Es imposible no caer rendido a los pies de estos suecos de aires setenteros y más cuando llevan encadenados dos discos de la talla de Odyssey y About Time. No esconden su amor absoluto hacia décadas atrás y hasta la máquina del tiempo en la portada de su penúltima obra ya te dejaban claro que preferirían ir para atrás en el tiempo. Otro logro es ese videoclip ochentero imitando la calidad de la cita VHS. Son una maravilla, pero no busques en ellos parodia, sí buen humor y una calidad de composiciones que tira de espaldas. Prefieren referirse a su música como atemporal, y yo, juntamente con los también suecos Graveyard (en estudio más que en directo), creo que están en un nivel superior que el resto de bandas del llamado retro rock. Pero hay una gran sorpresa aquí, un marcado giro melódico hacia el rock de los 70, hacia la luz, la positividad, el buenrollismo y los coros algodonados.
De entrada, el shock es duro, pero uno va entrando en un disco plagado de teclados y con un interesante espíritu progque va apareciendo en las canciones, sin rubor alguno. La entrada con “Revolution” es puramente Queen con el piano y con un interludio progresivo que les conecta con Uriah Heep. Aquí hay diversión y un grandísimo trabajo en cuanto a composición. Las voces agudas de un excepcional Axel inundan ese single llamado “Free Riding” y, sorprendentemente, el tema queda partido en dos partes. Hay momentos algo siderales que les acercan a lo que hacen Hällas en la actualidad, luego las bellas guitarras dobladas de Charles y David. Píldora optimista es “Pushin’ the Line” con reminiscencias de Toto y un gran solazo al que hay que añadirle esa batería tan real y acústica de Pontus. De temazos van sobrados y la sorpresa llega con el saxo de “Into the Night” en la que se van a terrenos de la The Night Flight Orchestra por nombrar una banda actual. El disco es pura diversión y desparpajo, y siempre muy dominado por los teclados.
Los temas van pasando y poco a poco se revela otra de las influencias que todo lo domina, y esta no es otra que el espíritu de los Hellacopters. En el precioso medio tiempo “Standing Here” ya ves que el rock macarra de los 90 está presente, y ese bajo tan juguetón y protagonista de Magnus es buena prueba de ello. Hay en las canciones algo de espíritu sucio y sleazy y la producción les ha llevado a esos terrenos algo 90s si bien su norte magnético es el soft rock de los 70. Y las obras maestras no se hacen esperar pues “Runaway” es oro puro, con el mejor riff del disco. También el espíritu de Nicke Andersson de la era High Visibility les posee en un corte que puede optar a “canción del año”. El tratamiento baladesco y dulce de “Graa Dagar” contribuye a lo variado y surtido de la obra, dominada por un piano, cantada en sueco y tremendamente adictiva por la línea vocal. Esas voces dobladas tan almibaradas y esas orquestaciones a teclado que curiosamente terminan tirando hacia lo sureño. ¡Brillante! “Sail On” tira por la vertiente progresiva y hay reminiscencias de la ELO en composición y arreglos.
La fiesta no para y “Breaking the Chain” te sumerge en una especie de banda sonora 70’s. Estamos ante otra de sus canciones definitivas. Esa misma onda flota en el medio tiempo “Hold On” en la que Axel canta de forma más aguda y exigente. Percusiones que dan color, juegos con el goliat y mucho terreno para que vuelva a ser el piano el que vertebre la canción. Otra vez hay que hacerle una reverencia al señor Royale y destacar esas dobles guitarras. Tiene cierto parecido al “Galilea” de Sergio Dalma, por consiguiente, de Bruce Springsteen. Y el final del disco es un abrazo al progresivo de una forma absoluta enfilándose hasta los más de ocho minutos de duración. Volvería a citar a Uriah Heep y a los actuales Hällas para definir la instrumental “Archaeopteryx in Flight”. La intro se va a más de tres minutos, muy atmosférica y con el sonido del bajo cayendo a plomo. Otro bonito giro del grupo con momentos muy entonados.
La portada del disco es horrible, aunque es evidente que han querido jugar esta baza. Estamos hablando del octavo disco de una formación que cada vez que saca un nuevo trabajo más enamora y aquí han optado por un sorprendente giro hacia el soft rock de los 70 más la onda de los Hellacopters. Reconozco que al escuchar el disco por vez primera me he quedado descolocado a más no poder pues esperaba que continuaran la magistral senda marcada por su anterior About Time. Tardas en adaptarte y en cogerle el pulso, pero cuando lo tienes ya no lo sueltas. Sudden Death es tan brillante como accesible. Cuando termine este confinamiento que alguien les traiga YA.