Arrancamos 2023 y lo hacemos por todo lo alto con el triunfal regreso de La Iguana, nuestro amado e inmortal Iggy Pop. James Newell Osterberg, nacido hace 75 años en Michigan, luce su arrugado torso siempre desnudo, acariciado por su envidada melena larga y siempre firme. Su pose, lejos de ser macabra como resultado del paso del tiempo es algo icónico, incluso tiene ese punto sexy hablando de un septuagenario.
Su discografía no es de las más perfectas del panorama del rock. Tras su estrellato con The Stooges, su aventura en solitario que se prolonga casi cincuenta años, tiene sus altibajos. Bajos sobre todo en las dos últimas décadas, teniendo en Post Pop Depression (2016) su máximo resultado. Aún así, Free (2019) me gustó y mucho. Mi confianza en Iggy Pop no ha decaído en los últimos dos lustros, tanto es así que viví en mis carnes su increíble y épico concierto en Mad Cool pre-pandemia.
Ya en el tramo final de 2022, los primeros avances del nuevo disco me abordaron y maravillaron. “Frenzy”, lanzada a finales de octubre, fue una de las mejores canciones de Iggy Pop en las últimas décadas. Vibrante y divertida como antaño, la canción que finalmente abriría el disco me recordó (algo que tampoco había olvidado), lo inmenso que es este tipo.
Los músicos que esta vez ha reunido para ayudarle a crear el álbum, conforman un elenco repleto de estrellas y leyendas. Chad Smith, batería de Red Hot Chili Peppers, el bajista Duff McKagan de Guns N’ Roses y el guitarrista de Pearl Jam Stone Gossard, forman el cuarteto base. Pero, además, también nos topamos con Travis Barker de Blink-182, el ex guitarrista de los Peppers Josh Klinghoffer, Dave Navarro y Eric Avery de Jane’s Addiction, y el prema y tristemente fallecido batería de Foo Fighters, Taylor Hawkins.
Lo curioso de toda esta alineación de auténticas estrellas es que nadie, y repito, nadie, logra robar el protagonismo que acapara por completo Iggy. Un Iggy que se pasa todo el disco mutando en cada mejor versión de todo lo que ha hecho a lo largo de sus 60 años de carrera.
El disco arranca con la citada “Frenzy”. Un rasgueo metálico de guitarra nos azota a la vez que entra la versión más punkarra y jovial de Iggy. Estribillo marca de la casa con coros de apoyo. Una canción brutal en todos los aspectos. La pesadez del estilo de canto en “Strung Out Johnny” solo se ve iluminada por un punteo de guitarra precioso, cual poeta Iggy destripa las letras con su habitual condescendencia.
La musicalidad luminosa de “New Atlantis” forman una de las más exquisitas canciones del disco, canción que al final es una oda cursi a «una hermosa puta de ciudad» en algún lugar al sur de Alabama y al norte de Cuba. En “Modern Day Rip Off” vemos la versión más rockera de Iggy, en ella trata de forma cómica como el paso del tiempo le ha llevado a estos 75 años que luce mejor que nadie.
También vemos la versión más calmada del disco con la semi balada acústica “Morning Show”, canción que baja las revoluciones sin agobiar al oyente. Para recuperar la energía, nos azota con “Neo Punk”. En ella tenemos a la batería a Travis Baker de Blink-182 y, curiosamente las letras destripan a las bandas y a los punkys de nueve generación de punk… Por cierto, la canción es brutal y la remata con unas risas. Tirando de ironía el hombre.
Entrando en el tramo final del disco, la rockera “All the Way Down” me recuerda instintivamente a The Rolling Stones en su versión más neo rockera. “Comments” es post-punk que se apoya en el bajo del siempre efectivo Eric Avery de Jane’s Addiction. En ella, Iggy destripa a placer las redes sociales. Y como cierre y tras un segundo interludio breve entramos en “The Regency”, canción cargada de emoción en la que Iggy grita sin piedad y repetidamente “¡A la mierda con la regencia!”. La canción de cierre es la más larga del plástico, alcanzando los 5:42 minutos de duración. Se trata de una canción camaleónica marca de la casa.
Me resulta incluso abrumador decir que Iggy Pop a sus 75 años acaba de publicar un disco de una calidad asombrosa, de una entrega más afín a un adolescente que a un artista que en teoría hace un par de lustros se encuentra en el ocaso de su carrera. Pero como digo en la entrada, Iggy es inmortal. Discazo, tan sorprendente como inesperado. Tan digno como meritorio. Pues no hay otro como él. Ni lo habrá.