Dudo que encuentres algún fan de Jon Bon Jovi que tenga este disco (hoy hace 30 años) como uno de sus favoritos, pero cuidadito, hay temas de culto en esta obra. Será siempre recordado por ser el primer disco en solitario del fenómeno de New Jersey, por ser visto como una amenaza que se cargaba a Bon Jovi como grupo o porque fue destinado a la banda sonora de un film con Emilio Estevez de protagonista. El actor estaba enamorado de “Wanted Dead or Alive” y le pidió el tema a Jovi para su film. Él tenía una idea mucho mejor… Un western con mucho de hard rock en su estética a pesar de que aquí no vas a disfrutar de rock en mayúsculas precisamente. El estatus de Jon en esos tiempos seguía creciendo tras dos discos que llegaron a lo más alto en todo el globo y ya era un artista de grandes arenas. La gente se sabía la formación que llevaba en esos tiempos y su figura y cara forraba las carpetas de las adolescentes de la época. El fin del hard rock estaba a punto de llegar, pero él poseía el alma de francotirador. Iba más allá del glam rock angelino y la peluquería como imagen. También fue de las grandes bandas que mejor supo capear el temporal del grunge. Él y Bryan Adams no recibieron una buena ostia como muchos de sus coetáneos y pudieron surfear la ola, incluso ganaron público y ventas.
Las relaciones en el seno de Bon Jovi eran muy malas en 1990, hartos de convivir en mastodónticas e interminables giras que ponían a prueba la capacidad de resistencia. Así que Jon decidió tomarse un tiempo a la vez que daba rienda suelta a su cabal de grandes composiciones que le rondaban la cabeza. Aparcó el rock duro para todos los públicos y se centró en la propuesta de un tema para una banda sonora. La cosa fue a más y terminó firmando su primer disco en solitario en el que tiraba de medios tiempos, baladas y aire western. Era un punto de inflexión. El Bon Jovi de los 80 quedaba aparcado para siempre y a partir de allí aparecía un tipo más maduro, alejado del pelo crepado. Tampoco renunciaría a su imagen de sex symbol, eso nunca. Ojito al póster del disco, todo un forajido rompecorazones armado con una guitarrita. Hay aquí algunas de sus imágenes más recordadas. Jovi vendía su alma al country que siempre había amado y la primera piedra estaba puesta. Nunca volvería a ser el de antes…
El elenco de amistades y músicos estelares quita el hipo. Es estelar, absolutamente. Hay aquí a Kenny Aronoff a la batería, su amigo del alma Aldo Nova, Jeff Beck a la guitarra, el gran Randy Jackson al bajo y apariciones estelares como la de Sir Elton John, el recientemente fallecido Little Richard, Robbin Crosby de Ratt… Un escándalo y a la vez un aviso a sus compañeros de nave nodriza. Supongo que Sambora vio aquí que una carrera en solitario Jovi se la podía permitir, y más cuando el disco es quizá el que más ha vendido de toda su carrera, incluyendo a su banda madre. De todas formas aquí hay un acercamiento a todos los públicos, poco que ver con lo que venía ofreciendo, pero también era un aviso a navegantes… Era el futuro de Jon Bon Jovi.
No hay himnos de estadio, pero hay aquí material que puede llegar a enamorar. Jon sigue teniendo una voz maravillosa y compone con mucha gracia. El tema más logrado y recordado es el que da título a la obra, un certero tema que según cuenta la leyenda fue compuesto mientras el equipo de actores de la película tomaba una hamburguesa. Jon cogió una servilleta y esbozó un número uno mundial. Estevez cuenta que luego se sintieron muy estúpidos. Estaban más pendientes del ketchup y de que les trajeran la Coca-Cola que del trabajo de un genio. Otra de las más grandes composiciones que brilla con luz propia es “Santa Fe”. Preciosa balada con un presente riff de teclado en la que el vocalista saca todos los colores de su paleta vocal a relucir. Nova le acompaña con una acústica impecable y Aronoff remata jugando con bordoneras. Un corte que está a la altura de las más grandes baladas del rubio.
La concesión la hace al componer un tema para Little Richard, puro rock n’ roll añejo con percusiones sucias, una guitarra slide y un piano gentileza del padre del rock. Si la vida te permite hacer homenajes y marcarte el lujo de trabajar con los más grandes, hay que hacerlo. Punto. De verdad que el poderío vocal que gasta Bon en cortes como “Bang a Drum” es impresionante. Puedes echar de menos su cara más dura, pero el chico en esos tiempos cantaba como los ángeles. Y hablando de ángeles, se hace acompañar aquí de coros gospel para dar color y transmitir aires celestiales en un tema que llegó a single. Bonita y accesible con ese momento tan suyo de quedarse unos compases con la voz sola. Lo más cercano a lo que el gran solista hacía con su banda madre es la inspiradísima y certera “Billy Get Your Guns”, siendo pegadiza, dura, pero con el aire western y abierta con un diálogo de la película, algo que utilizaría Tarantino años más tarde para la BSO de Pulp Fiction.
De “Miracle” tomó muchos apuntes el buena de Bryan Adams que pronto le cogería el gusto a esto de participar en bandas sonoras. Acordeón, coros góspel, arreglos a los Springsteen… Con los años ha quedado claro que el Boss es el faro hacia el que se acerca Bon Jovi. Esa misma tónica impregna “Blood Money”, que va con harmónica y acordeón. Bonita pieza breve en acústicas y aires de western. Una intro étnica se toma su tiempo para llegar luego a “Justice in the Barrel”. Aquí está Jeff Beck soleando en un tema bastante completo que suena absolutamente a lo que uno espera. A pesar de que hay un material bueno y que la cosa camina un poco hay cierta linealidad y monotonía, más que nada por el estilo de composición. En las primeras escuchas te parecerá que estás escuchando una y otra vez la misma canción, y que es buena. Ese es el caso de “Never Say Die” a pesar de que hay voces dobladas y un gran trabajo de Aronoff a la batería.
“Dyin’ Aint Much of a Livin’” tiene un toque diferencial más que interesante y un poco parece hecha a propósito para Elton John. Su piano es inconfundible, pero el tema también está sumamente inspirado en las canciones de la estrella inglesa. Si nos quejábamos de que faltaban temas diferentes aquí se desmarca con una composición ajena: “Guano City” de Alan Silvestri, puramente cinematográfica y con orquesta. Una despedida breve destinada a decirte que esto es una banda sonora, no lo olvides.
Es el punto de inflexión de Jon Bon Jovi. Él compone todos los temas y juega en tesituras más reposadas bien amoldadas en un ambiente de country. No es fácil meterse en una BSO de western y no caer en los tópicos recurrentes de Morricone. Bon Jovi consiguió hacer que la banda sonora fuera más interesante que la película, lo cual tampoco era muy difícil, y sin necesidad de conseguir una obra rutilante y clásica. Es un disco al que se le tiene cariño, pero es (Jon) Bon Jovi para todos, aquí no hay “Runaways” ocultos. El gran problema es que le funcionó tan bien que la senda quedó marcada y tuvo claro hacia donde tenía que ir su evolución. No busques los temas sonando en la película de los aquí presentados pues no aparecerán hasta los créditos finales. Concretamente “Blaze of Glory” y “Billy Get Your Guns”. Doble platino en Canadá y Estados Unidos son resultados más que buenos. Y la estética y los fotogramas añadidos de la película en los videoclips también ayudaron mucho.