Journey – Escape: ¿40 años del mejor disco AOR de todos los tiempos?

Ficha técnica

Publicado el 17 de julio de 1981
Discográfica: Columbia Records
 
Componentes:
Steve Perry – Voz
Neal Schon – Guitarra
Ross Valory – Bajo
Steve Smith – Batería
Jonathon Cain – Teclados

Temas

1. Don't Stop Believin' (4:10)
2. Stone in Love (4:25)
3. Who's Crying Now? (5:01)
4. Keep On Runnin' (3:40)
5. Still They Ride (3:49)
6. Escape (5:17)
7. Lay It Down (4:13)
8. Dead or Alive (3:21)
9. Mother, Father (5:29)
10. Open Arms (3:19)

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Hablábamos hace poco de uno de los discos definitivos del hard rock-AOR de 1981, concretamente el 4 de Foreigner, pero ese año fue definitivamente grande y la cosecha melódica fue antológica. Posiblemente el mejor de todos los discos del estilo sea precisamente este Escape de Journey, una obra maestra, que a la postre, significó el mayor éxito del grupo de Neal Schon si no contamos esos recopilatorios que arrasaron en su día. Perry y Schon alcanzan un nivel estratosférico, pero la clave de todo es la suma de todas las virtudes por parte del resto del grupo.

Estamos hablando de su séptimo disco en una carrera que ya había despegado con Infinity. El grupo ya poseía himnos atemporales como “Wheel in the Sky” o “Any Way You Want It”, pero lo mejor estaba por venir en Escape, una obra redonda en la que ya su diseño y portada llaman mucho la atención, con ese escarabajo egipcio que huye de esa bola azul. En la carpeta interior ves a los miembros del grupo huyendo a la carrera. Nueve discos de platino contemplan Escape, que, además, fue el primer disco con Johnatan Cain a las teclas, que sustituía al gran Gregg Rolie.

El disco

Lo de “Don’t Stop Belevin” es más grande que la vida. No me extenderé en demasía pues estamos ante una de esas candidatas de entrar en nuestros reportajes de canciones perfectas. Es la sublimación del estilo y lo abarca todo, desde la historia, la letra, el concepto y la ejecución maestra. Es uno de esos temas que escuchas una vez y te acompañan ya para toda la vida. Se relanzó en el final de la serie Los Soprano y ha estado sonando en los hospitales de Nueva York para dar fuerzas a los enfermos graves de Covid. El bajo de Ross Valory es tan clave como los teclados, o la antológica voz de Steve Perry.

Las joyas del disco no tienen parangón y “Stone in Love” te golpea directo y duro por su sencillez y su enorme calidad. Medio tiempo melódico, muy suave, dotado de uno de esos solazos de Schon que empieza para acabarlo y que la canción muera con él en fade out. Continua la excelencia (que es muchísima aquí) en “Who’s Crying Now”. Tierna, melódica y entonada. Cain sobresale con sus teclas y los arreglos y coros tiran de sutileza, e intentan no recargar algo que es absolutamente brillante.

El rock más directo y con un puntito de agresividad asoma con ganas en una fastuosa “Keep On Runnin’” en la que el estribillo nos devuelve otra vez a los terrenos más AOR. Vuelve a ser otro tema brillante y en el que puedes disfrutar de los detallitos de un Steve Smith, que, aunque parezca tapado, luce tras los parches con la maravillosa producción de los señores Mike Stone y Kevin Elson. Pura elegancia en ese acercamiento a balada que es “Still They Ride”, que consigue ser otro gran momento muy meloso. El piano y la voz le ponen un plus al tema y se demuestra que aquí no hay espacio para el relleno.

Esos mismos teclados y ese presente bajo es lo que viste el tema que da titulo al disco: “Escape”. Divertida y pegadiza a la vez que muy representativa de lo que es el disco en su totalidad. Aquí hay muchas conexiones con Styx y la base y estructura de la canción es más compleja, dando un pequeño giro a la obra con muchísimo estilo. Atención al solo de Neal Schon… Lo menos destacable del disco es “Lay It Down” por su sencillez. Un ejercicio rockero en el que Perry se sale en agudos y el grupo mantiene otro gran estribillo.

Una de las joyas más infravaloradas es para un servidor esa ampulosa y casi teatral “Mother, Father”, pues uno de esos cortes que lo tiene todo. Un himno épico con introducción-nudo-desenlace que se va elevando y termina a acústicas. Por otro lado, contrasta con esa desenfadada y rockera “Dead or Alive”, tan guitarrera y con ese piano tan de rock clásico.

El balance entre variedad compositiva bordea la perfección pues no parece que en el disco haya repetición de ideas y se huye de una fórmula preestablecida. Es la gracia de Journey, pues sus clásicos son muy diferentes. Para echar el pestillo reservan algo realmente espectacular: “Open Arms”. Estamos ante una de sus baladas definitivas, lacrimógena, sentida y de las que se saca el mechero y uno se abraza con el de al lado.

Veredicto

Un disco que empiece con “Don’t Stop Believin’” y termine con “Open Arms” no puede ser otra cosa que una obra maestra en su totalidad. Estamos ante el cenit compositivo de Journey con el grupo brillando a un nivel superior. Arrasarían Estados Unidos y entraban en el modo leyenda con todo merecimiento. Si tuviese que escoger un disco para mostrarle a alguien lo que es el rock melódico-AOR este muy posiblemente sería el disco.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1372 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.