que suscribe. Y es que…
A ver, entremos poco a poco. Por ejemplo, qué dice Dani Löble, batería:
«¡Este disco es la coronación del viaje Pumpkins United! Todavía hoy estoy fascinado por los rasgos de carácter y facetas de la historia de Helloween. Como ejemplo, me gustaría señalar las legendarias voces de Michi, Andi y Kai. Para disfrutarlos ahora juntos en un disco, bajo una sola bandera, es la mejor experiencia Helloween.»
Es que no nos engañemos, el grupo estaba de capa caída, como explico aquí. Ya no ocupaban las partes altas en festivales, apenas tocaban en salas de 2000 personas y, disco a disco, la calidad iba menguando, hasta llegar a My God Given Right (2015), álbum que aún no he tenido los santos cojones de escuchar entero, ya que me parece horrendo. Si a esto le sumamos el coqueteo de Kiske con el estilo, vía Unisonic, y que Hansen ya había girado en más de una ocasión con sus ex compañeros, estaba claro que la reunión iba a caer. Y ojo, que hablamos, seguramente, de la reunión más esperada tras la vuelta de Dickinson y Halford a Maiden y Judas, respectivamente. No es poco. Como tampoco lo es el hype creado, especialmente cuando se lanzó la versión corta del single «Skyfall». Muchos decían que era lo mejor del grupo en muchísimos años y la recuperación de un espíritu. Si le sumamos la emoción al ver el artwork, sin duda el mejor en toda su historia, pues uno se puede imaginar las expectativas que se forman. Y la pregunta es clara: ¿hay para tanto?
Sí, creo que sí. Vamos a intentar desgranar los motivos. De entrada, decir que me parece el mejor disco de Helloween al menos desde The Dark Ride (2000), el más completo, el que mejores canciones tiene. El mejor, como ya he dicho. Creo que recupera muchos elementos que, poco a poco, el grupo había maltrecho y que, al final, nos devuelven el que fácilmente puede ser el disco del año. Pero también digo que si «Skyfall» no fuera la última canción, para mi va de más a menos, así que, quizá, con una reordenación de temas, el impacto sería más aplastante.
En Helloween (2021) nos encontramos con elementos de todas las épocas del grupo. De hecho, en muchos temas, lo que más me gusta no es el estribillo, y hablando de las calabazas, eso sí es novedad. Tenemos guitarreo potente que transporta de forma directa a la época del Walls of Jericho (1985), tenemos melodías, espíritu y buenrollismo de la época de los Keepers, tenemos la contundencia de las épocas de Deris. Lo tenemos todo, pero destacar la primera, que el peso instrumental es mayor, con más fuerza y garra. Si eso es bueno o malo lo dejo a elección de cada uno. Para mí es positivo. Como nota negativa y, para mí, sorprendente, es la ausencia de «Pumpkins United», que solo figurará como cara B en alguna edición, y que creo que, de estar, hubiese elevado el nivel general (amo esa canción, sé que no soy objetivo). También digo que las primeras canciones las escuché con el sonido del móvil, y quedé algo decepcionado. Al escucharlo con un sonido decente mejoró de forma espectacular. Grestner dice sobre el disco y el proceso de composición:
«¡Sinergia, energía y creatividad! Estos fueron los principales elementos de este disco. Usamos ingeniería de grabación de la vieja escuela de los 80 fusionada con la honda actual de Helloween y aquí estamos: ¡más de 35 años de experiencia en heavy metal en uno álbum!»
Pasemos a ver cada tema. Empezamos con «Out for the Glory», tema de Weikath. Decir esto significa que tenemos un corte netamente power, feliciano y con Kiske mandando en las voces. Así es. Tras una intro pesada y medio galáctica, el doble bombo de Löble nos lleva en volandas a un tema potente, rápido, melódico. Es un claro ejemplo de lo que decía anteriormente de los estribillos, incluso de la línea vocal. Quedan eclipsadas por una instrumentación muy potente, en la que el bajo de Markus se adueña del sonido (esto pasará a lo largo de todo el disco, así que no repito más) y en que ciertas estrofas, cantadas por Hansen, son muy «Ride the Sky». Qué guitarras, ¡QUÉ GUITARRAS! Seguimos con el segundo single que conocemos de antemano, «Fear of the Fallen», de Deris, muy de él. La intro tranquila puede recordarnos a canciones como «If I Cloud Fly», pero no nos engañemos, ya que al medio minuto llega la caña, y a los 45 segundos, la velocidad y una mezcla perfecta entre la época que lideró Kiske y la que lideró Andi. Los dos están muy presentes. Vuelve a ser un puñetazo. Algo menos agresiva es «Best Time», de Sascha y Deris, que sin tener nada que ver musicalmente, su espíritu me recuerda mucho a «Livin’ Ain’t No Crime». Aquí se hace muy presente ese espíritu de buen rollo y felicidad que siempre ha abanderado Helloween, y lo hace en forma de medio tiempo movidito, cachondo, con una positividad que el título ya muestra, y un estribillo marca de la casa.
«Mass Pollution», también de Deris, casi (casi) nos lleva a la época del «Are You Metal». De nuevo una canción reivindicativa en cuanto al heavy metal, más cruda que sus antecesoras, por así decirlo, pero con un estribillo tremendamente melódico. De hecho, casi diría que tiene mucho de hard rock en ella. El trabajo de todos los instrumentistas es muy alto. Cambia algo «Angels», de Grestner, más suave, aunque el riff principal es muy potente. El estribillo queda algo descolgado, o al menos su inicio más lento. Como un copy paste que luego se arregla. No es de las más destacadas, pero tampoco es un mal tema. Volvemos al galope de la mano de Deris en «Rise Without Chains». Tema, de nuevo, netamente power que, sin ser malo ni sobrar, no destaca por encima del resto. Markus se adueña de la escena con «Indestructible», que se filtró hace unas semanas. Cuando la escuché en su momento dije «psé», pero ahora me veo cantando el estribillo sin parar, qué cosas… Es potente, con un riff contundente y, quizá, más agresividad. El estribillo, como ya he dicho, es muy bueno, pero que esto no desmerezca las estrofas. Aquí los tres cantantes se superponen de forma muy adecuada.
Volvemos a Weikath con «Robot King», y como es de esperar, volvemos al power más puro, grito de Kiske inicial incluido. Velocidad, melodía, coreabilidad, guitarreo del bueno… tema divertido. Deris vuelve al mando con «Cyanide», de los más cortos del álbum, pero muy interesante, con una contundencia que podría recordar al inicio de «Sole Survivor», sin tener nada que ver. Unos cambios de ritmo interesantes, un estribillo que no es la panacea, pero una ejecución que te hará levantar el puño. El último tema de Weikath, «Down in the Dumps», empieza de forma muy misteriosa, para poco a poco ir ganando color, robustez, rapidez… Me suena a canción ideal para abrir conciertos, aunque lo hará «Out for the Glory».
Y llegamos al final. A lo mejor del disco. A lo mejor del año. «Orbit» y «Skyfall», ambos de Hansen, debería tomarse como un solo tema con una intro larga. ¿Os gustó la versión de siete minutos? Pues con esta os vais a cagar. 12 minutazos muy dignos de «Keeper of the Seven Keys», la canción. Desde luego es lo mejor que han escrito en décadas (sirve para Helloween pero también para Hansen), con un inicio que ya te pone los pelos de punta y los ojos muy hidratados. La melodía es enorme, el estribillo, estratosférico (toma cacofonía), los riffs muy buenos, y la base rítmica, aplastante. Aquí es donde más claramente observamos la influencia de las diferentes épocas de las calabazas, pues tiene cosas de todas ellas magistralmente compuestas y ejecutadas. Las voces se complementan perfectamente, creando una sensación de plenitud enorme. Parece que «Skyfall» es el origen de todo el power metal, aunque sea lo último que hasta la fecha se ha publicado. Los interludios, el espíritu, la combinación melodía – agresividad, la aparición de Hansen a la voz… lo tiene todo. El perfecto resumen de qué significa esta reunión.
Dos de las cabezas más pensantes del grupo, quizá las dos, si tenemos en cuenta el grupo desde sus inicios, concluyen:
«Es el encuentro incomprensible de siete músicos que están trabajando como amigos e incluso como familiares y han creado algo que nadie hubiera pensado que podría ser posible. Es como despertar de un sueño pero aún estar en un sueño increíble.» (M. Weikath)
«Estar en el estudio con mis antiguos compañeros después de 30 años fue muy emotivo para mí. Pero al mismo tiempo, fue una experiencia completamente diferente con los chicos «nuevos». La colaboración de diferentes compositores y personajes fuertes hicieron que el álbum fuera muy especial: una mezcla única con reminiscencias de todos los capítulos de la historia de la banda. Helloween es una gran parte de mi vida y… ¡espero poder celebrar las canciones en vivo para y con nuestros fans.» (K. Hansen)
Pero no nos olvidemos de Markus, que también tiene su opinión:
«Para mí, siendo uno de los últimos «supervivientes» que tocó cada nota desde el principio, fue una experiencia fantástica y un proceso muy emotivo. Creo que todos pueden escucharlo en este álbum. ¡Me encanta!»
Estoy muy satisfecho con el disco. No es los Keepers, pero es que no tiene que serlo, porque el grupo ha evolucionado con el paso del tiempo. Debe agradar a todos los fans, sea de la época que sea, y para mí ese es el mayor logro que los de Hamburgo han conseguido. De momento, disco del año que contiene la canción del año. Joder, ¡qué contento estoy!
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.