Los neoyorkinos Immolation siempre han sido uno de los grupos más jodidamente inaccesibles de la escena death metal con sus riffs disonantes, sus histéricos armónicos, sus patrones extraños y su alergia general a las melodías recordables y a los ritmos facilones. Por ese mismo motivo han ejercido una influencia mayúscula en muchas bandas contemporáneas de death metal progresivo y, a su vez, han conseguido mantener un estatus de culto y una aura de respeto en el panorama extremo que pocas bandas poseen. Fieles a su identificativo estilo y con una carrera tremendamente regular, Immolation siempre han contado con la adoración de la crítica y de un selecto público. Este Atonement, que es ya su décimo trabajo de estudio y que lleva un título más que apropiado para definir la atonalidad imperante en su música, supone una muesca más en la amplia colección de éxitos difíciles de digerir que es el catálogo de Immolation.
Lo primero que llama la atención en Atonement es la excelente portada, que como muchas veces antes viene protagonizada por figuras angelicales. La preciosa portada de su gran clásico, Here in After (1994), siempre fue una de mis favoritas dentro de cualquier estilo, y me fascinaba a la vez que me confundía que estuviera protagonizada por un ángel de luz la mar de cristiano que venía a atormentar y a subyugar a un grupo de doloridos y quejumbrosos diablos. En el disco que nos ocupa, el ángel en cuestión, bastante oscuro, levita a través de las ruinas de una ciudad arrasada portando el brazo arrancado de algún desafortunado desgraciado, en un dibujo impactante, bien ejecutado y con una selección de colores magnífica, en lo que me parece su mejor portada desde Failures for Gods.
Es complicado desgranar con detalle el contenido de este disco, ya que se trata de una obra compacta y única que, como siempre, no viene especialmente sobrada de momentos pegadizos. Evidentemente no es un trabajo que entre fácil, especialmente si no estás familiarizado con los extraños patrones que conforman la música de la band, pero no hacen falta muchas escuchas para que se revele como un discazo considerable, con todas las señas de identidad de la banda perfectamente definidas: riffs extraños y amelódicos, una aparente asincronía entre guitarras, baterías y voces, harmónicos omnipresentes y solos caóticos y desenfrenados, siendo la inicial y dinámica «The Distorting Light» un excelente ejemplo de ello. «When the Jackals Come» o «Rise the Heretics» tienen algunos toques de un black metal orientaloide que bandas como los israelíes Melechesch han masticado para convertirlo en algo más melódico y digerible, mientras que «Fostering the Divide» nos pone explícitamente al descubierto lo mucho que Immolation ha influenciado a algunos titanes del metal contemporáneo como Gojira. «Thrown to the Fire» es lenta, pesada e hipnótica, con guitarras especialmente punzantes, en contraste con una motivante y poderosa «Destructive Currents», que experimenta con la velocidad, juega con voces a distintos tiempos y vuelve a coquetear un poco con el black.
Con todas las canciones rondando los cuatro minutos más o menos, el disco transcurre de forma fluida y poderosa desde el primer tema, pero lo mejor está por venir. El inicio acústico de «Lower» nos engaña de buenas a primeras, ya que no tarda en convertirse en un ritmo asincopado y extraño que acaba pasando por todos los registros de la banda, al igual que «Atonement», un caótico y muy disfrutable tema título, que cuenta con partes algo más melódicas que hacen que sea imposible mantener el cuello quieto. Ésta y la fabulosa «The Power of Gods», que por momentos es bastante directa y algo menos complicada, son quizás mis temas favoritos de Atonement. «Above All» es un poco más irregular pero tiene un par de riffs totalmente irresistibles, y las partes rápidas son algunas de las más logradas de todo el disco, mientras que la final «Epiphany» alterna partes veloces y directas con algunos pasajes que exploran una vertiente más etérea y atmosférica dentro de la violenta contundencia habitual. Pero vamos, que todo son solo pequeños matices: el estilo es innegociable y este disco funciona como una unidad coherente y sin fisuras de principio a fin.
En global, y sin desmerecer ninguno de sus notables discos anteriores, Atonement me parece el disco más completo de la carrera reciente de la banda, demostrando que siguen siendo totalmente vigentes en la escena death metal contemporánea, aunque dentro de nuestras fronteras siempre hayan sido un grupo relativamente marginal. Por el momento no tengo noticias de que tengan intenciones de pasarse por aquí en un futuro a corto plazo, aunque es habitual tenerlos cada dos o tres años por nuestras salas, así que lo más probable es que podamos disfrutar en breve de su infalible y atronador directo y de un nuevo puñado de temazos poderosos y opresivos que cuentan con su inconfundible sello personal.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.