Siempre me ha caído muy bien Piet Sielck y los discos de Iron Savior siempre tienen buenas canciones manteniendo la llama encendida del power metal de los 90. Cuando muchos desistieron él continuó, con una buena banda y con toda la ilusión intacta. Siguen con la ciencia ficción como temática y esos viajes por el espacio que esta vez incluyen disparos y fantasía sideral. Es un disco muy completo e interesante, aunque si odias el estilo mejor que ni te acerques.
La pandemia azotó al grupo dejando a Jan Eckert muy tocado si bien se ha podido recuperar perfectamente del Covid. Los meses de encierro de Piet tampoco le han servido de mucho pues lo depresivo nunca ha ido con los Savoir. Él bromea diciendo que para una banda de Seattle puede que sí, pero ellos son muy positivos y la situación les ha lastrado más que darles tiempo para hacer cosas, y para nada han sido días en los que pudiera tomar inspiración para las letras.
Tras la intro de rigor el grupo da otra buena muestra de lo que ha ofrecido siempre: buenos estribillos y material a medio camino entre el heavy metal tradicional y el power metal. Coreable e hímnica es “Skycrest” si bien se adivinan unos coros más producidos y tratados dando un toque más melódico si cabe. En cuanto a letras siguen los mismos tópicos de cuando empezaron, algo que agradecerán sus más acérrimos seguidores. En “Our Time Has Come” hay otro paso adelante hacia la melodía firmando un buen trabajo en la fórmula de verso + puente + estribillo.
A nivel de solos de guitarra hay un muy buen trabajo general. En “Hellbreaker” hay un acercamiento al metal más tradicional y en los arreglos encontramos desde teclados a lásers. La vena más Gamma Ray está en ese single que es “Souleater”, un tema que casi parece compuesto por Kai Hansen y que es de lo mejor del trabajo. Funciona perfectamente ese “Welcome to the New World” con esos elementos tan clásicos para Iron Savior. Rememoran los días de Condition Red y dejan una buena muestra de que en cuanto a guitarras tienen muchas buenas ideas que ofrecer.
Los coros en canon de “There Can Be only One” lucen si bien la repetición de esquemas se hace más que notoria. Buen estribillo en la intensa “Silver Bullet” con el doble bombo de Patrick Klose de base y esos repuntes de teclado de Eckert. La dupla de guitarras formada por Sielck y “Piesel” sigue dando grandes momentos de precisión melódica. Vuelve la onda Judas–Accept en “Raise the Flag”, con toques más oscuros y con un groove muy conseguido, rematando con un solo muy rockero y mucho reverb en la batería.
Afortunadamente para el disco hay momentos de variedad y algo de riesgo como la muy melódica y pegadiza “End of the Rainbow”. Hard rock con producción powermetalera que no queda nada mal y que es de lo más atractivo de esta obra. También Piet tiene más exigencia vocal y necesitará de coros en directo. En la misma línea de probar cosas diferentes encontramos la sentida balada “Ease Your Pain” en la que, posiblemente, el vocalista se exige como nunca. Acústicas y delicadeza con buenos resultados. El cierre lo pone “Ode to the Brave”, siendo un buen final en el que incluyen uno de los grandes solos del disco con guitarras dobladas.
Puede que los buenos tiempos para Iron Savior ya hayan pasado y que sus giras no congreguen precisamente a multitudes, de todas formas, ellos van a seguir luchando, y os puedo asegurar que el señor Sielck ha aportado muchísimo a la causa. Pieza clave en los primeros pasos de Helloween y afamado productor, sigue apostando por su viaje galáctico. No desentonarán estas composiciones entre sus muchos clásicos, por lo que si vuelve… estaremos allí.