Jerry Cantrell está de vuelta en su carrera en solitario con un inesperado tercer disco. Inesperado pues parecía completamente centrado en la expansión de su banda madre Alice in Chains. Recordaremos que recientemente la banda de Seattle publicó el sobresaliente Rainier Fog (2018).
Su nuevo disco se titula Brighten y, estilísticamente es una continuación pura y dura de Rainier Fog. Repasando su legado, Boggy Depot (1998) fue un disco grunge clásico de enorme potencial. Por otro lado, Degradation Trip (2002) nos mostró la versión más cruda de la vida con un disco más cercano al rock alternativo, se trataba de un disco introspectivo, depresivo, sombrío y pesimista en el que el guitarrista mostraba su alma desnuda.
Brighten llega 19 años más tarde y es un disco de grunge alternativo con cierto aroma a country. Es un disco luminoso. Con un gran trabajo de guitarra como era de esperar. El disco cuenta con varios colaboradores de lujo como Duff McKagan o Greg Puciato (The Dillinger Escape Plan). Colaboradores que, si bien pasan bastante desapercibidos, dan muestra de que Jerry tiene un poder de atracción muy relevante.
Canciones notables como “Atone”, “Siren Song” o “Brighten” se entremezclan con otras menos carismáticas como las totalmente omitibles “Dismembered” o “Nobody Breaks You”. Como cierre, encontramos una notable versión de “Goodbye” de Elton John.
Su tercer disco no pasará a la historia como un disco imprescindible, pero aún así da muestras claras de que Jerry es y siempre será siempre una de las mentes más clarividentes dentro de la escena de Seattle. Brighten es un disco apto para todo oyente, para todo fan. Un disco muy ligero, ameno e incluso apetecible. Será por su cálida voz, por la esencia tan Alice in Chains, o por su rasgueo inconfundible de guitarra. Pero Brighten cumple notablemente con su cometido.