La fecha del 1 de noviembre hacía tiempo que estaba marcada en rojo fluorescente en las agendas de cualquiera con cierto interés por el death metal y por las raíces de la música extrema. Porque si bien es cierto que este fértil otoño nos ofrece visitas de bandas tan relevantes dentro del estilo como Aborted, Cryptopsy, Revocation o Beyond Creation (e incluso Obituary, aunque estos parecen quedar un poco escondidos al lado de todo lo que les acompaña), tanto los canadienses Kataklysm (por brutalidad en directo) como los suecos Hypocrisy (por leyendas incontestables) juegan en otra liga. Este doble cartel conforma la gran cita extrema de la recta final del año, bautizada como «Death… is Just the Beginning» en honor a los famosos recopilatorios que Nuclear Blast solía sacar en los 90 y que tantas bandas nos descubrieron a los metaleros de la época.
Buena prueba del interés que despertó la gira (más allá de los altísimos números de visitas y de reacciones en redes sociales que han tenido nuestros artículos relacionados) es que al llegar a las puertas de la Sala Razzmatazz 2 (unos minutos más tarde de lo esperado, es verdad), había una señora cola intentando hacerse paso escaleras arriba. Por suerte, avanzaba bastante rápido, con lo que en realidad no me perdí más que unos minutos de los encargados de abrir la noche, unos The Spirit ante los que ya se congregaba una cantidad de gente más que decente esparcida por una sala que, hoy sí, había dejado las cortinas en el almacén.
The Spirit
Bastante desconocidos para la mayoría de los presentes (y, en parte, también para mí), el joven cuarteto alemán supo aprovechar la oportunidad de abrir un cartel de tamaña repercusión ofreciendo un concierto muy intenso y contundente en el que su evidente similitud con bandas de black metal melódico escandinavo como Dissection se vio algo difuminada en su interesante afán de abrazar la oscuridad tanto musical como visual, creando así una atmósfera que no supe apreciar en su propuesta de estudio y que, por momentos, llegó a recordarme a cosas tan fascinantes y contagiosas como los suecos Tribulation.
Bajo unas luces infames (nuestro compañero Beto Lagarda merece un cálido aplauso por haber sido capaz de sacar alguna foto medio decente de ahí), los alemanes descargaron uno tras otro los temas de su único álbum hasta el momento, un Sounds from the Vortex que acaba de ser reeditado por Nuclear Blast (los amos del cotarro), con especial mención para la final «The Clouds of Damnation» y su infecciosa melodía de guitarra. En los escasos 35 minutos de los que dispusieron fueron capaces de convencer a un público con ganas de ser convencido y que se retiró con sonrisas de satisfacción mientras expresaba abiertamente su agradable sorpresa. Puede que incluso los buenos dineros que debe haberles costado ocupar esta posición hayan servido para algo, y esta gira sea el principio de algo grande para The Spirit. Estaremos al tanto.
Setlist The Spirit:
Sounds from the Vortex
Cosmic Fear
Fields of the Unknown
Cross the Bridge to Eternity
Illumitate the Night Sky
The Clouds of Damnation
Hypocrisy
Para mucha gente (la práctica totalidad de los que conocía yo, por lo menos) los suecos Hypocrisy suponían el gran reclamo de la noche, e incluso hubo cierta indignación ante el hecho de que no fueran ellos los que cerraran la velada y contaran con mayor tiempo de actuación. Un poco como ya ocurrió cuando Accept abrieron para Sabaton o Testament hicieron lo propio con Amon Amarth, a los fans de toda la vida les cuesta entender como una banda con tal trayectoria e influencia pueda verse relegada a abrir para alguien que, seguramente, tenga bastante menos pedigrí histórico. Pero las viscicitudes del negocio no engañan: si cierran Kataklysm, es porque Kataklysm tiene más tirón, y si bien el cuarteto liderado por el señor Tagtgren es, evidentemente, un mito incontestable, también los canadienses se han ganado un lugar en el olimpo del death metal gracias a sus potentísimos y contundentes conciertos.
Bajo las ruidosas notas del «Rock and roll Train» de AC/DC, el cuarteto sueco se subió al escenario a por todas, y como no vienen presentando ningun disco (de hecho, el último data del lejano 2013) se pueden permitir el lujo de ofrecer un repertorio verdaderamente equilibrado e incluso empezar con uno de sus mejores temas, un «Fractured Millennium» con el que se pusieron a la gente inmediatamente en el bolsillo. Mientras los punteos más melódicos se perdían en un mar de graves y las partes más contundentes sonaban verdaderamente atronadoras, Peter demostró tener un carisma visual que no te lo explicas si te pones a pensar en ello, ya que casi no dice nada y lo poco que dice se limita a los aburridos y clichés «Are you feeling good?» y «Do you want more?». Pero aún así, su mera presencia impone un respeto que solo los más grandes son capaces de imponer.
En su mayor parte, el repertorio fue una sucesión alterna de temas ràpidos con otros pesados y melódicos. Por ejemplo, a la trallera «Valley of the Damned» le sucedió la melódica «End of Disclosure» (tema que da título a su último disco y del que eché en falta la genial «Tales of Thy Spineless»), y a ésta la de nuevo trallera «Adjusting the Sun». La exitosa «Eraser» llegó más temprano de lo esperado y puso a todo el mundo a corear sus melodías icónicas antes de dar paso a un medley de sus primeros dos discos que incluyó temas como «Pleasure of Molestation», «Osculum Obscenum» y «Penetralia» y que hizo las delicias de los fans más old-school.
«Fire in the Sky» es otro exitazo personal, y disfruté mucho desgañitándome sin miramientos ante sus viperinas melodías. El dúo «Killing Art» / «War-path», por su parte, metió toda la tralla del mundo a pesar de no sonar del todo definido y concluir de forma un poco precipitada. Al público esto no pareció importarle lo más mínimo y, en consecuencia, se generó el mayor pogo que habíamos visto hasta entonces. «The Final Chapter» es una canción un poco raruna, con muchas partes habladas y un aire épico que resultaría casi prescindible en circusntancias normales pero que sirvió para pavimentar el camino al tema más esperado por muchos de los asistentes.
Y es que «Roswell 47», independientemente de lo trillado que esté a estas alturas, es un corte magnífico, simple y pegadizo que no puede no gustar. Un tema que, probablemente, ya ha alcanzado el estátus de clásico del estilo, con toda la pasión genuina y la atención ocasional que eso supone. Después de su brutal interpretación, y pasados unos escasos 55 minutos desde que se subieran al ecenario, los suecos dieron por finalizado su concierto y dejaron tras de sí un reguero de elogios unánimes que parecían ignorar el hecho de que el sonido, para mí, fue bastate mejorable, al menos desde mi posición justo enfrente de la mesa. La gente venía con muchas ganas de que le encantaran, y exactamente así ocurrió.
Setlist Hypocrisy:
Fractured Millennium
Valley of the Damned
End of Disclosure
Adjusting the Sun
Eraser
Pleasure of Molestation / Osculum Obscenum / Penetralia
Fire in the Sky
Killing Art
War-Path
The Final Chapter
Roswell 47
Kataklysm
Aunque ya estaba bastante convencido desde el día que lo anunciaron, lo que acabó de decidirme a asistir a este concierto fue el bolazo absolutamente impresionante que los canadienses Kataklysm dieron este verano en la calurosa carpa del Rock Fest sin que casi nadie se lo esperara demasiado. Ese fue, quizás sorprendentemente, mi primer encuentro cara a cara con los de Mauricio Iaccono, y la verdad es que me dejaron flipando. Meses atrás los había visto en Salamandra bajo el nombre de Ex Deo (la banda paralela de glorificación romana que tienen la práctica totalidad de sus miembros), pero parece que es cuando se suben al escenario como Kataklysm que algo hace click en ellos y se convierten, tal cual, en una auténtica metralleta capaz de atacarte con una contundencia que resulta complicado imaginarse al escuchar sus discos.
En contraste con el sonido denso y compacto de sus predecesores, Kataklysm apostaron por definir las guitarras y triggerear (quizás exageradamente) la batería, así que en vez de densidad en forma de yunque aplastándonos lentamente tuvimos que pelearnos con un pulpo armado con martillos pilones que repartía puñetazos constantes sin que llegáramos ni si quiera a darnos cuenta por dónde nos venían. Si a eso unimos que, escénicamente, Mauricio y los suyos parecen tener una energía infinita y un espíritu hardcore que, una vez más, cuesta reconocer en disco, pues solo nos queda dejar que fluya la locura, animada continuamente desde el escenario y obedecida ciega y contagiosamente por todos aquellos que se reunían en las primeras filas y que acabaron montando un pogo casi constante.
Es verdad que los primeros pasos del concierto sufrieron un sonido muy mejorable. Tanto la inicial «Narcissist» (el tema que abre también su último disco), como la brutal «The Black Sheep» o la feroz «Fire» se vieron un poco empañadas por un sonido algo caótico y un festival de triggers a destiempo que, por momentos, llegaron a ser un poco molestos. La interpretación de «Thy Serpents Tongue» supuso un punto de inflexión en ese sentido, y todas las capas acabaron por ponerse a sitio, siendo éste el primer tema que pude disfrutar de verdad. Con los miembros de la banda subidos a las plataformas y arengando a la gente sin cesar (incluso repartiendo alguna cerveza para animar la cosa aún más), los canadienses fueron repartiendo tralla sin descanso en forma de canciones como «Ten Seconds from the End», la nueva «Guillotine» o la brutal «As I Slither».
Si bien sobre un escenario son un auténtico pasote y te dejan noqueado durante la hora y diez que llegaron a tocar, si algo creo que le falta a Kataklysm es algo que se parezca a un hit como tal. Cualquier tema que toquen te puede rebentar la cabeza («Crippled & Broken», «Manipulator of Souls», «In Shadows & Dust», «Blood in Heaven»….), pero no hay ninguna que digas «¡Ahora, ésta!». Para el final suelen dejar «At the Edge of the World», que tiene un par de riffacos pegadizos que podrían acercarla vagamente a ese estatus, pero no. Yo creo que, de tener eso, los canadienses serían capaces de dar el salto a la primerísima línea del death metal, ya que directos tan intensos como el suyo hay bien pocos.
La pregunta es obvia… ¿fue el gran cartel de death metal del otoño el mejor concierto extremo del otoño? Respondo con trampa, ya que en realidad no lo sé, porque este otoño conciertil para mí empieza prácticamente ahora. Lo que sí que sé es que si bien disfruté, y mucho, de ambas descargas, ninguna de las dos logró «llegarme» lo suficiente como para dejarme ir y perder la noción del tiempo como sí que lo hacen los conciertos que me flipan de verdad. Y eso que creo que los repertorios de las dos fueron prácticamente perfectos, pero mientras Hypocrisy no me sonaron del todo bien y me resultaron algo fríos, a Kataklysm les faltó ese toque «extra» que sí tuvieron en el Rock Fest. Aún así, velada de death metal absolutamente imprescindible. Ojalá haya muchas más como ésta.
Setlist Kataklysm:
Narcissist
The Black Sheep
Fire
Thy Serpents Tongue
10 Seconds From the End
Guillotine
As I Slither
Crippled & Broken
Outsider
Manipulator of Souls
In Shadows & Dust
…And Then I Saw Blood
Blood in Heaven
At the Edge of the World
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.