Hay conciertos que, por alguna u otra razón, pasan a convertirse en especiales casi sin pretenderlo. Para mí, Helloween se convirtió en una banda que desde ahora se quedará grabada a fuego dentro de mí. Hace un año menos un día, estaba en Madrid viendo el concierto que la banda dio en el WiZink Center. Aquel concierto podría haber sido el último de mi vida, ya que poco después sufriría un accidente del que casi no salgo con vida. Pero, por alguna razón, no me quisieron ni en el Cielo ni en el Infierno, así que me quedé en el planeta azul, y este día 8 de diciembre volvía por primera vez desde aquel fatídico día a un concierto y, casualidades de la vida, volvía a ser Helloween en su gira Pumpkins United.
Con más metal en el cuerpo que hace un año, tanto figurada como realmente, estaba en Compostela. El casco histórico estaba tomado por metaleros, claro indicador de la noche que nos esperaba. El Multiusos Fontes do Sar, recinto en el que se celebró el concierto, no tiene fama precisamente por su buena sonoridad, lo cual reconozco me hizo ir con cautela en base a lo que podría allí encontrar. Lo que sí tenía el recinto eran unas maravillosas gradas, que, para alguien en mi estado, se agradecían más que una cerveza fría en pleno mes de agosto. En esta ocasión solo estaban disponibles las gradas de fondo, que estaban prácticamente todas ocupadas. Según se acercaban las 21:00, hora prevista para el inicio de la descarga de los alemanes, la pista se iba quedando cada vez con menos espacios donde colocarse. Sin llegar a ser un sold out, se puede decir tranquilamente que el público respondió con su asistencia.
Pasadas las 21:00 horas comenzaba a sonar «Let Me Entertain You» de Robbie Williams, señal inequívoca que el concierto iba a comenzar. Como vienen haciendo durante toda la gira, a continuación, comenzó a sonar la intro de «Halloween», indicando que las siete calabazas estaban detrás del telón que caería en breves segundos. Ahí llegó para mí la primera sorpresa de la noche. El sonido era increíble, el trabajo de sonorización del pabellón había sido optimo y todo indicaba que disfrutaríamos de la banda en todo su esplendor. Kiske y Deris, hermanados en gran complicidad, llenaron el escenario desde que aparecieron. Ciertamente se notaba que habían pasado un año girando desde que los vi en Madrid, ya que la banda sonaba más compacta y se encontraban más cómodos en el escenario. De hecho, me atrevería a decir que se estaban divirtiendo, no como una banda de reunión, sino como un proyecto de continuidad. Sin mediar palabra, encadenaron «Halloween» con «Dr. Stein», interpretada también a las voces por Kiske y Deris, las cuales empastaban a la perfección, pero también esperaba ver cómo sonaban en solitario. Mientras tanto, el público hacia headbanging y cantaba el estribillo siguiendo la letra que aparecía proyectada en la pantalla, donde también se podían ver imágenes de los dos videoclips que hizo la banda para este tema.
La puesta en escena que trajeron a Santiago no varió un ápice de la que llevaron en todos los grandes shows de esta gira. La gran calabaza abierta alrededor de la batería, una pantalla donde realizar proyecciones y un saliente desde el centro del escenario que se adentraba entre el público. Acostumbrado cada vez más a grandes montajes en los directos, a veces se nos olvida que lo importante realmente es la música y que un montaje más sobrio puede funcionar igual o mejor cuando la banda tiene la calidad suficiente, como es el caso de Helloween. Las tres guitarras, que muchos criticaron como excesivas, le dan una consistencia a los temas que no hacen sino mejorarlos. Además, pase lo que pase, lo único claro es que Hansen y Weikath debe estar en la banda sí o sí, y que Sascha se ha ganado a pulso un hueco en ella.
Con un sonoro “¡De puta madre!”, se dirigió Deris a los fans allí congregados para, acto seguido, decir que no entendía cómo después de 30 años nunca había estado allí. Aprovechó también para presentar a “Miguel” Kiske alguien -en sus propias palabras- muy importante para la banda y con el cual mantuvo una pequeña conversación sobre el hecho de que nunca estuvo allí. Es en ese mismo instante, cuando también presenta a Seth y a Doc, dos calabazas animadas, que nos acompañarían durante todo el concierto, hicieron acto de presencia. Es increíble ver lo bien que estas dos estrellas se llevan y la complicidad que tienen, como cantan, como se les ve a los dos agarrados como dos buenos colegas. Pero hasta los buenos colegas se separan, y este era el momento de que Kiske se quedara solo en el escenario para cantar «I’m Alive». Y llegó el momento que estaba esperando toda la noche, no por el tema en cuestión, sino por ver su estado vocal. La última vez estaba lejos de ser ese vocalista que otrora tenía un rango vocal de cuatro escalas, pero esta noche, o el Apóstol había obrado el milagro, o todo este tiempo girando le había devuelto la voz al Sr. Kiske. Obviamente, no era mismo que cuando grabó sus discos con la banda pero, aunque doblándose para llegar a los agudos más altos, este hombre volvía a ser quién fue. Sin duda le vino muy bien a su garganta la reunión de la banda.
La base rítmica de Helloween, comandada por Grosskopf y Löble, se me antojó estable y fuerte. Siempre dije que el motivo de cambiar a tantos baterías tras la marcha de Ingo se debió a que Markus no había encontrado a su pareja ideal en las baquetas, y es que no es fácil llevar el peso que llevan el bajo y la batería para que luego la gloria siempre sea para los guitarristas y los vocalistas. Y hablando de vocalistas, ahora le tocaba el turno de lucirse en solitario a Andi, que nos llevó hasta el 2000 con «If I Could Fly». Siendo el frontman habitual de la banda en los últimos años, no tuvo problemas en la ejecución del tema. Reconozco que hasta que no lo vi en directo en el 98 en Ourense durante la gira que teloneaban a Iron Maiden, no le di una oportunidad, y he de reconocer que ahora me arrepiento de ello, aunque sigo siendo muy reacio a los cambios de vocalista en las bandas. El caso es que Deris ha sabido tirar de Helloween, y con su gran calidad y cercanía, ha sabido ganarse a todos los fans. Tras los vuelos del águila en la pantalla que acompañaron a «If I Could Fly», llegó el turno a «Are You Metal?», con la que aprovechó para interactuar con el público animándonos a cantar el estribillo. El personal no se hizo de rogar y lanzó sus voces al aire cada vez que se lo requerían.
Volvieron a aparecer Seth y Doc, mientras volvía Kiske al escenario para interpretar «March of Time». El hecho de incluir este tema en el setlist demuestra la buena forma vocal que tiene. Esta vez, a diferencia de hace un año, se permitió el lujo de interpretar este tema y llegar a sus agudos sin ningún problema. Es cierto que también ayuda los dos temas de descanso que tuvo anteriormente, pero esto puede ser el prólogo de unas giras de «Las Calabazas» en las que veamos a dos de los mejores frontmen del power melódico dando todo lo mejor de ellos, noche tras noche. Mientras, por la parte de las cuerdas, vemos como todos se divierten en la fiesta que es el Multiusos do Sar. Bueno, como decían en los comics de Asterix, todos no, pues existe un guitarrista llamado Michael Weikath que interpreta magistralmente cada uno de los temas… pero con su habitual frialdad. Creo que, a día de hoy, nunca he visto a este hombre desmelenarse y dejarse llevar, pero si os digo la verdad, mientras siga tocando así, me da absolutamente igual. Y siguiendo con el concierto, volvió a salir Deris, esta vez vestido con chaqueta de lentejuelas y sombrero de copa, para interpretar «A Perfect Gentelman», tema en el que volvió a interactuar con el personal que colaboraba con él al grito de “Perfect!”.
Pero si hubo un momento especial en la noche, iba a ser el que venía a continuación. Mientras sonaba la tonadilla de «Happy Halloween», un Kai Hansen se quedaba solo en el escenario para invitarnos a un viaje al pasado. Es increíble el cariño que le tienen los fans a este hombre, en parte sabedores de que es el culpable de que la reunión ocurriera, y en parte por el carisma que tiene. Kai Hansen es, en definitiva, esa parte de Helloween que sus seguidores siempre quisieron, aunque estuviera fuera. Hansen les devolvió su cariño descargando con su guitarra y su garganta «Starlight», «Ride the Sky», «Judas» y «Heavy Metal (is the Law)», acabando tal y como empezó: con una ovación inmensa.
«A Tale that Wasn’t Right» fue el tema que prosiguió en la voz de Kiske. Era el momento de una balada y no hubo mejor que ésta justo antes de que se le unieran Deris y Hansen a la voz para interpretar «Pumpkins United». Anunciando ya la grabación de un nuevo álbum por las siete calabazas, ahora sí pueden tocar este tema en directo con toda la intención con la que lo compusieron. Y es que esto no se acaba con esta gira. Y cerrando el círculo del pasado y el futuro, llegó el momento del solo de batería y el homenaje a Ingo, el malogrado batería de la banda cuyo solo interpretó a dúo con precisión Löble sobre el escenario y con el propio Ingo en la pantalla. Si había una reunión, no podría faltar uno de los miembros fundadores de la banda, para quien Helloween era su vida, hasta tal punto de que el día de su suicidio, según cuentan, llevaba puesta una camiseta de la banda.
Seguimos con la entrada y salida de vocalistas y es ahora de nuevo a Kiske a quien le toca defender «Living Ain’t No Crime» y «A Little Time», para dejar a continuación el turno a Deris interpretando «Waiting for a Thunder», «Sole Survivor» y «Power». La traca final de este primer set será «How Many Tears», interpretado por Hansen, Kiske y Deris. Un set con pocas variaciones desde el inicio de la gira que la banda tiene consolidado e interiorizado, dejando al público con ganas de más, sabedores de que hay temas que no pueden faltar y que todavía no han sonado. Pues así es como llega el primer bis de la mano de Kiske, interpretando «Eagle Fly Free», para dar paso posteriormente a «Keeper of the Seven Keys» acompañado esta vez de Deris, y cuyo apegio final aprovechan para presentar a toda la banda mientras abandonan el escenario. Y como dije antes, ¿a todos? No, Sacha volvió a quedarse solo en el escenario tendiendo que marcharse sin que nadie lo presentase. Chicos tal vez una voz en off…
La fiesta iba llegando a su fin con el segundo bis que comenzaba con Kai Hansen ejecutando un solo de guitarra y ganándose, una vez más, la ovación del público con su sola presencia. Pero quedaban todavía dos de los mayores éxitos de la banda por sonar, «Future World», interpretado por Kiske en solitario, y «I Want Out», a la que se le unió Deris, además de unos globos de calabazas gigantes que volaron por el pabellón poniendo el broche a más de tres horas de concierto.
Helloween triunfaron y lo hicieron con el mejor concierto que dieron en la Península en toda su gira. Un repertorio consolidado, un espectáculo controlado hasta el último segundo y siete músicos que demuestran que pueden hacer muchas cosas juntos. La banda está viviendo una segunda juventud desde su reunión, y si lo saben aprovechar, puede ser una nueva etapa de éxitos muy duradera. Buen sonido, buena ejecución, buen repertorio… ¿qué más se puede pedir? Pues que vuelvan, que en Galicia hay una gran comunidad metalera ávida de conciertos de este calibre y que siempre tenemos que desplazarnos para disfrutarlos. ¡Gracias, Helloween por venir y regalarnos una noche mágica!
Setlist Halloween:
Halloween
Dr. Stein
I’m Alive
If I Could Fly
Are You Metal?
March of Time
Perfect Gentelman
Starlight
Ride the Sky
Judas
Heavy Metal (is the Law)
A Tale that Wasn’t Right
Pumpkins United
Solo de batería
Livin‘ Ain‘t no Crime
A Little Time
Waiting for the Thunder
Sole Survivor
Power
How Many Tears
—–
Eagle Fly Free
Keeper of the Seven Keys
—–
Solo Kai Hansen
Future World
I Want Out
Donde hay música, hay vida y alegría. Blues, Hard, Punk, Hardcore, Thrash, Death, Crossover, Folk, Black… que más da la etiqueta si me gusta? Primero abrí la mente y después las orejas.