Menuda efeméride tenemos hoy con el 40 aniversario de este Powerslave (1984), el quinto trabajo de los legendarios Iron Maiden. Fue un trabajo importante en su carrera, ya que les catapultó aún más al estrellato. La consiguiente gira mundial fue monumental, siendo la primera vez que una banda de metal tocaba tras el telón de acero. También llevó a la doncella a América Latina por primera vez, tocando en el primer festival Rock in Rio frente a 350.000 personas.
Y no es para menos, porque cuando empezamos a analizar el álbum, vemos que tiene una colección de temazos inapelable. La primera pista, «Aces High» ha quedado como un clásico de la banda, con esas guitarras dobladas tan icónicas y un pedazo de estribillo donde la voz de Bruce Dickinson brilla con luz propia. El vocalista nos habla sobre la batalla de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, desde la perspectiva de un piloto.
La cosa sigue al rojo vivo con «2 Minutes to Midnight», otro gran éxito de la banda que también fue single en su momento. Ese riff principal grita heavy metal como pocos, y sus seis minutos de duración se pasan como si fuera un tema de tres de lo bien cohesionada que está.
Pocas bandas actuales tendrían los huevos de colocar un tema instrumental tan temprano, pero «Losfer Words (Big ‘Orra)» aparece en la tercera pista con ese juego de guitarras que Maiden llevaban practicando desde los primeros discos. Steve Harris lleva la mezcla en volandas con su sonidazo de bajo, en una canción que rebosa años 80. Ya no se hacen cosas así hoy en día…
«Flash of the Blade» nos lleva a registros casi power-metaleros, con unos agudos de Dickinson espectaculares y las diferentes secciones basadas en acordes que bien podrían recordarnos a grupos como Helloween. En cambio, «The Duellists» es Iron Maiden puro como el que podríamos encontrar en Number of the Beast (1982), con ese ritmo a 6/8 armonías de guitarra para parar un tren.
La más cañera «Back in the Village» incorpora ese d-beat que le dio color a la nueva ola del heavy metal británico, cogiendo la energía del punk y añandiéndola al metal existente en la época. En esta ocasión, los trotes de Steve Harris pueden llegar a recordarnos a Motörhead, añadiéndole sus característicos arreglos por todas partes. Se puede decir esto perfectamente de cada una, pero vaya temazo.
Pero lo mejor está por llegar con la pista título, y es que «Powerslave» suena como la portada del disco misma: grandilocuente, épica y con un feeling egipcio muy bien encontrado. Por cierto, no os perdáis el artículo de mi pana Beto Lagarda sobre la obra de arte que ilustra este álbum. Para mí, aquí tenemos los minutos más sobresalientes del plástico, con esos condenados coros y una parte intermedia para enmarcar, con una serie de solos que van subiendo magistralmente de intensidad. Sería increíble ver eso en directo actualmente, aunque de momento tenemos la grabación del disco en vivo Live After Death (1985), que os dejo a la derecha para que lo flipéis.
Pero ojo, que la cosa no acaba aquí, pues con «Rime of the Ancient Mariner» llegaba la que fue la canción más larga de la historia de la banda, al menos hasta el lanzamiento de The Book of Souls (2015). Con la friolera de 13 minutos y medio, nos metemos de lleno en la faceta más progresiva y experimental de Iron Maiden. El maestro Steve Harris nos lleva por diferentes pasajes haciendo que este cuarto de hora se pase volando. Pocas bandas son capaces de tal azaña.
Y así pues, llegamos al final de Powerslave, sin duda un disco clave en la discografía de los ingleses, y en mi opinión uno de sus mejores esfuerzos y un tesoro para la historia del heavy metal. ¡Recemos a Osiris para que se les ocurra de hacer una gira temática celebrando estos 40 años!
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.