Hace poco más de una semana que pudimos volver a disfrutar de Judas Priest en el Rock Fest de Santa Coloma, así que encarar la retrocrítica de Screaming for Vengeance se hace muy ameno y llevadero. Recordemos que en una de nuestras macroencuestas realizadas sobre Judas Priest, a más de 100 periodistas y músicos, resultó que el segundo mejor disco de la historia de los Priest es el que precisamente nos ocupa: el del águila cinemática sobre fondo amarillo y dentro del círculo rojo que es el sol. Una imagen icónica y un disco para la historia.
El disco se grabó a medias entre Ibiza y Florida. La isla Pitiusa fue un destino habitual en esos días para los rebeldes de cuero, pero sería en el emplazamiento norteamericano (los Bayshore Studios de Miami) en el que se verían azotados por tormentas eléctricas con el mar de fondo. Según el grupo en ese estudio se hacían los mejores bocadillos de carne que nunca habían probado. Era un estudio curioso pues tenía una capilla… Una de esas tormentas dobló los árboles y no pudieron hacer otra cosa que: “gritar” –Screaming-. ¿Sacaron de aquí el título del disco?
A nivel comercial el disco fue absolutamente exitoso, superando en mucho al anterior e irregular Point of Entry (1981). No fue un disco fácil pues tenían en mente lo de conseguir llegar a un nivel superior y eso implicaba trabajar y pensar mucho en ello. Nada más llegar a Ibiza deciden desechar la mayoría de las composiciones que tenían a medias. Tenía que ser todo perfecto…
Finalmente, los acontecimientos fueron así: grabado en Ibiza, mezclado en Miami y masterizado en Nueva York, siempre con el habitual Tom Allom a los controles. Ya cuando el disco está en proceso de retoques el grupo se toma unas vacaciones hasta que toca grabar el videoclip de “You’ve Got Another Thing Comin’”. Gran parte del éxito del disco es por ese vídeo y esa canción pues con ella llegaron a dominar Estados Unidos, algo que anhelaban desde hacía lustros.
El disco
“The Hellion” es una de las mejores aperturas de disco de la historia quedando fundida con el “Electric Eye” y llegando a ser una. Tremendo balazo metálico con guitarras chirriantes y toda la contundencia del mundo: eso es Judas Priest. Impresionante línea vocal para una canción que ya en la gira de presentación quedaba en los bises. Con el tiempo llegarían a crear un ojo gigante del que Halford cantaría desde la pupila.
Uno de los grandes logros (totalmente buscados) es el single de ínfulas y gustos americanos “You’ve Got Another Thing Comin’”, uno de sus himnos por antonomasia y uno de los mejores estribillos jamás escritos por el grupo. Esa misma base melódica y accesible es la que los lleva a “(Take this) Chains”, otro tema completo y pegadizo, pero que no puede competir con su hermano mayor. Apuntaban alto los Judas, y ese fue el segundo single.
“Riding on the Wind” es otra gran canción, muy hímnica, dejando mucho espacio para que KK y Glenn tiren de juegos con sus guitarras e impriman ese toque tan metálico, repuntado por la afilada voz de Rob. En el tramo final incluyen efectos varios para darle al tema más solemnidad. Mismo camino, si bien bajando de tempo está el “Bloodstone”, otra de las favoritas de los aficionados al grupo. Gran estribillo, y otra vez, grandes juegos de guitarras dobladas chispeantes.
La base rítmica la forman Dave Holland e Ian Hill, que ponen la base para el lucimiento de sus compañeros, y alcanzan uno de los varios clímax en el disco presentes en la homónima “Screaming for Vengeance”. Espectacular canción con unos impresionantes patrones de batería que la elevan. Al estribillo memorable súmale esas guitarras dobles que casi son coreables. El heavy metal se ejemplifica con canciones como esta. Lo tiene absolutamente todo.
Hay algún momento flojo en el disco, o si más no, correcto y poco más. Es el caso de “Pain and Pleasure”, un medio tiempo que un poco puede recordarte a las composiciones de Point of Entry, si bien aquí se aseguraron de que todo sonase netamente metálico. “Fever” es cercana a la balada y funciona perfectamente bien, a pesar de esos efectos en los coros que han envejecido bastante mal… Las guitarras dobladas del tramo medio son pura seña de identidad del grupo.
Y una de las grandes tapadas de toda la discografía de Judas Priest es la maravillosa “Devil’s Child”. Cerraba el disco por todo lo alto aportando otro clásico, una canción memorable por la que toda banda mataría, pero para Halford y compañía quedó relegada a tema menor, con poca exposición en directo. En posteriores reediciones hay una versión en directo y una toma de “Prisoner of Your Eyes”, de la que había dos versiones. Tema interesante, pero se entiende que quedara como cara B.
Veredicto
El disco no llegó a entrar en los Top 10 de Inglaterra, Estados Unidos ni Suecia, pero las ventas finales le dieron un doble plantino en USA y en Canadá, un éxito tremendo para los Priest. En ese momento los fans llegaron a considerarlo como el mejor disco hasta la fecha (era el número ocho). Justo en esos días el grupo cambia de management y la gira llevó a la banda a hacer una inversión mayúscula en directo hasta el punto de que cuando vieron el tamaño real de todo lo que llevaban en escena quedaron impresionados. No era lo mismo ver la maqueta que verse en medio de ese montaje.
Su tour por Estados Unidos fue respaldado por unos niveles de ventas de discos y entradas jamás vistos por el grupo, por lo que tuvieron que prolongar esa gira y dejar a Europa con las ganas unos meses más. Siempre habían soñado con ello, así que la tierra de las barras y estrellas pasaba a ser prioridad. El viejo continente podía esperar, el águila, símbolo americano y del disco, empezaba a alzar el vuelo de verdad.