Funk rock/metal en estado puro desde Los Ángeles, California. Esta es la nueva propuesta que la leyenda Mike Muir, junto con Robert Trujillo quien por aquél entonces era bajista de Suicidal Tendencies, nos presentaron a inicios de los 90. Los guitarristas Adam Siegel (Excel) y Dean Pleasants, y el batería de Jane’s Addiction, Stephen Perkins, completaban la formación. La banda fue considerada algo más que un mero proyecto paralelo para Muir y Trujillo, pues para ambos tenía la misma importancia que Suicidal Tendencies, y las dos bandas a menudo giraban juntas, lo que se traducía en dos sets agotadores (por noche) para la pareja. Su debut de 1991 (The Plague That Makes Your Booty Move… It’s the Infectious Grooves) estableció el tono y el sonido completamente diferente al de Suicidal, pues la base era 100% funk, al más puro estilo de los Red Hot Chili Peppers, con un Muir por una vez cantando de una manera, por así decirlo, más ligera.
Un par de años más tarde Perkins ya se había ido con Porno for Pyros, y fue el genial Josh Freese quien se encargaría de la base rítmica en Sarsippius’ Ark (1993), una extraña colección de canciones inéditas, temas en vivo y versiones, que se entremezclaban con interjecciones habladas de un personaje llamado Sarsippius. Pocos meses más tarde vería la luz la obra que aquí nos ocupa, un conjunto de material nuevo, más convencional, en la misma vena funk que su disco debut. La banda todavía publicaría un último álbum en el año 2000, Mas Borracho… así, sin acento en la «a»; explícale tú a un yankee qué es un acento.
El álbum, que fue lanzado al mercado en marzo de 1994 por 550 Music, es todo un trallazo funky en el que, por encima de todo, destacan dos cosas: el formidable trabajo de Trujillo tras las cuatro cuerdas, el cual ya nos dejó maravillados en, por ejemplo, Lights… Camera… Revolution (1990) de Suicidal Tendencies, y las voces de Mike Muir, quien lleva su vena funky hasta el extremo del más extremo de los extremos. La música es una combinación de funky, heavy metal y rock alternativo, con ocasionales ramalazos de thrash metal. El estilo vocal de Mike Muir es instantáneamente reconocible y, si bien la música es bastante diferente a la de Suicidal, es difícil no pensar en ellos al escuchar cualquiera de los temas, y no me refiero solo a los contenidos en este trabajo. Todas las canciones son más o menos agradables al oído, pero pocas son realmente excelentes… en mi opinión; para entendernos: le falta un «Do the Sinister» o un «Therapy», en la que colaboró (¡ojo!) el mismísimo Ozzy Osbourne; ambas están incluidas en su primer álbum.
Lo que más destaca de este álbum es su musicalidad (la instrumentación), especialmente algunas de las impresionantes líneas de bajo de Trujillo, como ya os anunciaba un poco más arriba. Y es que este tío es muy hábil. El resto de músicos también hacen un trabajo notable. Ojo, que hablamos de que es Brooks Wackerman (Bad Religion, Blink-182, Avenged Sevenfold), hermano menor del batería de Frank Zappa, Chad Wackerman, quien se esconde tras los parches. Es cuando la banda mezcla partes de thrash metal con funk metal cuando suenan más agradables («Violent & Funky»), pero desafortunadamente eso sucede con demasiada frecuencia en este trabajo.
El ritmo de las canciones, en su conjunto, es poco infectious, al contrario de lo que indica el nombre de la banda. ¿Cuál es la razón? Es difícil decirlo, pero esa constante que se repite a lo largo de todo el álbum -guitarra thrashy de Siegel Vs. guitarra funky de Pleasants-, no acaba de funcionar todo lo bien que debiera, aunque sí es cierto que los riffs más thrashy están aquí más presentes que en sus dos trabajos anteriores, así que el desafío de hacer que se entiendan mejor con las líneas de bajo es mayúsculo. La receta, si lo miramos con calma, es ciertamente agradable, pero el conjunto en general es bastante simple y un tanto repetitivo y, por ende, más aburrido y menos «travieso». Es en directo cuando estas canciones (y esta fórmula) ganan en punch, y un claro ejemplo de ello son «Violent & Funky» o «Boom Boom Boom», que causan estragos entre el personal. ¡Te dejan hecho polvo, que yo lo he vivido!
Groove Family Cyco / Snapped Lika Mutha suena en mi coche con bastante frecuencia. Es el tipo de álbum que saco de vez en cuando estoy de humor para este tipo de música (que es casi siempre, vamos) y aunque sé que algunas personas (especialmente los bajistas) están realmente enganchadas a Infectious Grooves, para mí siempre han sido una extraña evolución de Suicidal Tendencies, como un proyecto paralelo y «menos importante».
En resumen, las composiciones no están inspiradas y no van de la mano con en el ENORME potencial del grupo. «Cousin Randy» es, en mi opinión, la mejor pieza del álbum.
Dicho esto, me atrevo a decir una cosa. ¿Qué coño hace Trujillo en Metallica? No offense! Creo que su gran talento está ultra-mega desaprovechado en la banda de Hetfield. Tras la muerte de Cliff Burton en 1986, Les Claypool (Primus) fue rechazado por ser «demasiado bueno», pero una década y pico más tarde los de San Francisco no tuvieron ningún escrúpulo en el momento de aceptar a Trujillo. El tipo es uno de los bajistas de rock más talentosos que existen hoy en día, y no se le ha ocurrido otra cosa que aceptar trabajar al lado de un tipo como Lars Ulrich, pasando de sus geniales líneas funk a tocar líneas melódicas simples para Hetfield y Hammett. Todo un talento desperdiciado… a no ser que se casque «Anesthesia (Pulling Teeth)» u «Orion» él solito, pero para eso ya estaba Burton.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.