Helmet – Betty: 25 años de su obra más experimental

Ficha técnica

Publicado el 21 de junio de 1994
Discográfica: Interscope Records
 
Componentes:
Page Hamilton - Voz, guitarra
Rob Echeverria - Guitarra
Henry Bogdan - Bajo
John Stanier - Batería

Temas

1. Wilma's Rainbow (3:54)
2. I Know (3:41)
3. Biscuits for Smut (2:53)
4. Milquetoast (3:54)
5. Tic (3:40)
6. Rollo (2:38)
7. Street Crab (3:32)
8. Clean (2:26)
9. Vaccination (3:04)
10. Beautiful Love (2:03)
11. Speechless (2:58)
12. The Silver Hawaiian (2:08)
13. Overrated (2:40)
14. Sam Hell (2:11)

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De nuevo viajo hasta 1994. Por favor, que alguien le pegue una patada a los circuitos de mi DeLorean, que me he quedado atascado en el Sant Boi de mediados de los 90, con 17 años y creo que soy virgen todavía. O, mejor dicho, dejadlo así, no toquéis nada, y dejad que me quede en el año 1994 para siempre contemplando, entre otras lindezas, a una de las bandas más influyentes de la escena metalera, Helmet, desde mi virginidad.

El tercer álbum de Helmet, Betty, es considerado como su álbum más experimental, y si lo escuchas con la atención y pasión que se merece, no es difícil ver por qué. Además del típico sonido denso de los de New York, vemos que los de Hamilton se dejan querer por otros ritmos más jazzísticos y blues, como sucede en temas como «Beautiful Love» (que, de hecho, es una versión de una vieja canción jazz de los años 30) y «Sam Hell». Si te gustó su álbum anterior, el sublime Meantime (1992), me juego un riñón y parte del que todavía le queda a Albert Vila, que vas a gozarlo con Betty. No hay más que darle al play y deleitar tu paladar con el tema que lo abre, «Wilma’s Rainbow», la popular y ultra célebre (gracias a la MTV y a la banda sonora de The Crow (1994)) «Milquetoast» (o «Milktoast», según lo cool que quieras llegar a ser), así como canciones como «Speechless» y su memorable y pegadizo coro. Y sí, es experimental, pero también es muy heavy, así que no temas, pues la banda no perdió, para nada, el rumbo.

Hablar de Helmet es hablar de su líder, el carismático e influyente Page Hamilton, y de su forma de acariciar las cuerdas de su guitarra. Su manera de elaborar riffs es muy interesante, y al mismo tiempo, impresionante. Él tiene el don de hacer que lo complejo suene simple, así como increíblemente pesado, y este álbum no es una excepción. Ponte, por ejemplo, el segundo tema, «I Know» (por cierto, qué inicio tan magistral), y presta atención a ese riff que subyace tras el verso, o bien tira para adelante y ponte «Vaccination», donde el riff es prácticamente calcado. ¿Suena fácil, verdad? OK, pues ahora hazlo tú. La verdad es que estos Helmet eran (son) unos crackens a la hora de crear grandes grooves.

Otro punto a tener en cuenta en cualquiera de los primeros álbumes de Helmet es, por supuesto, la batería de John Stanier. La verdad es que este tipo le mete a base de bien, y hace que… no sé, el sonido global de la banda suene algo distinto. La caja tiene esa afinación que tanto molesta a algunos puristas pero, a diferencia del cubo de basura que es la batería de St. Anger (2003) de Metallica, aquí no creo que haya trampa, pues encaja a la perfección con la música; no le quita nada y, al mismo tiempo, le aporta personalidad al «todo». Stanier es, sin lugar a dudas, la columna vertebral de la banda, y un claro ejemplo de ello son «Tic» o la genial «Rollo» que, además, cuenta con unos graves soberbios y unas voces distorsionadas que suenan como si Hamilton se estuviera ahogando en una piscina.

Pero, entra tanta pesadez y tanto cambio, siempre hay tiempo para las canciones más melódicas. Un ejemplo perfecto de esto es «Speechless». La pieza empieza de una manera bastante pesada por culpa de ese bombo y de ese ritmo de bajo tan aplastante pero, pasado el minuto, nos llega un coro inolvidable que seguramente se te quedará atascado en la cabeza unos cuantos minutos… horas… meses. Incluso la banda nos sorprende con pistas como la suave instrumental «Beautiful Love», la funky «The Silver Hawaiian» y la final e inesperada «Sam Hell».

La producción es genial. El tono de la guitarra es grueso y llena mogollón, y lo mismo sucede con el bajo (me encanta el colchón que le da a un tema como «Wilma’s Rainbow»). La batería impulsa las canciones hacia adelante desde ahí atrás. Ni una queja, oiga. Todo está en su perfecto nivel en este álbum. Se nota que la materia prima aquí es de primera. Unos adelantados a su tiempo. Unos músicos talentosos (creo que todos estudiaron jazz) que ayudaron a impulsar el sonido más moderno dentro de un género como es el metal.

Me consta que en los últimos 25 años, miles de bandas se han dejado las pelotas tratando de lograr lo que Helmet logró con Betty. Sé de buena tinta que miles de bandas nunca han logrado (ni lograrán) crear algo tan duro, pero suave; tan pesado, pero melódico; tan caótico, pero pegadizo. Todo un clásico que no debería faltar en la colección de nadie.

¿Es mejor Betty o es mejor Meantime? Probablemente, muchos pensaréis como yo, que ambos son geniales. En ambos encontramos esa pesadez que Helmet ejecuta con la mayor de las alegrías y de las simplezas. Es más, las canciones de ambos álbumes creo que son intercambiables, y de la misma forma que «Milquetoast» podría encajar perfectamente en Meantime, en Betty no desentona nada una canción como «Iron Head».

Si todavía no les conoces, te doy -aquí y ahora- la bienvenida a una de las mejores bandas de la década de los 90. Hazme caso (por una vez en tu puta vida) y escucha Betty, por favor. Y si no, ponte a Faith No More, que me darás una alegría igual… lladre.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 619 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.