Han corrido ríos de tinta (o en expresión más moderna, ríos de url’s) respecto a la situación de Immortal después de que Abbath y Demonaz partieran peras en 2015… Que si Abbath intentó quedarse el nombre del grupo, que si les robó composiciones, que si tiene algún problemilla de adicciones…. En fin, un Sálvame Deluxe blacker que los seguidores y seguidoras de la banda han tenido que soportar estoicamente y con cierto hastío. Así que tenemos a la banda partida en dos. Abbath se adelantó sacando su primer LP en solitario, Abbath (2016), disco correcto y con cierto toque moderno heredero de la última etapa de la banda, y estábamos a la espera de lo que nos podían ofrecer la contraparte.
Había mucha expectación sobre cómo Demonaz y Horgh iban a reaccionar después de todo el lío con Abbath y cómo iba a ser el disco. El disco en solitario de Demonaz, March of the Norse (2011) no invitaba al optimismo, por insulso. Así que Immortal se enfrentaban a un reto mayúsculo: mantener el pabellón alto de una banda mítica del Black Metal noruego. Veredicto: Lo han conseguido. Northern Chaos Gods (2018), consigue atraparte desde el primer momento con su ejercicio de black metal, heredero de sus primeros discos como Blizzard Beasts (1997) y Battles In the North (1994), y conectarse directamente con su (para mí) obra cumbre, At the Heart of Winter (1999).
Con el mago Peter Tägtgren como bajo de sesión y a los mandos de la producción (ya trabajaron con él en All Shall Fall (2009) y otras obras de la banda) han firmado un plástico dignísimo que recupera la esencia de la banda, cosa en la que ha hecho mucho hincapié Demonaz en las numerosas entrevistas de promoción del disco. Líricamente, seguimos en el mundo imaginario, frío y referencial de Blashyrkh.
Abren el disco con lo que fue el primer tema de presentación “Northern Chaos Gods” y “Into Battle Ride”, dos trallazos a la vieja usanza que resultan una declaración de principios de lo que va a ser el álbum. Punzantes, rápidos, al grano. Las guitarras a una velocidad de vértigo y los blast beats no te da ni un respiro para expulsar el vaho helado que ha poseído tu interior. En la tradición más pura de Immortal.
“Gates of Blashyrkh” es uno de los temas que enlazaría con su magna opus, At the Heart of Winter (1999), un tema que baja un poco el ritmo, lo que podríamos considerar un tema a medio tiempo, con más groove, más épico. Con interludios de punteo de guitarra “preciosistas”. 4:38 minutos que nos retrotraen a su mejor época de dicho LP. Seguida por “Grim and Dark” que sigue por la misma senda. En “Called to Ice” las guitarras cabalgan como corceles a través de las montañas heladas haciendo crujir el hielo, aumentando la velocidad y la intensidad del disco.
“Where Mountains Rise” sigue la senda de la fría épica, más relajada, excepto al final, que los blast beats acaban con tus cervicales; uno de los temas más completos del álbum. “Blacker Of Worlds” es otra violenta pieza made in Demonaz, que nos lleva al final del álbum: “Mighty Revendark”. El último corte del álbum es majestuoso. Es la pieza más larga: más de nueve minutos de pura épica, donde te sumerges en el mundo y la atmósfera creada por Demonaz, una maravilla donde el ritmo, los riffs de guitarra y la voz te acaban transportando de forma natural a At the Heart of Winter (1999).
Buen álbum, a la altura de la leyenda de Immortal. Yo situaría esta obra como una continuación de su mejor disco. Seguramente, Northern Chaos Gods (2018) lo encontraremos en las listas de lo mejor del año, no en posiciones destacadas, pero ahí estará. Un buen retorno para una banda legendaria. Ponte el disco y sumérgete en el mundo de Blashyrkh y disfruta del buen black metal. 100% recomendable.
Por cierto, yo no he echado de menos a Abbath…
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.