La semana pasada nos dejaba el fotografo Xavi Mercadé, un autentico referente en lo profesional y una persona muy cercana y querida en lo personal por todos aquellos que tuvimos la oportunidad de conocerlo. Desde Science of Noise hemos querido homenajearlo con las palabras de algunos de sus compañeros en esos fosos barceloneses que se convirtieron en su segunda casa. Descansa en paz, Xavi, los conciertos no serán nunca lo mismo sin ti.
Xavi Arqués
Quizás no sea yo el más indicado para hablar de Xavi Mercadé, no lo conocí lo suficiente, coincidimos en algunos conciertos, pero tuvimos una corta conversación en una única ocasión. Lo que era inevitable era hablar de él en el foso de los escenarios en repetidas ocasiones. Un fotoperiodista de conciertos que no se deja uno, que los repite y que se casca tres, en ocasiones hasta cuatro conciertos en una noche, da que hablar. Cierto es que por ese mismo motivo tendría acceso garantizado a prácticamente todo lo que la escena y el panorama musical ofrece, pero es que nadie puede negarle ese derecho tras 30 años de pasearse con su moto por las calles de Barcelona de sala en sala.
Dicen además que era una gran persona, tampoco en eso puedo opinar, pero a la vista está, ya hemos leído por todas partes cómo se habla de él, o cómo han respondido las redes sociales a tan sentida pérdida, quizás lo normal sería que entre fotógrafos diéramos notoriedad a la noticia, también entre asiduos a los conciertos, o incluso entre organizadores de eventos, pero es que la cantidad de artistas músicos que han mostrado sus sentimientos lo demuestra.
Lo cierto es que deja un hueco que nadie querrá ocupar, por lo que representa estar a su altura y por respeto, se ha ganado que suban una de sus míticas camisas al techo del Sant Jordi cual retirada del jugador estrella del equipo.
Todos, o casi todos, sabíamos que estaba enfermo, pero seguramente muy pocos sabían hasta qué punto lo estaba ya que no dejó de ir a un concierto por ello, luchando con lo suyo sin soltar la cámara hasta el último momento, creo que eso lo define casi todo.
Debemos agradecerle también qué, con su trabajo, ha dado forma a un oficio que es afición, el de fotógrafo de conciertos, que estaba lejos de existir fuera de su propio circulo; nos ha dado visibilidad en un mundo en el que no existíamos. Eternamente agradecidos por eso Xavi.
No queda más que dejarle un hueco en cada foso y agradecer a esta gran revista, Science of Noise, la oportunidad de poder expresar cómo nos sentimos tras la pérdida de un compañero de batallas.
¡Gracias!
Manuel Damea
Siempre es injusto, sobre todo para la familia y amigos, y desde aquí les mando mi más sentido pésame y muchas ánimos . En una situación igual, una vez un familiar me dijo: “el mundo sigue, no parará” y eso es de lo más doloroso. Pero en este caso, y gracias a que Xavi era “el hombre que siempre está ahí”, queda un legado espectacular. El 100% de personas que acuden a conciertos y disfrutan la música en directo por estas tierras, estoy seguro de que han alucinado con alguna foto de Xavi. La últimas décadas de la cultura de la ciudad condal sin Xavi y sus fotos seria mucho menos importante.
Desde hace muchos años cualquiera que daba el paso de adentrarse en este “circo” de la fotografía de conciertos en Barcelona el primer nombre que aparecía en todas partes era el de Xavi, y todos de “mayores” queríamos ser como él, y es que su reputación estaba ganada a pulso. Flipaba cuando después de compartir foso con él, veía al día siguiente que había estado en dos conciertos más esa misma noche, que era capaz de disparar cuatro fotos en tres temas ¡y tener las cuatro fotos del concierto! Desde hace tiempo hacer un “Xavi” es pillar al vuelo, saltando al guitarra o vocal de turno. Tengo el honor de haber coincidido en muchísimos conciertos con él y, sin tener una relación estrecha, siempre tuvo buenos gestos, consejos y buenas palabras conmigo, cositas que hacían que todo el mundo lo respetara además de admirarlo.
Si un fotógrafo musical ganara un Xavier Mercader Rockviu, seria como para un actor ganar el Oscar o un periodista el Pulitzer, ahí lo dejo.
Descansa en pau Mestre!
Silvia Diez
Conocí a Xavi en un Barna’n Roll, ya conocía su trabajo y era un placer ver cómo trabajaba alguien profesional con tal trayectoria, coincidimos en algunos conciertos, pero hasta que no cubrí un concierto para vuestra revista no hablé con él, fui al concierto y la única cara que me resultó conocida fue Xavi, así que me puse a hablar con él, y resultó ser un hombre de lo más encantador. A partir de ahí me alegraba cada vez que me lo encontraba en un foso, siempre amable, siempre ayudando, siempre sonriendo, dando consejos… Se notaba su profesionalidad, lo miraba todo, cualquier detalle él siempre estaba ahí..
La última vez que nos encontramos fue en el streaming de Crim, él vino a hacer las fotos, yo me alegré muchísimo de verlo (como siempre), me regaló el número especial Enderrock 300, con 300 fotos de su trayectoria, me hizo muchísima ilusión y le dije que la próxima vez que nos viéramos le pagaba por ese tesoro. Esta semana iba a ver su expo en el Palau Robert (la cual he visto que alargan hasta el día 5 de septiembre) y por desgracia la noticia me dejó helada. Xavi es uno de los mejores fotógrafos, un maestro, un gran compañero de foso y una bellísima persona. Echaré de menos su amabilidad y generosidad, su sonrisa, las charlas sobre fotografía, las fotos grupales a los compañeros inmortalizadas a través de su Nikon. Un foso sin Xavi va a ser muy triste y raro, pero sé que de alguna manera él siempre va a estar ahí.
Alfredo M. Geisse
Querido Xavi:
No sé ya cuantas veces he comenzado y reescrito este texto. Se me hace difícil pensar en ti en pasado, aunque sabía de tu enfermedad desde hace tiempo, nunca estas preparado para el desenlace fatal. Me cuesta dar con las palabras adecuadas para expresar el vacío que dejas en nuestro gremio.
Te has ido demasiado pronto. No ha pasado todavía un mes desde que hablamos por última vez. Yo no pude ir a la inauguración de tu expo e íbamos a quedar para verla juntos y comentar la jugada. No pudo ser, justo ese día tenías bolo en Girona y estabas fuera, al final no pudimos echar esa última cervecita juntos. Pero que estuvieras siempre de bolo tampoco era nada raro, no creo que haya habido en Barcelona, ni en Catalunya, nadie que haya cubierto tantos conciertos cómo tú. Cuarenta años de carrera dan para mucho. Muchas veces al encontrarnos en el foso y saludarnos me comentaste que venías de otra sala, y que cuando acabases los tres temas de aquí, te irías a otro bolo, incombustible Xavi. Admirable. En tu honor, en nuestro mundillo del Club del 70-200, como te gustaba llamarlo, a esto se le llama “hacer un Xavi”, es decir, cubrir dos, tres o más conciertos en una misma noche. Sí, tu legado abarca desde estas cosas tan pequeñas, toda una filosofía de vida. Parecía que el maldito cáncer no podría contigo.
Recuerdo cierto día que, tomándonos una de tus favoritas, la Voll-Damm, te pedí consejo sobre algún proceso que se me resistía en Photoshop y tu respuesta fue categórica: “Yo no uso Photoshop, soy fotógrafo, no diseñador gráfico”, jajaja. Eso definía muy bien tu estilo, con una edición mínima, dando la foto por acabada con unos ajustes básicos para corregir la luz, el color y, si fuera necesario, algún reencuadre, nada más, poco artificio, simplemente la captura del momento.
Pero es que, además, tenías el don de la ubicuidad, ese que te permitía estar en el ángulo justo y en el momento adecuado. Difícilmente se te escaparía el salto del cantante, otra de las cosas que yo llamo “un Xavi”. Muchas veces me puse a tu lado en el foso, esperando que se “me pegara” la magia para captar ese momento, y tú me decías: “es muy fácil, el mismo músico te avisa cuando va a saltar, tienes que estar atento a sus rodillas y cuando las flexione, justo antes del cambio de compás, zas! Ahí lo tienes, salto”. Desde entonces tengo algunas fotos de salto bastante buenas, porque hay que aprender de los mejores. Siempre seguí tus consejos y siempre me ayudaste, pero no solo a mí, también a todos los compañeros de foso, sin distinción, tenías el corazón tan grande que no te cabía en el pecho.
Recuerdo otra de las tantas veces que compartimos foso, se trataba de Love of Lesbian cuando cerraban su gira en el Sant Jordi, pero esta vez era diferente, en “la fila cero” sólo estábamos tú y yo. Fue de una gran alegría el reencuentro y nos fundimos en un abrazo, quizá llevábamos uno o dos meses que no coincidíamos, y como siempre, fuiste un compañero excepcional. Conocías muy bien a la banda y ya los habías fotografiado varias veces en esa gira. Me aconsejaste que durante las dos primeras canciones ni me esforzara en intentar conseguir una buena imagen porque iluminaban con azul muy intenso, y todos los que hacemos fotos de concierto sabemos lo que eso significa, igual que con las rojas intensas, las fotos quedarían empastadas de color y sin el apoyo de unas blancas frontales, serían inservibles. Así lo hice, comencé en el tercer tema y las fotos quedaron espectaculares. Gracias otra vez.
A los foteros, nos enseñaste a “mirar un concierto”. Tenemos la tendencia a preocuparnos mucho por lo que pasa en el escenario. No queremos perdernos ese gesto del cantante o la posturita del bajista, pero tú nos hiciste ver que el concierto también estaba a nuestras espaldas, en el público. No era raro verte girado hacia el respetable, capturando el ambiente, la gente cantando, entregándose, pura energía, emoción y felicidad. Nos hiciste girarnos hacia la grada, descubriéndonos que muchas veces es más interesante fotografiar la platea que en el escenario.
Aunque la fotografía de conciertos sea cuestión de captar el momento, siempre ibas preparado de antemano para que no se te escapara nada. Igual que yo, y que otros muchos compañeros de foso, intentabas reducir al mínimo posible el factor azar. Preparabas el concierto incluso días antes del que se celebre. Hay que mirar otras crónicas de la gira, ver las fotos que se han hecho en otros sitios, y si se puede, intentar conseguir el setlist y ver algún vídeo de esas primeras tres canciones, que son las que habitualmente tenemos permitido fotografiar. Hasta ahí llegaba tu profesionalidad, tenías previstos todos los posibles imprevistos. Como aquella vez en Metal Cat Fest, que sabiendo de la mala iluminación que montaban algunas de las bandas, optaste por llevar una luz adicional que encendías para los primeros planos. Tan grande fue tu acierto como tu corazón, ya que invitaste a los compañeros a aprovechar también ese extra de luz, lo que nos dio a todos media vida y la oportunidad de salvar unas fotos que se prometían una colección de contraluces. Nuestro agradecimiento es eterno.
Hace años que me hablaste de tu enfermedad, y por favor me pediste que no te volviera a comentar nada del tema y así lo hicimos. Las varias veces que nos vimos posteriormente te vi desmejorado, te ibas apagando poco a poco y dolor iba en aumento. Creo que la última vez que nos vimos fue en la Rocksound, en 2019, estuvimos hablando de nuestras cosas, y al despedirnos nos dimos un abrazo. Si hubiera sabido que sería la última vez… se nos quedaron muchas cosas en el tintero.
Tu legado es inmenso, como fotógrafo y como persona. Dejas un vacío muy grande en los fosos, y puedes estar seguro que durante años se seguirá hablando de ti en ellos. Amigo Xavi Mercadé, sigue la senda de las luces blancas frontales y cuando llegues, da recuerdos a Dio, Mercury, Lemmy, Bowie y al resto de la peña que allí te esperan. Igual por el camino te encuentras a Charlie Watts, salisteis prácticamente a la vez, ¡menudo viajecito más interesante te espera!. Hasta siempre compañero.
Luis Lecumberry
Los obituarios hacen buenos a todos, aunque en vida no lo hayan sido tanto. No me gusta leerlos ni escribirlos. No creo en nada de lo que dicen.
Acabo de llegar a casa de la ceremonia para despedir a Xavi. Acabo de llegar de despedir a un amigo. Sería muy fácil para mí decir que me sorprendió lo que viví, pero también sería mentira. Sabía lo que pasaría. Una multitud de gente se dio cita para el último adiós. Además de familiares, amigos y colegas fotógrafos, muchos músicos abarrotaron la sala grande del tanatorio de Les Corts. Por el protocolo de la pandemia que tiene a mal traer el planeta, había un cupo reducido pautado para aquella sala, pero a pesar de los nervios de la encargada del lugar contando una y otra vez a los presentes y comprobando que aquel cupo había sido holgadamente rebasado, nadie tuvo el coraje de pedirle a nadie que se marchara. Nadie iba a plantarse ante lo imposible que era evitar que toda aquella gente se despidiera, ninguno de nosotros estaba dispuesto a quedar afuera.
Ese previsible ‘sold out’ alcanza para pintar quién era Xavi. No voy a ser yo el que hable de su obra, porque todos la conocemos y valoramos su magnitud, y si no la conoces, no hace falta que sigas leyendo. Nos habíamos juntado por la persona, enorme, inconmensurable, que era Xavi. Personalmente, creo que tengo el privilegio de decir que fue de los primeros fotógrafos que conocí cuando llegué a la ciudad, hace 23 años, y me zambullí en su escena musical. También fue de los primeros con los que conecté. Con él viví muchas cosas, vimos grandes conciertos, compartimos contactos, datos, corrimos de un escenario a otro en festivales, nos hicimos hueco el uno al otro en las salas más minúsculas cuando parecía que delante del escenario ya no había sitio para nadie mas, fuimos buenos juntos, diría que casi los mejores, dimos la cara el uno por el otro cuando hizo falta y también alguna noche fuimos malos juntos. Los últimos créditos que compartí con Xavi fueron las fotos de Armagedon It, el disco de Deadyard, uno de los mejores de los últimos años que se facturaron por estas tierras. Ese es otro orgullo que me llevo.
Voy a cometer una infidencia. Un amigo músico, con el que hablé hace dos días cuando el desenlace era inminente, muy jodido, me dijo “Me ralla mucho esto, porque es un tio al que le tengo mucho aprecio y no sé por qué” Eso provocaba Xavi, y con eso nos quedamos.
En su féretro, junto a su cuerpo, habían colocado una cámara, su compañera de toda la vida, con un teleobjetivo 70-200. Reconocí inmediatamente aquel 70-200, era el que Xavi me dejó durante un par de meses hace años, cuando me robaron todo mi equipo y me dejaron con el culo al aire, para que lo usara mientras me recuperaba. Él era así, fue el primero que se comunicó conmigo para ver si me podía ayudar de alguna manera en aquel momento. Se lo debo. Todos le debemos algo, algo que ya no vamos a poder pagarle.
Por todo esto, estas líneas no son un obituario. Son una brutal catarsis de dolor transformada en un puñado de letras que se pueden resumir simplemente en: “Adiós Amigo”.
Josep Maria Llovera
La noticia no me cogió por sorpresa pero me sacudió igualmente. Es triste saber que la partida será inevitable pero la confirmación sigue siendo dolorosa. El colectivo de fotógrafos hemos perdido un referente de tesón y constancia. Xavier supo orientar su afición y convertirla en oficio, abarcando la máxima actividad musical de Barcelona, tarea que se fue ampliando exponencialmente a la par de los conciertos que se realizaban aquí, independientemente de estilos o género musical. Siempre valoré su capacidad para poder cubrir dos o tres eventos en una sola noche (lo que se ha convertido, en círculos foteros en “hacer un Mercadé”) pero sobretodo he disfrutado con sus reportajes ampliados con historias de backstage y anécdotas personales. De él estoy aprendiendo a ser pragmático a la hora de disparar y la indispensable discreción de la figura del fotógrafo dentro y fuera del foso.
Xavier Mercadé siempre tendrá un sitio de privilegio en el foso, en cualquiera de ellos, pues ha estado en todos.
Rosario López
No hay palabras para poder describir la pérdida de Xavi. A nivel humano, Xavi era una gran persona, generoso con los que empezábamos en esto hace más de una década cuando él llevaba ya sus buenos 20 años dando caña de concierto en concierto. Personalmente siempre me hizo sentir muy cómoda en el foso desde el comienzo, algo que fue determinante para que yo siguiera apareciendo por los fosos y siguiera aprendiendo.
En lo fotográfico, su ubicuidad es innegable, cubría muchísimos conciertos. Pero, personalmente, no creo que sea justo que el comentario siempre pase por cuantos conciertos podía llegar a fotografiar en una sola noche, porque la gracia es la calidad y no la cantidad, y la gracia era cómo los cubría. Xavi le echaba mucha pasión a su trabajo, sin importar cuan grande o pequeña fuera la banda, si había confetti o el recinto era un local punk con las paredes descascarilladas, su implicación era siempre la misma. En cierto modo, pese a su experiencia conservaba esa ilusión desbordante por hacer fotos en conciertos que tiene su máximo exponente cuando uno está empezando en esto.
Sí, Xavi tenía sus fetiches fotográficos, momentos congelados que prácticamente coleccionaba (esas fotos de saltos que tan bien se le daban), pero la calidad de sus fotos iba mucho más allá. Se lo pasaba bien haciendo fotos y eso se notaba en el resultado final: la frescura de esas fotos que transmitían diversión, o esos detalles especiales en que se notaba la emoción de estar tan cerca del embrollo en el escenario, o encima de él. Pero también se notaba en su comportamiento en el foso: siempre dispuesto a comentar el último bolo que le había sorprendido, o a hablar de tal foto o tal otra, suya o de otro compañero. Solía acabar interactuando con su cámara con esas primeras filas del público, por las cuales sentía debilidad. La fotografía de conciertos y la música eran sin duda uno de los grandes pilares que le movían, no había tratamiento para su enfermedad que le quitara las ganas, tanto era así que estuvo cubriendo conciertos prácticamente hasta el final. A todos se nos hará muy difícil volver a entrar al foso y no verle, lata de cerveza en mano, con esa sonrisa afable y su chaqueta con chapas punk.
Ray Molinari
Solo puedo escribir buenas palabras para hablar del gran Xavier Mercadé, al que le debo mucho mas que las horas compartidas en los conciertos, porque des de que entre en el mundo de la fotografía de bolos, el ya estaba allí para ayudar, y hasta el ultimo momento ha estado en primera fila.
Le descubrí por qué en el añejo fotolog colgó una gran foto de Tyla del concierto de The Dogs D’amour en el Telecogresca del 94. Aquella noche es de las que guardo en le recuerdo como uno de mis conciertos favoritos. Aquella publicación me descubrió a alguien que estuvo en todos los conciertos que me habían marcado hasta aquella fecha, capturando mis recuerdos a modo de fotografías. Eso fue en 2007, y coincidimos en el Senglar Rock, y no pude evitar presentarme y agradecerle su trabajo, encontrándome al Xavi que todos conocéis, un tipo amable y siempre dispuesto a compartir una cerveza y hablar de conciertos. Xavi convirtió los fosos de conciertos en reuniones familiares.
Yo fui entrando en los fosos y en muchos de ellos fue el quien me los abrió, con sus consejos y recomendaciones, funcionando siempre de núcleo de union con todos los fotógrafos en los conciertos, con su capacidad de hacer mas conciertos que nadie en una noche, de coger saltos y detalles que pocos eran capaces de capturar, mostrar su trabajo de manera perfecta cuando la mayoría aun no habíamos llegado a nuestra casa. Su enfermedad no evito que, siempre que era posible, fuera a conciertos a seguir fotografiando a las bandas, hasta los últimos días. Vimos que su físico le iba abandonado poco a poco, pero su pasión y sus ganas les mantenían en pie y sus ojos no fallaban para elegir cuándo disparar.
Para mí fue el gran referente que me hizo convertir una idea a una pasión, sin querer ser un mentor, sin dar lecciones de nada, pero haciendo que siempre quisiera aprender de él. Por qué mas allá del fotógrafo, era una persona muy cercana, alguien que te alegraba ver siempre, que se porto siempre de la mejor manera conmigo. Siempre le decía cuando encontraba una foto suya en algún disco que revisaba que era mi álbum de fotos familiar, que era una suerte poder ver su trabajo siempre, que le admiraba por los años de carretes, que el material de aquella época es histórico, y poder hablar con una leyenda como el mientras abría su mochila para sacar una cerveza mientras nos poníamos los pases de prensa en nuestros colgantes. O sus fotos a los compañeros sin que lo supiéramos, o sus selfies que tanto gusto y honor nos hacia con él. Por qué que alguien como el decidiera que tocaba hacernos una foto juntos era un honor.
Xavi, gracias. Guardo nuestro ultimo abrazo como un gran tesoro. Seguro que ya estarás con Bowie y Lemmy contado batallitas. Seguro que ellos también son fans tuyos. Nosotros nunca lo dejaremos de ser tampoco. Buen viaje.
Mario Olmos
Conocí a Mercadé en un concierto en Apolo allá por el 2017, no me di cuenta de que estaba a mi lado, tal era su capacidad de pasar desapercibido, apenas si balbucee un “hola”. De aspecto tranquilo era un placer verle trabajar y hablar con prácticamente todo el mundo relacionado con la música.
Durante estos años he podido coincidir varias veces con él, síntoma de que estaba en el concierto correcto. De movimientos pausados y sin dejar de prestar atención al entorno y a lo que sucedía, tenia como un sexto sentido, fruto de sus mas de 14.000 conciertos De él aprendí que teníamos que ir a los conciertos con los deberes hechos, escuchando y viendo videos de sus directos, ahí radica una parte del misterio, la otra parte es mas mágica y se va con el.
Destacaría de él su pasión por lo que hacia, el amor por el entorno de la música, el respeto hacia y admiración que sentía por los compañeros que compartíamos “foso” y una timidez que le permitía pasar desapercibido y llegar allí donde el quería.
Xavier Mercadé no solo ha hecho fotos preciosas, si no que también ha hecho historia, historia de la música.
Nos deja un legado irrepetible.
Manuel Rubiales
Desde hace muchos años he seguido todo su trabajo y siempre me sorprendía que estaba en todos los conciertos y encima tenía las fotos antes que nadie. Eso solo se puede realizar por amor a tu trabajo y más después de tantos años sin perder ni calidad ni entusiasmo.
Primero como músico siempre soñé con tener una foto donde saliera yo realizada por Xavi, al tenerlo como el más top del país (La tengo ahora en mí perfil), luego como fotógrafo al principio le tenía a mi lado en los fosos y el respeto me helaba. Con el tiempo fui conociendo a la persona y descubrí que encima es un ser humilde y buena gente, no es casualidad que en el círculo de los fotógrafos, músicos y gente del ramo nunca he escuchado una mala palabra sobre él.
Recuerdo cuando le robaron el equipo y entre todos busquemos por cielo y tierra (No se encontró) para que no parase de hacer lo que más le gusta y nos gusta.
No me salen más palabras, sé que cada vez que pise un concierto miraré a los lados para buscar su presencia.
Un abrazo Xavi…
Guillem Willy
Hace muchos años que me gusta hacer fotos pero llevo muchos más años yendo a conciertos, comprando música o leyendo prensa musical. Un día decidí unir mis pasiones y gran parte de culpa la tiene Xavi Mercadé.
Fui al concierto de Mastodon en Razzamataz cuando presentaron “The Hunter”, fui solo ya que no conocía a nadie que quisiera ir. Eso hizo que me centrara más en el concierto y en lo que pasaba encima del escenario, entre el público y en el foso. Como no, allí estaba Xavi, disparando una noche más al grupo de turno que visitaba la ciudad. Ahí pensé, yo tambien quiero estar ahí! Me gusta la fotografía, adoro la música en directo, esto es lo mío!
Desde entonces he hecho fotografías de conciertos con más o menos asiduidad y claro, he compartido un montón de veces foso con Xavi. Siempre me ha dado mucho respeto por su veteranía y su bagaje, más que los propios artistas. Él no tiene nada que ver con esto ya que era un tipo simpático y abierto a contar infinidad de batallitas vividas. Son los miedos de cada uno y a mi a veces me sale éste. Una pena ya que me he perdido muchas cosas, entre ellas conocer más a una buena persona com fue Xavi.
Cuando estás en el foso de fotógrafos hay poco tiempo y las cosas pasan muy rápido. Necesitas estar concetrado y con los ojos bien abiertos. Pues yo en el foso siempre se me escapaba el ojo para ver donce se ponía Xavi y es que seguro que allí pronto pasaría algo interesante.
Tambien me pasa, y seguro que no solo a mi, que cuando alguno de encima del escenario hace un salto, me viene rápido el pensamiento de que Xavi ya tenía su foto y sí, la tenía. Porque él siempre estaba ahí! Y ahora será muy raro que no esté.
Gràcies Xavi per, sense saber-ho o sense donar-li importància, ser un exemple de constància, d’apassionat i mestre per a tots i totes els que hem compartit el fossar alguna vegada amb tu.
Albert Vila (Science of Noise)
No es de extrañar el profundo tsunami de tristeza, respeto y admiración que nos ha inundado tras la noticia, súbita aunque más o menos esperada por muchos, de la muerte de Xavier Mercadé. Xavi es EL fotógrafo de conciertos de Barcelona, «el hombre que siempre está allí», y todos los que más o menos frecuentamos las salas de la ciudad desarrollamos una inevitable estima y cercanía hacia él, fruto de la sencillez y la generosidad que acompañaba a su invaluable faceta artística y periodística y al respeto (casi vértigo) que produce pensar en su inigualable trayectoria.
Xavi y yo nunca fuimos amigos como sí pueden decir muchos de los que comparten este artículo conmigo. De hecho, ni tan siquiera compartimos conversaciones personales particularmente profundas, pero por supuesto le había tratado suficientes veces y le conocía lo suficiente como para apreciarlo mucho más allá de su faceta profesional. Aún así, escuchando y leyendo todos aquellos compañeros que han querido abrir sus corazones estos días, era precisamente en las distancias cortas cuando se ponían de manifiesto la gran mayoría de sus virtudes.
Xavi siempre me pareció una persona discreta, que difícilmente destacaba en el habitual corro de fotógrafos a pesar de estar rodeado de un aura especial a los ojos de todos los que formábamos parte de él. Prefería conectar con los demás uno por uno, en pequeñas conversaciones y confidencias, antes que erigirse como protagonista, y parecía estar siempre observándolo todo con los ojos muy fijos. Analizando lo que ocurría a su alrededor con esa capacidad de conectar y entender la situación que siempre había caracterizado con sus fotos.
Porque en lo técnico, lo cierto es que sus instantáneas nunca me parecieron tan visualmente espectaculares como las de otros compañeros de escena como Irene Serrano o Roger Navarro, pero Xavi tenía un don muy preciado en este mundillo que hacía que su trabajo fuera siempre especial: el de saber disparar en el momento adecuado y captar la esencia de lo que ocurría delante, detrás o alrededor suyo. Dicen que se preparaba en profundidad los conciertos a los que asistía (que eran casi todos), que estudiaba a las bandas, leía crónicas y veía vídeos. Y la combinación entre talento, disciplina, pasión y experiencia (14.000 conciertos dan verdaderamente para mucho) resultó en esa aproximación a hacer las fotos tan particular y característica de él, mucho más enfocada en la esencia y en el momento que en la técnica.
A lo largo de estos últimos años, Xavi también había colaborado en varias ocasiones con Science of Noise. Era un habitual de los reportajes colaborativos, cómo éste, a cuyas peticiones de colaboración siempre contestaba rápidamente con textos bien escritos y llenos de reflexiones y batallitas. También ha habido un buen puñado de conciertos que hemos cubierto pero en los que no hemos tenido fotógrafo propio acreditado, ya fuera porque nadie de los nuestros se animó o, sencillamente, porque no nos habían concedido acreditación. Muchos fotógrafos son reticentes a ceder sus fotos para ilustrar crónicas en otros medios, pero Xavi siempre se mostró feliz y abierto a dejar que las utilizáramos tan pronto como las tenía (que solía ser inmediatamente), y por ello un buen puñado de nuestras crónicas vienen acompañadas de sus fotos.
Y aunque siempre tenía la puerta abierta en todos sitios (en muchas taquillas de prensa su nombre estaba en la lista de fotógrafos acreditados por defecto, sin tan siquiera tenerlo que pedir, y en aquellos conciertos grandes donde sólo había lugar para dos o tres, Xavi siempre era uno de ellos), en ocasión de la visita de Coven y Demon Head a la Sala Salamandra en 2018 fue, incluso, acreditado por nosotros. Podía haber ido perfectamente por Enderrock o a título personal, pero que se ofreciera y quisiera hacerlo por Science of Noise me sorprendió y me pareció un sutil gesto de aprobación hacia nuestro trabajo como pequeña revista que en su momento aprecié muchísimo. Y así se lo dije, aunque él no le diera especial importancia.
Aunque las circunstancias de la vida le han llevado indudablemente a serlo, no creo que Xavi quisiera ser nunca un referente. Él era feliz yendo de un lado para otro capturando momentos, sin importarle si se trataba de bandas grandes o pequeñas. Su legado y la estima sincera a su alrededor hablan por sí solos, y aunque ha tenido la posibilidad de ponerse tras la cámara, casi, hasta sus últimos días, me jode especialmente que su última etapa en los fosos no estuviera acompañada de conciertos de verdad, llenos de sudor y de gente apelotonada como él tan bien sabía retratar.
Un gran abrazo, Xavi, a ti y a todos los que te quieren. Et trobarem a faltar.