Joel Hoekstra, conocido a día de hoy por ser el guitarrista de Whitesnake y, también, de la Trans Siberian Orchestra. Pero la carrera de Joel Hoekstra va mucho más allá. Nombres como el de Cher, Glenn Hughes o Joan Jett, entre una larguísima lista, dan una pincelada de lo que este señor puede hacer con su instrumento, su sapiencia y unos cuantos amigos de mucho peso. Y es que no es el álbum de un guitar hero a lo antaño, como hacían Steve Vai o Satriani, donde todo estaba al servicio de las seis cuerdas, llegando a prescindir, incluso, de voz. Aquí, en este disco, las protagonistas absolutas son las canciones, gusten o no, en vez de una parte de ellas. Los colegas que le acompañan así lo demuestran: Russel Allen (Symphony X) a la voz, Vinny Appice (Dio) a la batería, Tony Franklin (The Firm) al bajo y don Derek Sherinian (Dream Theater, Sons of Apollo) a los teclados. Estos como fijos, pero es que la lista de invitados incluye, por ejemplo, a Jeff Scott Soto y Lenny Castro (Toto). Casi nada…
El álbum está enteramente pensado, compuesto, maquetado, producido y cualquier otra cosa por Hoesktra, y el resultado es más que notable. Tenemos aquí hard rock elegante, del que se toca con americana, lleno de melodías serias y bien pensadas a todos los niveles (instrumental, vocal…), y bastante diferentes entre sí dentro de una homogeneidad interesante. Podemos ver lo que el mismo Joel dice:
Hace años lancé tres álbumes en solitario que eran principalmente música de guitarra instrumental. Con Joel Hoekstra’s 13, comencé a trabajar en algo que muestra mi producción, escritura y forma de tocar en el género por el que soy conocido, que es el hard rock melódico. Running Games está más centrado y es más maduro en comparación con el Dying to Live (2015) y esperamos que los fans lo disfruten.
Bueno, el mismo lo explica en el párrafo anterior, así que decimos que el álbum tiene 11 temas (12 en según que ediciones) en, aproximadamente, una hora, y pasamos a analizarlas.
Empezamos con “Finish Line”, uno de los destacados, con aires claros a algún tema de Dio en su inicio, y un nivel ejecutivo de todos los miembros tremendo. Las estrofas son brillantes y el estribillo no se va ni con agua caliente. Menuda manera de empezar. Pero es que “I’m Gonna Lose It” no va por detrás. Con una melodía inicial facilona, el tema será de los favoritos de aquellos oyentes antémicos, pues un himno es lo que parece ser. “Hard to Say Goodbye” baja las revoluciones, convirtiéndose en un claro ejemplo de lo que es una estructura y ritmo clásico de hard rock. De nuevo el estribillo sobresale en un nivel que sigue siendo altísimo en todos los pasajes del tema. Acabamos el cuarteto inicial con “How Do You”, que profundiza en lo anteriormente dicho, con menos revoluciones, con toques acústicos muy interesantes y, como en todo el disco, con un soberbio Allen. El estribillo de este tema, eso sí, me parece tremendamente melancólico, pero sin llegar a ser triste. Como pasear bajo la lluvia sin rumbo fijo y sin paraguas.
Hasta ahora todo muy serio, pero que no falte el vacile casi funky con “Heart Attack”, otra demostración de fuerza en todos los componentes. Como es normal en este estilo de música, lo que más sobresale es la línea vocal, y aquí no es excepción. Más oscuro, arcano y misterioso es “Fantasy”, que te llama entre sombras y riffs entrecortados para llamar tu atención de forma notable en su estribillo. Más potente, clásicamente hablando, viene “Lonely Days”, otros de los temas más destacados y con un estribillo puro AOR ochentero. Y para que el protagonista toque el cielo compuso “Reach the Sky”, en el que se luce (bueno, se luce durante todo el disco) junto a Derek y la voz elástica de Allen. Temón, aunque a mi me gustan un pelín más rápidos.
Vamos a la recta final, nos quedan tres, ya que la versión que tengo no contiene el bonus track “Lay Down Your Love”. Y hablando de amor, su destrozo nos llega con el tema nueve, “Cried Enough for You”. Empieza triste y melancólico, pero rápidamente sale la mala leche que le entra a un@ cuando le dejan. Potente, oscuro y lleno de rabia, es un tema para escuchar tranquilamente (no me he equivocado, no), pues los cambios de ritmo, de electricidad y los mil detalles lo hacen realmente interesante. Ganamos un poco de melodía o intensidad con “Take What’s Mine”, en el que Appice hace un trabajo muy bueno y la ambientación de los teclados también lo es. El estribillo vuelve a ser para cantar a todo pulmón, y las dos caras más visibles del proyecto (guitarra y voz) brillan por su versatilidad. Llega el final con el homónimo “Running Games”, mucho más suave y delicado que el resto del disco, casi balada y con arreglos que hacen de él un tema que, aunque no es de mis predilectos, no sobra en absoluto.
No ha empezado nada mal, en lo estrictamente musical, este 2021. Este disco tiene todo lo que un buen disco del género debe tener, y lo tiene en cantidades grandes, enormes. Clase, técnica, arreglos y composiciones que harán de Running Games uno de los discos de hard rock de este año. ¡Brutal!
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.