A mediados de los dos miles apareció de golpe y porrazo un grupo que captó mi atención con un Ep llamado Null (2006) de un metal bastante alocado con toques post y progresivos en la onda de otros grupos como Burst, Nero Di Marte, The Ocean, etc. A partir de ese momento empecé a seguir cada lanzamiento que han ido sacando y la verdad que nunca me han decepcionado. El climax total llegó el día que los pude ver en directo en Razz 3 junto a Nami. Buff, vaya bolazo. Cuando anunciaron que estaban trabajando en un nuevo disco empecé a salivar bastante y a contar los días para poder disfrutar de otro viaje psicodélico lleno de colores cambiantes y mundos extraños. Es lo que imagino cuando escucho su música y sin necesidad (a veces) de drogas o bebidas espirituosas.
Con la salida de su batería Danny Walker pensé que les costaría encontrar un buen sustituto pero me equivoqué. Alex Rüdinger, un joven estadounidense y un gran talento de los tambores ha realizado una tarea impresionante, y si habéis visto alguno de sus vídeos o alguna de sus múltiples colaboraciones, sabréis que es todo un portento. Y bien, a Walker lo podemos seguir disfrutando en otros grupos como O Zorn!, Phobia y en el disco Results (2012) de Murder Construct, recomendado para todo amante del death/grind más salvaje.
Este 2020 nos presentan su sexto disco de estudio llamado Fluid Existential Inversions en el que vuelven con su particular estilo sin muchos cambios pero si con algunos detalles nuevos. Si eres fan del grupo seguro que ya lo habrás escuchado pero si eres un neófito de su particular visión musical voy a intentar explicar un poco que te vas a encontrar en su interior.
Se nos presentan con una extraña y corta introducción que no acabo de entender muy bien ya que si hubiesen empezado directamente con «Cubensis» nadie hubiese notado ninguna diferencia. Al segundo te das cuenta que son ellos con esos pasajes oníricos y esas voces delicadas que no dudan en endurecer su semblante cuando la canción lo requiere. Los riffs son retorcidos y el bajo los acompaña a la perfección creando una atmósfera un tanto lisérgica con una batería que lo cuadra y encaja todo.
Las canciones son largas con una duración que se mueve entre los seis y siete minutos. Eso no os debe asustar ya que tienen la suficiente capacidad para mantener tu atención con los cambios y diversos pasajes que las conforman. Pero si que me gustaría un poco más de variedad ya que casi todo lo que nos muestran aquí ya es más que conocido si has escuchado sus otros trabajos. Eso sí, fascinantes son los juegos que hacen entre las dos guitarras creando partes muy bonitas y etéreas.
«The Cull» es más oscura, más agresiva y cambiando radicalmente la dulzura de la anterior canción. La producción es perfecta y nos ayuda a poder apreciar los instrumentos de una forma orgánica y precisa. Aquí encuentro que han querido innovar un poco pero tampoco es para tirar cohetes. Vuelven a sus trece con los típicos juegos de voces entre ambos guitarristas para luego enfadarse un poco, pero no mucho. Vais a flipar con el trabajo de batería.
Otra rara introducción para entrar de golpe a «Contrapasso», una canción muy metal con unas guitarras que saben jugar bien con los arrastres y los diversos momentos que conforman la primera fase de la canción. En la parte intermedia nos ofrecen una parte muy post, más sosegada, para seguir de nuevo con sus voces y su particular estilo. Pocas novedades más.
Una de las mejores canciones del disco para mí es sin duda «Speaking of Orbs» que junto a «Cubensis» fueron los dos singles de presentación. Esta abraza todos y cada uno de los elementos que siempre han acompañado a los californianos en su carrera musical. Aunque la siguiente no se queda atrás y nos muestra a unos Intronaut un poco más díscolos, un tanto circenses y es que «Tripolar» parece la banda sonora de un mundo plagado de payasos, pelotas gigantes y mucho confeti, siempre en el buen sentido.
Siguen por la misma senda que nos han mostrado hasta ahora en «Check Your Misfortune» con algunos momentos más agresivos pero sin variar la fórmula. Aunque con la siguiente «Pangloss» y esos ritmos más marcados a medio tiempo nos pueden recordar a esos maravillosos años 90 y aquí si que notamos un poco más de riesgo y experimentación encuadrando la canción en una tesitura más oscura pero que no persiste a lo largo de su duración.
Y llegamos a la última pieza y más larga del trabajo donde se nos presentan mucho más progresivos (si es que no lo son ya suficientemente). A destacar los geniales riffs y diversos fraseos que nos regalan pero que tampoco aportan muchas novedades más.
En resumen se trata de un buen disco, una producción perfecta pero lo noto demasiado continuista y que suena en muchos tramos a trabajos anteriores y creo que este estancamiento puede acarrear un poco de aburrimiento al oyente y por consiguiente no hacer una escucha de todo el disco. A ver si en el próximo disco se arriesgan un poco más. Por cierto, creo que ya va siendo hora que se busquen otro diseñador para sus portadas.