¿Tienes una hora libre y te apetece escuchar un poco de metal melódico bien hecho y producido proveniente de tierras nórdicas? ¡Dale al play y déjate llevar! No vas a descubrir nada nuevo ni revolucionario, pero suena tan agradable, que al menos a mí me ha hecho entrar en bucle casi sin darme cuenta. Si ponemos en una coctelera bandas como Sonata Arctica, Soilwork, Stratovarius, Brother Firetribe y The Dark Element, te harás un poco a la idea del sabor que tiene este trabajo, especialmente gracias al toque personal de todos y cada uno de los cantantes que asoman por aquí pertenecientes en la mayoría de los casos a la factoría Frontiers Music s.r.l., tan dada a intercambiar piezas y crear proyectos nuevos con ellas. Nada más ni nada menos que ocho voces distintas son las encargadas de acompañarnos por un total de diez paisajes que conforman esta obra difícil de encasillar por los múltiples elementos que aglutinan: power, sinfónico, AOR, pop, folk, progresivo, metal… Todo ello en una mezcla singular que antepone la melodía sobre el virtuosismo y la técnica.
Antes de entrar en materia, hacer una breve mención a la portada. ¿No resulta cautivadora? En ella podemos apreciar un ángel de aspecto muy humano, como si hubiera sido empujado por la onda expansiva de una explosión, o cayendo sin más desde territorios celestiales, dando como resultado la pérdida de la antorcha que sostenía. La imagen en tonos oscuros, que ya impacta de por sí, contrasta con esos pequeños toques de luz que imprime el fuego. A mí portadas como ésta, ya despiertan mi interés en su contenido. Si luego refleja o no el espíritu del álbum, eso ya es harina de otro costal que cada uno debe juzgar por sí mismo…
Presentar al músico finés que ha ideado My Father’s Son, Jani Llimatainen, es de obligado cumplimiento para ponernos en antecedentes. Guitarrista y miembro fundador de Sonata Arctica, tras su partida de dicha banda ha estado desarrollando su actividad en tres proyectos notorios, Cain’s Offering junto al vocalista Timo Kotipelto (Stratovarius), The Dark Element junto a Anette Olzon, ex vocalista de Nightwish, y en la banda de death metal melódico Insomnium. No es de extrañar, por tanto, que viejos conocidos tales y como los vocalistas Tony Kakko, Timo Kotipelto y Anette Olzon colaboren en este proyecto, junto a otras nuevas incorporaciones como son Björn Strid, Renan Zonta, Pekka Heino y Antti Railio. El resto de instrumentación corre a cargo de Jonas Kuhlberg al bajo (One Desire) y Rolf Pilve a la batería (Stratovarius). ¿Se puede considerar algo positivo tanta diversidad de voces y estilos en un mismo trabajo, o, por el contrario, hacen del resultado final algo un tanto disperso? Como siempre, dependerá un tanto de las expectativas y preferencias personales. Donde algunos ven un punto débil, otros precisamente lo enfocan en sentido contrario. Yo que tiendo a buscar siempre lo bueno de cada situación, voy a considerar My Father’s Son como una ventana abierta por la que mirar diferentes paisajes. ¿Cómo encaja Jani Llimatainen en esta tesitura? ¿Y en esta otra? Pues lo dicho, ¡a contemplar paisajes!
“Breathing Divinity” abre este My Father’s Son de la mejor manera posible, con un ritmo pausado y una sugerente voz fácilmente distinguible, la de Björn Strid, que nos da una cálida y melódica bienvenida, asemejándose de esta manera más a sus registros con The Night Flight Orchestra que no con Soilwork. Teclados envolventes junto a un enérgico estribillo de lo más contagioso, nos dejan con la sensación de estar escuchando uno de los ganchos del álbum, no por nada ha sido escogido como último sencillo y no podríamos estar más de acuerdo. Un final instrumental acompañado de unas voces susurrantes le da un aire de misticismo que le viene muy bien como conclusión. Constatamos ya en este primer tema la ausencia de solos, cosa que nos da que pensar que el foco de atención no está tanto en destacar elementos como en crear atmósferas. Nos vamos a sonoridades más power metaleras con la siguiente “All Dreams Are Born to Die” de la mano de Tony Kakko, que tanto nos recuerda a los Sonata Arctica de los inicios, aunque también podríamos equipararlo a Stratovarius (recordemos que casualmente o no, Rolf Pilve está tras los parches). Estructura bastante clásica pero que viene enriquecida por un puente muy épico en el que destaca un solo de teclado a cargo de Jens Johansson (asomando de nuevo esas influencias a lo Stratovarius). Como primer sencillo de presentación posee los elementos que como tal se le requieren, fuerza y melodía fácilmente reconocible.
“What Do You Want” suena moderna de buen principio con esos teclados iniciales que lo inundan todo y un Renan Zonta a las voces que interpreta a las mil maravillas y que se está convirtiendo en el nuevo Ronnie Romero de la factoría Frontiers, pues no para de hacer colaboraciones a doquier además de compaginarlo con su propia banda Electric Mob. Aquí vuelven a jugar como en el primer tema con el contraste rítmico entre estrofas (más lentas y sugerentes) y estribillo (mucho más enérgico), dando como resultado un tema dinámico que de nuevo engancha bastante por sus melodías. Y ya va una triada seguida de temas más que interesantes y variados, pero como la cosa no puede seguir así in eternum, toca bajar un poco las revoluciones y pasarnos a territorio baladístico. Timo Kotipelto canta de forma melancólica sobre un piano evocador, subiendo poco a poco la intensidad a medida que se incorporan el resto de los instrumentos, y los tonos, que alcanzan notas más agudas en el estribillo. Curiosamente el tema se cierra con un fraseo de guitarra emulando la melodía principal del tema, aportándole cierta originalidad dentro de la linealidad que venía manteniendo. Tema épico donde los haya, me deja cierto regustillo a balada de Ghost.
A continuación, pasamos directamente a sonoridades poperas ochenteras con “Side By Side”, cantada por Pekka Heino (Brother Firetribe). Mucha vitalidad y positividad en sus letras y su espíritu, transmite buen rollo a raudales y ya nos acaba de ganar gracias a la presencia de un saxo a cargo de Janne Huttunen, solo incluido. Frenamos el ritmo de nuevo con “The Music Box”, un medio tiempo que permite el lucimiento de nuevo del brasileño Renan Zonta a las voces. De este tema destacaría un punto de inflexión que le da un pequeño solo de guitarra y que hace que, a partir de él, retomemos la estructura inicial, pero a un ritmo mayor y con más presencia de teclados y riffs de guitarra. Un piano omnipresente le da el colorido que le falta para acabar de destacar y le aporta un final de categoría. “Into the Fray”, segundo sencillo de este trabajo, combina potencia power con esa super veloz melódica de Timo Kotipelto, que se luce en especial en un estribillo de tonos altos que fácilmente podrás dejar de tararear tras su escucha. Toda esa energía irradiada queda contrarrestada con el siguiente “I Could Stop Now”, interpretada por Anette Olzon a las voces. De aire folk, se inicia de manera acústica y de nuevo son las teclas las que le aportan un plus. Quizá son de los temas que menos me impresionan, pero se ha de reconocer que vuelve a contener melodías bastante interesantes.
El mismísimo Jani Llimatainen es el encargado de cantar en “Haunted House”, una balada lineal tan solo matizada por un final más épico, en la que de nuevo volvemos la idea de crear una atmósfera determinada sin destacar nada en concreto. Nuestro protagonista se siente vacío al quedarse solo en su hogar, y es precisamente esa tristeza la que nos quieren transmitir con este tema de ritmo pausado y sonoridades melancólicas en las que, cómo no, no podían faltar ni un piano ni una guitarra acústica.
El tema homónimo de más de once minutos “My Father’s Son” cierra este trabajo con un estilo muy progresivo, y es que su larga duración da mucho juego para desplegar todas las capacidades compositivas de Jani Llimatainen. Aquí podrás identificar todos los elementos que has ido escuchando a lo largo de todo el trabajo aglutinados. Si bien el tema empieza de una manera bastante potente y de alguna manera agresiva en su mensaje (cosa que percibirás si analizas su letra de rabia hacia la figura del padre del narrador), hacia la mitad se produce un giro radical desembocando en un tramo orquestado mucho más cinemático. Antti Ratio es el encargado de poner voces a esta epopeya final que nos muestra una composición mucho más compleja que todas las anteriores y que, por lógica, requiere de más de una escucha para captar en su totalidad ya que aquí hay capas y capas que ir desgranando.
Retomando la reflexión sobre la disparidad estilística y vocal con la que empezábamos el análisis de este My Father’s Son, thumbs up, para mí es un sí rotundo, un acierto llamado versatilidad de la que parece que Jani Llimatainen va sobrado.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!