Cuando parecía que Tribulation lo tenían absolutamente todo para ser un grupo enorme sus discos se resienten y la calidad baja, pero lo que les asesta un hachazo definitivo fue la huida de Jonathan Hultén. Él en el grupo iba mucho más allá de ser un gran guitarrista, y es que su imagen andrógina era absolutamente hechizante y uno de los grandes fuertes del grupo. También su forma de moverse, estilizado y flotando como un espectro vampírico.
Hultén ha sido sustituido por Joseph Toll en Tribulation, lo cual no está nada mal, y nuestro héroe sigue su singladura en solitario de la que ya nos entregó un disco y un EP hace algún tiempo. Esta obra son adaptaciones de canciones ya expuestas en los anteriores trabajos y en las que van acompañadas por imágenes. Está curioso y hay buenas ideas, pero no es un disco que puedas llegar a esperar de un diablo como él.
Las ocho canciones son tomadas en directo y grabadas en diferentes localizaciones de los bosques suecos. Se hizo todo en menos de 24 horas, lo cual es realmente original y meritorio. Completa el disco dos versiones tomadas en el Roadburn Redux Festival. No esperes nada que tenga que ver con Tribulation pues esto es otro rollo totalmente diferente, y añadiría que no es apto para todos los paladares.
Música ambiental con órgano de base y algunos efectos para que la voz de Hultén avance deslizante y sutil en “Wasteland”. Suena a naturaleza en su máximo esplendor. En “Leaving” tenemos a Jonathan a la guitarra acústica con murmullos y sencillos arreglos de teclado o efectos de viento. Gorgoritos y altos acústicos para luego lucir unos muy notables tonos graves. El contraste le queda bien como vocalista.
Los pajaritos cantan en “Holy Woods” y se juega con dobles voces y capas de voz, un recurso muy utilizado para el metal vikingo. Esto es totalmente acústico y ambiental, como si fuéramos en búsqueda de la paz espiritual. Incluso la percusión queda reducida a un simple pulso y poco más que resuena en los graves.
“…And the Pillars Tremble” es un material cercano a Chelsea Wolfe, Hexvessel, Myrkur y va en la onda Enya. Obviamente la voz de Hultén es mucho más grave y aquí se hace acompañar de un órgano que da bastante profundidad. “The Call to Adventure” me parece la mejor canción de todas, pero me quedo con la toma Roadburn que no la Forest version. Tema completo, que te llega y que demuestra que tras esas preciosas pinturas de guerra que lleva Jonathan hay muchas ideas compositivas de calidad.
“Dance of the Water Spirits” es una celebración de la naturaleza con voces superpuestas y un canto alegre y sencillo que transmite felicidad y buenrollismo. Puedes imaginarte los espíritus del bosque en plena danza, y todo repuntado por percusiones al final. Finalmente hay otro tema grabado en el Roadburn y este es “A Dance in the Road” con mucho feeling. Otro tema muy desnudo y vital
No es un disco que llegará a trascender y que queda como curioso más que otra cosa. De Jonathan Hultén espero otras cosas, pero, por otro lado, me gusta ver que el personaje tiene una conexión especial con la naturaleza y que su lado espiritual le ayuda a expresarse. Estas mismas canciones con más instrumentos y más potencia ya pueden llegar a ser más que destacadas, pero está bien que nos muestre también esta faceta casi contemplativa.