Hay discos que cuando salieron, por edad, no supe nada de ellos, y que los que pudieron hacerlo vivieron un momento histórico. Este disco es uno de esos casos, aunque nadie en su momento fuera consciente de que el debut de Joy Division en 1979 marcaría la música para siempre. Para aquellos cuatro chavales que decidieron unir sus inquietudes musicales en Salford, simplemente era hacer lo que les gustaba, y consiguieron crear un icono, desde el sonido del disco hasta su portada. Porque la portada de Peter Saville es una obra de arte, y le sirvió para convertirse en el encargado de muchas de las portadas de la escena durante muchos años. El sonido que sacaron Martin Hannett y Chris Nagle era especial, sin ser lo que buscaba la banda pero que encajó perfectamente con las principales razones de por que este disco es uno de los mejores álbumes de todos los tiempos: las canciones.
Las canciones que formaron parte de Unknown Pleasures tenían una vida propia, atormentada, dura, triste, pero era lo que formaba parte de las vidas de Ian Curtis, Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, sacando de dentro sus miedos y angustias para componer este álbum. Encerrados en los Strawberry Studios de Stockport, Joy Division lo grabaron en un par de semanas a principios de abril de 1979, dejando que Hannett aportara ideas para que el sonido fuera especial. La voz y manera de cantar de Ian creaba la intensidad de dolor justa en los temas, las atmósferas sonoras que Bernard sacaba de su guitarra eran una nube perfecta donde perderse, con las lineas de bajo de Peter que parecían latidos de un corazón agarrándose a la vida y el estilo caótico de tocar de Stephen comulgaban a la perfección. Si a día de hoy la gente que escucha por primera vez este disco se da cuenta de que especial, imagino que los afortunados que lo hicieron en 1979 les marco para siempre. Muchas bandas tienen en su sonido de manera consciente o subconsciente a Joy Division en sus referencias. La influencia dolorosa que ha marcado a otros grupos que les admiran es innegable, y solo puede entenderse en la magia que hay en este álbum.
Diez fueron las canciones que acabaron en el álbum original lanzado un 15 de junio de 1979, a través de Factory Records, en vinilo, sin cara A ni cara B, solo con “Inside” y “Outside”, sin los títulos de las canciones en la parte posterior, algo sencillo, extraño a la vez, y según cuenta la leyenda o los mismos miembros de la banda, el sonido que ellos buscaban no fue el que Martin Hannett plasmó en el álbum, haciendo que fuera quizás más accesible que la versión original más cruda que estaba en la mente de aquellos chicos. El resultado definitivo es una obra maestra, que se inicia con “Disorder”, con ese icónico ritmo de batería para abrir el universo de Joy Division, con el bajo de Peter marcando el ritmo y el riff inicial de Bernard, dejando para la historia esos 30 segundos brillantes que retumbarán en nuestras cabezas de por vida. La voz de Ian es perfecta para que le crudeza que respiraba la banda se vea aún más reflejada, y con esos efectos de fondo dando cuerpo a la canción, que curiosamente no cita su título en ningún momento de la letra, pero que es muy significativa del espíritu de la banda. En “Day of the Lords” encontramos a unos Joy Division más reposados, sin perder la intensidad pero acercándose más a la oscuridad y al dolor, presente en todas sus composiciones. La estructura de precaria tortuosidad da cuerpo este tema, y en la siguiente, en la misma línea pero con un ritmo entre fúnebre y militar, “Candidate” es aún más tranquila que la anterior, pero en esta es la voz de Ian quien coge todo el protagonismo, con solo sonidos perdidos encima del ritmo de Morris y el bajo agudo de Peter.
En “Insight” se cuenta que Hannett decidió usar el sonido real de un ascensor, que sumado a otras peculiaridades suyas como bajar la temperatura tanto como podía, fueron claves en el sonido del álbum. En esta canción tranquila, con una especie de batalla de lasers acompañando la voz de Ian. El reposo se mantiene y se convierte en una de la canciones más brillantes del disco, con una introducción magnifica en “New Dawn Fades”, donde Ian canta casi de manera dulce, Bernard rasca elegantemente su guitarra, sin crudeza, con esa base rítmica hipnótica de Peter y Stephen, que se mantiene mientras Bernard va subiendo la intensidad con sus guitarras y Ian sube también su tono, con una parte final con el solo de Bernard y terminando la canción desapareciendo y quedando solo la batería, cerrando la cara “Outside” del disco.
Para abrir la cara “Inside”, nada mejor que otra de las canciones memorables de Joy Division como es “She’s Lost Control”, con ese ritmo metálico de entrada y ese riff de bajo de Hook, uno de los mejores que ha hecho nunca en mi opinión, y que esta canción encaja perfectamente y le da el sonido perfecto, sumado a que Curtis se muestra a sí mismo en tercera persona contando la historia de una chica que sufría como él. Su sufrimiento se refleja realmente en “Shadowplay”, canción que casi es una carta de suicidio o un spoiler de lo que sucedería pocos meses después. Una canción que es un single perfecto, con esa intro de Peter justo antes de la entrada potente de Stephen y Bernard, este ultimo ejecutando riff a lo largo de toda la canción, llena de atmósferas que aparecen y desaparecen pero se mantiene intensa en su totalidad. En “Wilderness” encontramos un bajo juguetón de Hook, un Curtis recitando como Jim Morrison, lisérgico encima de las guitarras de Sumner que contestan a Hook y su bajo. Curiosamente la canción mas directa, mas llena, con una vida propia que quizás no se mueve en los parámetros del disco es “Interpone”, donde es Peter Hook quien canta, y le responde Curtis, con un sonido mas cercano al punk menos crudo. El álbum lo cierra “I Remember Nothing”, reposado epitafio final que vuelve a mostrar a unos Joy Division sufriendo, con una estructura de canción que camina pausada mientras Ian canta en medio de las guitarras de Bernard, con una aura oscura que deambula de fondo como si la vida se fuera apagando, como si de un corazón luchara por sobrevivir, hasta desaparecer.
Un disco de debut impresionante, que celebra su 40 aniversario, y que se verá reeditado en formato vinilo de color rojo, con la portada invertida, y que tendrá videos inéditos creados por diferentes directores para todas y cada una de sus canciones, celebrando la influencia de Unknown Pleasures y de Joy Division en la historia de la música. Un disco que hay que sacar habitualmente de su funda de vinilo, ponerlo debajo la aguja del tocadiscos, y sentarse a escucharlo para sentir su grandeza y su dolor a menudo, recordando a esos cuatro chavales de Stockport, que nos regalaron un álbum mítico.
Adicto a los vinilos y a los directos. Fotografo allì donde no haya sol y suene buena musica, con ya mas de 25 años pisando salas de concierto, ha visto de todo en todas las salas. Coleccionista de lp’s y 7″ que acaban sonando en sus sesiones como dj