Heriot – Devoured by the Mouth of Hell

Nuestra Nota


9 / 10

Ficha técnica

Publicado el 27 de septiembre de 2024
Discográfica: Century Media Records
 
Componentes:
Debbie Gough - Voz, guitarra
Jake Packer - Voz, bajo
Erhan Alman - Guitarra
Julian Gage - Batería

Temas

1. Foul Void (4:07)
2. Harm Sequence (1:49)
3. Opaline (3:21)
4. Siege Lord (3:25)
5. Sentenced to the Blade (2:45)
6. Solvent Gaze (2:55)
7. Lashed (3:29)
8. At the Fortress Gate (3:45)
9. Visage (3:43)
10. Mourn (4:35)

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El primer larga duración de la banda británica Heriot, Devoured by the Mouth of Hell (2024), es un brutal despliegue de poder y ambición dentro del panorama del metal moderno. Después de varios años de trabajo intenso en la escena underground británica, este cuarteto de Bristol ha llegado a su lanzamiento debut respaldado por expectativas altísimas, y vaya si las cumplen. El álbum fusiona elementos de hardcore, metalcore e incluso algo de sludge, con una habilidad sorprendente para alternar entre momentos de furia implacable y atmósferas sombrías, demostrando que Heriot no solo busca asaltar nuestros oídos, sino también sumergirnos en un abismo de sensaciones y texturas del que, a medida que avanza el reloj, es imposible de escapar.

Desde los primeros acordes de las iniciales «Foul Void» y «Harm Sequence», Heriot deja claro su compromiso con una intensidad desbordante. «Foul Void» es un monstruo cargado de groove y melodía, mientras que «Harm Sequence» es una ráfaga de metalcore puro que golpea al oyente con una precisión casi quirúrgica. Estos temas reflejan el enfoque minucioso de la banda, que dedicó casi un año a componer y grabar bajo la dirección de figuras reconocidas en la industria, como Josh Middleton (Sylosis, ex Architects) en la producción y Will Putney (End, Fit for an Autopsy, Better Lovers) en la mezcla. La producción es implacable, con cada elemento destacado y un balance perfecto que permite a Heriot expandirse y explorar nuevos territorios sin perder su esencia devastadora.

En la primera mitad del álbum, temas como «Opaline» y «Siege Lord» despliegan una creatividad feroz, con guitarras cortantes y guturales desgarradores de Jake Packer que parecen nacer de la más profunda de las profundidades. Sin embargo, lo más destacado de Devoured by the Mouth of Hell surge en la segunda mitad, donde Heriot combina su ferocidad con pasajes de belleza atmosférica. «Lashed» y «Visage» permiten que la voz etérea de Debbie Gough ilumine paisajes distópicos antes de ceder el paso a gritos que parecen invocar el caos más visceral y destructivo. Este contraste entre lo etéreo y lo visceral es una de las mayores fortalezas de la banda, ya que añade profundidad y emotividad a una estructura que podría haber sido simplemente una avalancha de brutalidad. En algunos momentos, suenan muy Spiritbox.

La precisión y la variedad en Devoured by the Mouth of Hell hacen de este un trabajo impresionante, estructurado con una habilidad que rara vez se ve en álbumes debut. Cada canción está colocada estratégicamente, ya sea para preparar el terreno para la siguiente explosión o para ofrecer un respiro cargado de tensión. «At the Fortress Gate», por ejemplo, es la última gran descarga que destroza al oyente mientras marca el clímax de una experiencia auditiva que en ningún momento parece predecible.

Este debut de Heriot es de una más que exquisita calidad musical, una obra que sobresale dentro del panorama del metal extremo actual. La banda ha logrado no solo satisfacer las expectativas de sus fans y críticos, sino también establecer un nuevo estándar para la próxima generación de bandas de metal. Estamos ante un disco que entra muy bien, demasiado bien, lleno de momentos hipnóticos y de rabia contenida que elevan a Heriot al estrellato dentro de la escena del metal británico y mundial.

Fotografía: Tom Oxley
Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 610 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.