A estas alturas, nadie les discutirá a los madrileños Jardin de la Croix un lugar en el olimpo del rock instrumental de nuestro país. Probablemente, de hecho, y si no fuera por la existencia onmipotente e indiscultible de sus conciudadanos Toundra, este delicioso, elegante y talentoso cuarteto sería la banda más representativa de eso a lo que según quién se lo mire podrá llamar post rock, math rock o rock progresivo instrumental en toda la península. Llámalo como quieras, pero lo que está claro es que lo de estos chicos es verdaderamente digno de elogio. Y este brevísimo y manifiestamente insuficiente Letargo no hace sino confirmarlos como unos grandes indiscutibles tanto de nuestra escena como de cualquier otra en la que los queramos colocar.
Muchos podréis pensar que eso de publicar un triste EP de tan solo dos temas después de tenernos tres años esperando desde su anterior y celebrado Circadia sabe bastante a poco. Eso mismo es lo que pensé yo al descubrirlo (ya que, por lo que parece, decidí ignorar por completo la nota de prensa que recibimos sobre el tema hace un par de meses), pero para la tranquilidad de todos, este Letargo supone solamente la primera de las tres partes que formarán el nuevo trabajo completo de los madrileños (en el que, por cierto, abandonan el inglés con el que habían titulado tanto sus canciones como sus discos hasta ahora en favor del castellano). Por un lado, esa división les permitirá tratar el desarrollo secuencial del disco de una forma más potente y expresiva, mientras que a la vez también conseguirán un mayor tiempo de exposición al público.
Ese anterior Circadia dejó el listón altísimo y fue el disco con el que maduraron definitivamente como banda, alcanzando un nivel de emotividad y calidez que aún no habíamos visto emanar antes de su espectacular calidad técnica. Ese trabajo, publicado ya bajo el auspicio de la siempre confiable discográfica barcelonesa Aloud Music, los llevó a perfeccionar la calidad de su directo, a tocar en muchos de los grandes festivales de la península, desde el Resurrection Fest al Download, del Mad Cool al Be Prog! y al Primavera Sound, así como pegar el salto hasta el mítico y prestigioso ArcTanGent británico, una de las cunas del prog a nivel europeo. Evidentemente, es muy posible que la escucha de solamente dos nuevas canciones no sea aún suficiente como para afirmar nada de forma categórica, pero mi instinto me dice que con esta trilogía tienen toda la pinta de superar todo lo que han hecho hasta ahora.
El primer motivo de placer sensorial cuando nos enfrentamos a este trabajo es la preciosa, serena y expresiva portada, obra de la artista madrileña Rebeca Valenciano. Tras ella se esconden dieciséis minutos de emociones y de bacanal técnica al servicio de la música y de la expresividad que cada día son más capaces de alcanzar con mayor naturalidad. Tanto la inicial “Brechas” como la final “Ciclos” (que todos hemos podido escuchar hace ya unos días) son un par de pequeñas maravillas que se deslizan ante ti en un abrir y cerrar de ojos. Potentes, melancólicas y culebreras, son dos temas absolutamente marca de la casa que transcurren por multitud de pasajes tan piversos como los tappings agudos, los ritmos imposibles de batería o el delicioso contraste entre la emotiva potencia que emana de sus partes más intensas y la delicadeza de sus fraseos más suaves, ya sean a base de piano, de guitarras acústicas o de pequeños detalles sintetizados.
No te darás ni cuenta y te verás buscando de nuevo el botón del Play, ya que los dos temas que forman este pequeño Letargo pasan verdaderamente volando y te dejan con muchas, muchísimas ganas de más. Y es que si esto es lo que nos tienen preparados los chicos de Jardín de la Croix en lo que nos queda por delante de esta trilogía, ya podemos ir preparando todos el cubo para las babas. Los madrileños no paran de crecer, y este nuevo disco apunta a llevarlos a un escalón de calidad y atractivo aún más elevado.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.