Debutar con una obra del calibre de Turn on the Bright Lights (2002) marcó el destino de una banda joven como Interpol, pues les puso en la cima antes de tiempo y, una vez estas allí, lo más fácil es no saber continuar en la excelencia. Pasaron varios discos, siempre perdiendo calidad a la par que originalidad, hasta que llegó el punto de inflexión de la banda, la salida de Carlos Dengler en 2010. Tras la ruptura, la banda se movió en otros terrenos más lentos y melódicos e incluso integraron un teclado en su sonido que supuso, con su álbum homónimo en 2010, tocar fondo.
El sexto trabajo de estudio de los neoyorquinos Interpol nos reafirma que la banda sigue atrapada en el impacto que supuso su álbum debut, con Marauder (2018) logran enderezar su rumbo tras dos álbumes demasiado flojos y totalmente «omitibles», recuperan la chispa de antaño pero siguen siendo víctimas de un debut formidable.
Su vuelta al ruedo ha contado con uno de los gurús de la producción, Dave Fridmann, conocido por hacer explotar bandas como MGMT, The Flaming Lips o Mogwai, se decantó por la grabación analógica, desmarcándose de Pro Tools y de otros programas, con la misión de captar parte de la energía y electricidad que desprende la banda en directo. Aún así, la mezcla final quedó demasiado comprimida y algo saturada.
Paul Banks, como líder indiscutible de la banda a la par de compositor, letrista y bajista, comentó recientemente que Marauder incluye elementos autobiográficos tratados con cinismo y “se expresa desde la perspectiva de un personaje principal que representa la parte de tu personalidad que no se preocupa realmente por la responsabilidad y simplemente lo hace”. A esto añado unas declaraciones de la banda afirmando que Marauder es su mejor trabajo hasta la fecha, afirmación que indiscutiblemente les viene grande.
Entrando en el disco, observamos que los mejores momentos del disco vienen cuando la banda logra librarse de la etiqueta “Interpol” y actúa a placer distanciándose por momentos de su sonido tradicional como en la vibrante apertura titulada “If You Really Love Nothing”, la indie-rocker con toques blues “The Rover”, la funky y genial “It Probably Matters” -que cierra el disco con la dualidad oscuridad/luminosidad-, y la agresiva “Number 10”. A su vez, temas como “Flight of Fancy” y su apoteósico cierre, la relajada “NYSMAW” o la poderosa “Stay in Touch”, siguen el patrón clásico de la banda con sencillez y soltura. Musicalmente la banda ejecuta un buen trabajo que pierde enteros cuando se añaden unas muy poco arriesgadas voces de Paul Banks.
Marauder es un disco con fuerza, un trabajo que demuestra que la banda se resiste a morir y desea más que nada volver a la cima aún sabiendo que el camino no será nunca fácil. Logran recuperar el espíritu que residía en la banda antes de la salida de Carlos Dengler, aunque la calidad aún esté por debajo de los tres primeros álbumes de la banda.