Supongo que el nombre de Joseph Tholl no sonará a mucha gente, pero si os recuerdo en las bandas que ha militado es más que posible que lo podáis ubicar: Enforcer y Black Trip. Sueco de nacimiento ha estado permanente en contacto con Robert Pehrsson (también girando con él y productor de esta obra), y de aquí nace la idea de crear su primer disco en solitario dando rienda suelta a lo que tiene en mente. El disco es una obra muy personal y accesible que bebe del rock escandinavo de los 90, especialmente de Hellacopters. Curiosamente en el disco toca Robert Eriksson de los Hellacopters, pero la cosa va bastante más allá de lo que parece. Hay momentos muy 70’s y otros más actuales, pero en general, el disco cumple la faceta de que veamos qué hay detrás de este músico, pues es capaz de hacernos disfrutar de una obra desenfadada, variada y sin grandes alardes técnicos ni pomposidades de producción.
“It’s Just Rock n’ Roll” es ya una buena muestra de que lo personal y los aires oscuros van a dominar esta obra. Tholl no posee una voz espectacular, pero es capaz de amoldarse a unos temas engañosamente sencillos y en los que prima la diversión y el que sean directos. Ni uno de ellos llega a los cinco minutos por lo que ten claro que están escritos para que te entren a la primera. “They Fell from the Sky” es deliciosamente Hellacopters, y eso es siempre bueno. Si esperabais algo similar a Enforcer creo que aquí no lo vais a encontrar, y los solos son más funcionales que virgueros, siempre enfocados hacia lo que necesita el tema. Dominio de los teclados en “Follow the Fire” y voz de la escuela Lou Reed con batería de gran reverb y deje siniestro. En “Black Birds” encontramos el tema con el riff de guitarra más macado.
En “Devil’s Drum” hay oscuridad y un aura muy personal. No sería el tema más destacable, pero es el que ha terminando dando nombre al disco. Mejoran enteros con “In Eternal Rest” que ha quedado como una mezcla imposible de Backyard Babies con Tribulation en uno de los cortes más sorprendentes y atractivos. Un ex de Tribulation participa curiosamente en el disco: Jakob Ljungberg. “The Passage by the Sea” tiene una obertura que parece que versione el “Baba O’Riley” de los Who para luego deambular en un corte más oscuro y depresivo. La acústica y los cascabeles sirven para que Tholl se trabaje una preciosa “I’m the Machine”. Unos teclados de guía y una eléctrica que solea para indagar en el aire western con excelentes resultados. Finalizan con “Through Endless Skies” de forma calmada y atmosférica. El disco se hace realmente corto y bastante fugaz.
La primera obra de Jospeh Tholl sorprende por el estilo y por la mezcla extraña y oscura que presenta. Personal a más no poder, pero con una personal belleza y mucha comercialidad. No se buscan grandes alardes de demostración técnica y sí cerrar unos temas redondos, con sus solos y con una producción enigmática en la que priman las guitarras y voz. Está claro que la presencia de Robert Pehrsson es tan capital como la de nuestro protagonista. No me molestaría en absoluto un concierto de Jospeh Tholl en la Rocksound brindándonos la oportunidad de ver su propuesta.