Cuando uno se pone a vagar sin rumbo por la inmensidad de internet, muy mal se le tiene que dar la expedición para no acabar topándose con alguna sorpresa totalmente desconocida pero más que aceptable. Pues fue en uno de estos deambulares donde me vine a encontrar con un trío californiano llamado Intranced y su lanzamiento homónimo, que ya tiene su hueco en mi particular sección de “no esperaba nada porque nada podía esperar, pero aquí se queda por el buen ratejo que he pasado”.
Una ojeada a los componentes de la banda y a sus respectivos currículums basta para hacerse una idea de lo que el debut nos puede ofrecer: encontramos nombres como Fortress, White Wizzard o Witherfall, que ya nos van marcando la aguja de la brújula hacia el heavy. Y aunque su batería sí se ha movido en otros terrenos como el doom con Begotten o el thrash con Serpent Crown, en mayo de este mismo año demostró con Poisoned Chalice que si había que ponerse a hacer heavy, no iba a tener problema ninguno.
Así que tanteado un poco el terreno -más por curiosidad y afán de conocer bandas que por otra cosa, he de decirlo-, sólo queda dejarse llevar por este nuevo proyecto, que nos recibe con “Ángeles Nocturnos”, una épica intro que da paso a “Upside Down”, para ir poniéndonos las pilas. Heavy rock limpio, para nada cargado, preparado para entrar en toda clase de oídos sin necesidad de tener que convencerles.
Si alguien escucha los primeros treinta segundos de “Dream Lover” y no piensa en Scorpions, sólo hay una explicación: nunca ha escuchado a Klaus Meine y compañía. El tema se reconduce al heavy que el trío ha venido a repartir, con un estribillo innegociable y un in crescendo final encargado de contagiarnos con su adrenalina.
En “El gran deseo” se hace patente que, en California, los años de laca, mallas y maquillaje dejaron una sombra alargada. Sí, la base del tema es la que es, pero sobrevuela continuamente un aire a hair metal imposible de ignorar. Hasta el último tramo, donde Intranced se sacuden cualquier vestigio del Sunset Strip ochentero y retoman su tralla metalera, cuyo relevo recoge “Intranced”, dando nombre a la formación y sonando como un tema redondo, sin ninguna intención de ofrecer tregua en ningún flanco. Un corte hecho a medida para abrir los bolos. O para cerrarlos. O para ambas cosas y hacer un concierto sándwich.
La acústica “Danza macabra” sirve de outro a esta primera toma de contacto con un power trio al que le han bastado menos de veinte minutos para hacernos saber, una vez más, que queda mucho futuro en el heavy.