Si somos objetivos, muy posiblemente Something Wicked This Way Comes sería el mejor disco de Iced Earth por muchas razones, pero principalmente porque algunos de los más grandes clásicos del grupo están en esta obra. Momento de despegue y conquista del viejo continente, pues América se les resistiría siempre. Jim Morris sería clave como suele suceder con toda banda de Florida y Iced Earth son el perfecto ejemplo en sí mismos de esa frase que dice: “lo mejor y lo peor de Estados Unidos ha salido de Florida”…
Del Something Wicked This Way Comes hace ya 25 años… Mucho tiempo para un grupo al que su patriotismo exacerbado es lo que a la postre terminaría dando al traste con todo. Primero fue el gran vocalista Matt Barlow, que aquí brilla con luz propia, que tras los atentados del 11-S decidió hacer algo por su país. Se cortó el pelo, abandonó el grupo y se enroló en actividades para mejorar el mundo (su mundo). Jon Schaffer fue mucho más allá y fue uno de los tipos que asaltó el Capitolio junto al personaje ese vestido de bisonte, y desde entonces, poco sabemos de él. Lo que sí sabemos es que todos sus compañeros le han abandonado.
El caso es que nunca llegamos a pensar que algo así llegase a pasar con este grupo, que en 1998 estaba en claro ascenso. A nivel musical el guitarrista Shawver ya estaba fuera y en su anterior The Dark Saga habían suavizado bastante su propuesta. Recordemos que su anterior Burnt Offerings (1995) había sido algo absolutamente oscuro y contundente. En Something Wicked This Way Comes el grupo trazaba un puente de unión entre el power metal americano y el centroeuropeo, encontrando un punto de equilibrio perfecto. El disco está inspirado en el antiguo Egipto y más en concreto en una civilización alienígena previa, algo que se toca en la trilogía final de la obra. La portada de Greg Capullo es una delicia, y es icónica en el haber de la banda.
El disco
El inicio con ese riff característico y la campana que pone el acento a “Burning Times” es una delicia y el tema es un clásico absoluto. Es la canción más tocada del grupo en directo y lo que hace Barlow con su garganta es prodigioso. Se adivina como que el grupo va bajando en contundencia y como que todo confluye y funciona. Seguramente optan por una entrada más suave en la épica, y a medio tiempo, “Melancholy (Holy Martyr)”, otra de las imprescindibles, con acústicas y juegos atmosféricos. Schaffer marca ritmos con su particular rasgueo de la rítmica. El sonido de la rítmica de Iced Earth es único y marca registrada.
“Disciples of the Lie” es un tema muy oscuro y fuerte, con reminiscencias incluso a Testament, aunque con ese interludio suavizado por el teclado de Howard Helm a pesar de que hay doble bombo de Mark Prator. Es el tema que más conecta con sus orígenes. Y de este pasamos a la actualidad y al nuevo enfoque, representado por la preciosa “balada” “Watching over Me”, de preciosa factura. Evocadora, luminosa y de dejes tristes, con un Barlow exquisito, que lo borda sin necesidad alguna de tirar de grandes agudos. El solo se lo marca Schaffer, aunque es un inspirado Larry Tarnowski el que se ocupa de las guitarras solistas a lo largo de todo el disco. Esta canción llevó a la banda hacia nuevos fans y elevó al grupo a otro nivel de popularidad.
Vuelve la potencia y las credenciales primigenias en la tremenda “Stand Alone”, con un estribillo genial en el que Schaffer pone las segundas voces. Muchísimo protagonismo de la base rítmica intentando conectar con grandes resultados con sus inicios más agresivos. Destacar el ejemplar papel de un James MacDonough al bajo, una de las claves de esta obra. “Consequences” es otro respiro acústico que se da el grupo en el disco. A pesar de ser una pieza muy lograda y efectiva no la llegaron a tocar nunca en directo, con ese solo eléctrico. Y lo bueno del disco es que daba para mucho y “My Own Savior” es otra de las piezas fundamentales, con un riff inspirado de los primeros Helloween, aunque luego le ponían de su personalidad y estilo. La gracia de la composición es el interludio que sirve de puente junto con las voces de apoyo de Tracy Marie LaBarbera.
“Reaping Stone” es probablemente el tema más extraño y sobrante del disco. Bañada en tinieblas avanza con sorpresivos cambios de ritmo, pero sin llegar al nivel de lo que ofrece este excelente disco. Y en esa línea que sorprende, hay la única canción instrumental titulada “1776”, que un poco conecta a los Iron Maiden con el folk, llegando a incluir una flauta tocada por Susan McQueen. No me corto si digo que el tema es una maravilla y que hay pasajes que suenan a Mägo de Oz con el riffeado de Schaffer…
Luego en la línea de “Melancholy (Holy Martyr) hay “Blessed Are You” que vuelve a demostrar el altísimo nivel compositivo y la búsqueda de composiciones más accesibles y para todos los públicos. Matt capea estos temas con una facilidad y comodidad pasmosas, y a partir de este álbum estos temas pasan a ser santo y seña del combo de Tampa. Y luego llegamos a la excelencia del disco: la mítica trilogía que empieza con la precisa y elegante “Prophecy”. Este corte lo tiene todo y hay partes con el bajo muy alto que son guiños a Steve Harris. Iced Earth en su máxima expresión.
La cosa iba a más puesto que para mucha gente “Prophecy” es la mejor canción del grupo, y es la primera que escuché del grupo. Posiblemente sea la perfección de lo que ha aportado Iced Earth y firme candidata a canción perfecta en sus poco más de cuatro minutos. El estribillo es estelar y el grupo lo borda sintetizando todos sus logros. Maravillosos arreglos mientras hay la base de Schaffer, tanto en guitarras como en bajo. Terminan con la extensa “The Coming Curse” con elementos atmosféricos, coros, y un poco indagando en la tradición de buscar ese tema final extenso que va unos pasos más allá, como “Dante’s Inferno”. No es mejor que las dos anteriores, pero cumple sobradamente…
Veredicto
Este enorme disco les permitió girar con sus amigos Blind Guardian por toda Europa. Fue una gira histórica en la que reventaron Razzmatazz con Iced Earth de teloneros, y había tantas ganas de verles a ellos como a los cabezas de cartel. Barlow lucía un pelo pelirrojo kilométrico y estaban en un estado de forma absolutamente excepcional. El disco les permitió entrar en Europa por la puerta grande y poder codearse con las más grandes bandas de power metal de la época.
Era 1998 y parecía que se iban a comer el mundo… Barlow estaba al nivel de Dios como vocalista y Schaffer había patentado una forma de marcar las guitarras rítmicas con las que les identificabas a la primera. Y a todo eso, los temas eran grandiosos. La legión de fans empezó a crecer y el grupo fue a más, especialmente en directo, y en estudio… bueno, lo dejaremos para otro día, cuando toque el siguiente aniversario. Definitivamente Iced Earth lo tenían todo para llegar a la cima del negocio. Pero eran rednecks de Florida…