Más de dos años. Hemos esperado más de dos años para este concierto. Primero por el Covid, luego por salud de Andi Deris. Sí, una larga espera para uno de los conciertos que más esperaba. El mejor disco de su año bien se merecía una gran puesta en escena, y el delay solo hacía que acrecentar el hype.
Cuando llegué a Montjuïc la cosa ya pintaba bien. La cola subía y subía, cosa que, a aquellas horas, no me esperaba. Se notaba que había ganas. No se llegó al sold out, pero le faltó muy poco, cosa que demuestra que las calabazas siguen siendo un grupo a tener en cuenta. ¡Qué cosas! de estar en media tabla en festivales, a colapsar la sala más grande que tenemos en la ciudad condal. Vamos bien.
Tras la odisea de las acreditaciones, el concierto empezó puntual.
HammerFall
Los suecos son lo que son: un sota-caballo-rey del power/heavy metal. Para bien o para mal sabes qué te encontrarás en uno de sus conciertos: energía, trvísmo, mucha linealidad y pocas sorpresas. En esta ocasión, además, contaban con el as de que no eran unos teloneros al uso, ya que por set list y duración, podría haber sido perfectamente el concierto de un headliner.
Creo que, en un concierto de HammerFall (como en el de tantas otras bandas del estilo), más que la música, lo que destaca es esa unión entre público y banda, una comunión que muchos grupos, o quizá muchos estilos, no consiguen. Y es algo a destacar. Soy de la opinión que a un concierto no se va solamente a escuchar música, se va a vivir una experiencia, a confraternizar con la banda y con los compañeros del público. Y esto, los de Cans, lo saben hacer bien. No les pidas peras al olmo en cuanto a originalidad y sorpresa, porque te llevarás una decepción, pero ese sentimiento tan metalero de pertenecer a una tribu, a un clan, te lo dan a raudales.
Antes de entrar, me gustaría destacar que esta formación parece muy conjuntada. Llevan unos cuantos años, ya, y eso se nota encima del escenario. Sigo creyendo que, más allá de por la destreza instrumental, Pontus encaja poco con lo que el grupo debería ser (tampoco me parece que encajase en un grupo de hard rock glamero como The Poodles), se nota en la actitud, en los movimientos, pero ahí sigue, y parece que no lo sacarán ni con agua caliente.
Como decíamos al principio, 13 temas, uno de los cuales es un medley, es un set list amplísimo para un telonero al uso, especialmente si incluye bises, algo inusual en este tipo de invitados. Entre los temas que atronaron el St. Jordi, tenemos clásicos como «Blood Bound», «Let the Hammer Fall» o «Renegade», que nos llevó a épocas pretéritas. Pero si tengo que destacar un tema, destaco «(We Make) Sweden Rock», que es la que más me gustó, quizá por ser la menos igual al resto.
También me gustó uno de los speeches que hizo Cans, justo antes de «Venerate Me». Nos recordaba la importancia de vivir sin límites, en el presente, porque tenemos solo una vida y a saber qué hay después. En el fondo, los metaleros tenemos nuestro corazoncito y nuestra alma brillante.
Como pega, y es algo habitual en casi todos los conciertos que no sean especiales (aniversarios, etc), es el poco riesgo con el setlit. Canciones como «Any Means Necessary» o «Last Man Standing» suenan siempre, y otros clásicos del grupo, como podrían ser «Legacy of Kings», «Heading the Call» o mi preferida, «Dreamland», no.
Sin duda fue un buen concierto. Nada que no esperásemos, ninguna sorpresa, pero desde luego sirvió para meter al público en ambiente.
Setlist HammerFall:
Brotherhood
Any Means Necessary
The Metal Age
Hammer of Dawn
Blood Bound
Renegade
Venerate Me
Last Man Standing
Riders of the Storm / Hero’s Return / Crimson Thunder
Let the Hammer Fall
Glory to the Brave
(We Make) Sweden Rock
—
Hammer High
Hearts on Fire
Helloween
Pero EL plato era a base de calabaza. Se olía ganas, se olía emoción, y cuando alzaron el telón con el logo del grupo, los nervios nos recorrían.
Helloween son uno de los grandes del género, uno de los más influyentes y, tras la reunión, vuelven a ser uno de los más populares. Recuerdo en mis años mozos aquellos debates sobre la trascendencia de las bandas, y más o menos llegábamos todos a la misma conclusión. Los tres pilares eran Metallica, Iron Maiden y Helloween (ojo, hablo de los 90). Creo que no hace falta decir que los primeros han superado cualquier tipo de barrera o etiqueta. Los segundos quedan fuera de cualquier duda y, tras Pumpkins United, los terceros ocupan el sitio que un buen puñado de discos más que discutibles les hicieron perder. Pero no nos vayamos por las ramas, que aquí venimos a hablar del concierto.
Como digo, había ganas de los germanos. Su último lanzamiento, Helloween (2021) fue el mejor de su año y uno de los mejores desde los Keepers, al menos, desde el Dark Ride (1999). Es un álbum repleto de buenos temas, pero sobre todo, es un álbum que recupera unas sensaciones que creíamos ya perdidas. Y verles presentar semejante disco en un recinto acorde no tiene precio.
A la hora en punto el telón cayó y las primeras notas de «Skyfall» sonaron, poniendo al público en solfa y a mi a saltar como hacía años que no lo hacía (cosas de la edad). «Skyfall» es el perfecto resumen de lo que es la reunión. Es el «Keeper of the Seven Keys» del siglo XXI, la mejor canción que han hecho en años y una alegría en el corazón. Ahí teníamos a los seis músicos encima del escenario, generando felicidad y buen rollo, por no mencionar la música. La gente, el que suscribe, saltaba, se emocionaba, cantaba y se lo pasaba muy bien. El tema lo vale, la espera lo agranda.
El escenario era muy similar al de su última gira, con la batería (la misma batería con 4 bombos y dos más colgados lateralmente) metida en una calabaza, dos plataformas a cada uno de sus lados, y una pantalla donde se iba proyectando videos y imágenes de los músicos en tiempo real. Los seis miembros estaban en plena forma. Sigo creyendo que, a nivel ejecutivo, las últimas incorporaciones (Grestner y Löble) son los mejores, pero es indudable que Kiske tiene un aura que tira de culo, que Deris sigue siendo el jefe, que Hansen es la figura sobre la que pivota todo el estilo y que Markus es quien mejor representa lo que es el grupo.
«Eagle Fly Free» sonó tremenda, esta vez solo con Kiske a la voz. Como él mismo nos dijo, con este tema, simplemente, no puedes perder. El público se entregaba, unos simios que tenía detrás no dejaban de hacer pogos, fastidiando el show a tantas personas, y las gargantas se iban quebrando. Qué grande, por el amor de Dios, ¡qué grande! Entre canción y canción la luz se apagaba, dando una sensación de no continuidad pero que servía para hacer los cambios que tocasen, principalmente de cantante. El de esta ocasión sirvió para que Kiske saliese y Deris entrase a actuar como frontman y presentar otro de los temas del nuevo disco, «Mass Pollution». Obviamente no tuvo la misma respuesta que su predecesora, pero nos lo pasábamos bien, muy bien.
Y llegamos a uno de los puntos álgidos de mi concierto, porque existen tantos conciertos como asistentes. Lo tenemos claro, ¿no? «Future World» me emocionó, y no porque sea un temazo, un clásico atemporal. No por no haberla escuchado antes (que la he escuchado en todos los bolos del los alemanes), sino porque aquello de «one day you’ll live in happiness, with a heart that’s full of joy», «life can be for living, just try and never give in», «you’ll say you love your life and you’ll know why». Hay veces que necesitamos escuchar palabras de esperanza. Yo lo necesitaba, y mis queridas calabazas me las cantaron a la cara. Gracias, chicos. Pero sigamos. «Power», esta vez con Deris al frente, sirvió (como en cada ocasión) para crear hermandad, para esa comunión público banda que tanto nos gusta. Y para saltar y disfrutar. Sonó atronadora, al igual que una de las sorpresas de la noche, «Save Us», de nuevo con Michi a la voz.
Y, aunque con las canciones de los keepers ya estábamos en los 80, Deris presentó lo nuevo (con ese español macarrónico) como un viaje a la época dorada, esta vez con Dios Hansen a la voz. Lo más extraño es que se presentó sin guitarra para el medley «Metal Invaders», «Victim of Fate» (qué grande, ¡qué grande!), «Gorgar», «Ride the Sky» (¡sí, por favor!) y «Heavy Metal is the Law». En algún momento del medley Hansen salió con la guitarra, pero la verdad no me di cuenta cuando. Y Hansen necesita la guitarra, se le ve más cómodo, más él. Vaya viaje a hace 40 años, por el amor de Dios. ¡Qué maravilla!
Sin quererlo fue el turno de una balada. Dos taburetes dieron asiento a sendas voces y Sascha acompañaba a la guitarra. «Forever and One» bajó el ritmo, que no la intensidad, y la gente la cantó con el corazón en la mano junto al dueto. Pero queríamos buen rollo, no historias tristes de desamor, y «Best Time» fue muy bien recibida. Fue eso, el mejor tiempo de nuestra vida, la alegría fluyendo por las venas, a pesar de los mongolos que comentaba párrafos más arriba. Y si con este tema la cosa se puso patas arriba, con «Dr. Stein» no os quiero ni contar. Cómo se nota cuales son los clásicos del grupo, ¿eh? Sonó absolutamente atronadora. Acabada, Deris anunció la que, en teoría, debía ser la última canción de la noche, cosa que ni el más crédulo tragó. Pero fue una buena manera de introducir lo que se imaginó como balada y acabó siendo una apisonadora que canta verdades como puños. «How Many Tears», además de un temón aplastante, es un canto a hacer un mundo mejor, más justo y más bonito, metiendo el dedo en la llaga. Helloween saben mucho de eso de crear un mundo mejor, lo llevan en el ADN, o en las pepitas.
Pero como decíamos no podía ser la última, no. «Perfect Gentleman» sonó como lo que es, un tema muy divertido que nos puso a todos a bailar. Además, unos efectos en la guitarra de Sascha consiguieron que esa intro que antaño se hacía silvando sonase bien. Y sin quererlo, una de las mejores canciones de la historia mundial sonó. Ya es un clásico que el «Keeper of the Seven Keys» sirva como casi-final y presentación de los músicos. Sonó como debe sonar, acojonante.
Y ahora sí, la traca final, incluyendo cañones de confeti y globos-calabaza, fue con la única que puede ser, «I Want Out» (precedida de un solo de Löble, de quién escuché hace años que era un batería normalito. Lo que hay que oír…), con Deris y Kiske batiéndose en duelo con cada parte del público, con la gente emocionada, con sonrisas por doquier y con saltos y alegría. ¡Qué enorme, por Dios! Así acabó el show más esperado del año, con la gente marchando feliz tras una noche inolvidable.
Sí me gustaría destacar un par de puntos negativos. Uno es que el que se apaguen las luces entre tema y tema resta continuidad al concierto. La otra es que creo que podrían arriesgar más en el setlist, en esta ocasión solo lo hicieron (un poco) en el medley cantado por Hansen. Lo primero, si vienes presentando un disco, me parece algo ridículo tocar solamente tres temas y dejarte en el tintero otros de la categoría de «Out for the Glory» o «Indestructible». Lo segundo, y aunque a veces hay algún cambio, creo que la época buena de Deris tiene temas que no tocan desde hace mucho («Mr. Torture», «Midnight Sun» o «Before the War», por ejemplo). Por último, la etapa mala de Deris tiene también temazos que merecen ser rescatados («Straight Out of Hell», «Hell was Made in Heaven», «Dreambound»).
Sea como fuere, el concierto del día 3 no solo fue el mejor del año. Fue una armonía entre público y banda, fue compartir amor entre nosotros, muy bien reflejado en otro compañero Noiser que vino y su hijo casi adulto. Fue sentir la alegría que desprenden las calabazas fluir por las venas y no poder dejar de mantener una sonrisa durante todo el show. Helloween es creer en un mundo y en un mañana mejor, es tener fe y esperanza en la humanidad y en que la vida irá por buenos cauces. Helloween es lo mejor que ha parido madre, y a mis cuatro décadas y media, puedo decir que me sigo emocionando al verlos encima de un escenario. Gracias por venir, aunque sea tarde. Gracias por existir. Así, el mundo es un poco mejor.
Setlist Helloween:
Skyfall
Eagle Fly Free
Mass Pollution
Future World
Power
Save Us
Metal Invaders / Victim of Fate / Gorgar / Ride the Sky / Heavy Metal is the Law
Forever and One
Best Time
Dr. Stein
How Many Tears
—
Perfect Gentleman
Keeper of the Seven Keys
—
I Want Out
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.