Cada vez tengo más clara la genialidad del gran Justin Sullivan. A todo ello tengo que añadir que el último concierto que pude asistir antes de que el mundo cambiara (a peor) fueron sus New Model Army, y de verdad que disfruté de su propuesta. Más allá de su banda madre, este inglés de dentadura difícil y excepcional ángel compositivo, entrega de uvas a peras material en solitario, mostrándose desnudo y sincero y contándote historias tan bellas como tristes. Su último y único disco en solitario fue editado hace 18 años y llevaba por título Navigating by the Stars.
La mayoría de este trabajo se fraguó en los primeros días del encierro forzoso de los que poblamos la Tierra. Un bello lamento que puede ser banda sonora de los peores días de pandemia, con aires folk y muchísima mística. Son hasta 16 cortes todos siguiendo unos patrones claros y un estilo marcado de trovador-cuentahistorias en tiempos oscuros. Grabado casi todo en su casa y con varias colaboraciones que completan un trabajo intimista repleto de historias muy conocidas, otras menos… y bastante material autobiográfico.
Aquí tenemos a Sullivan armado con su acústica y su voz, repuntado por algunos efectos y arreglos muy sobrios y minimalistas. Sucesión de atmósferas frías y gélidas en las que su voz cuenta bonitas historias rodeadas de paisajes oscuros, tétricos y amplios. Que se haya acercado a la increíble historia de Amundsen y Scott en la conquista del Polo Sur ya me gana de antemano. Es más, es single y es el mejor tema del disco, aunque hay muchos que bien valen la pena. “Dirge” abre antes el disco de forma brillnte marcando territorio y demostrando de qué va todo esto. Murmuros a doble susurro y percusiones étnicas que incluyen cuencos tibetanos y cadenas.
Otro de los singles son los desnudos y toscos acordes que le acompañan en la positivista “Clean Horizon”. Un rayo de luz entre las nubes de tormenta con un acompañamiento de cuerda tan efectivo como bello. Mismas premisas para ese nubarrón que es “Stone and Heather” o para la oscura y narrada “Coming With Me”.
En “Sao Paulo” Justin se convierte en una especie de crooner al estilo Leonard Cohen, con esa voz profunda, un contrabajo, efectos y un tren con el que finaliza la composición. Toca destacar una de las más grandes canciones, y esta es “28th May”. Sentida tonada melancólica con aires festivos que contrasta con la más marinera “Akistan”, bien arropada por toda la sección de cuerda y efectos de viento.
Optimismo moderado en “1975”, siempre con una buena letra, una de las marcas de la casa del gran Justin Sullivan. Etérea es “Sea Again”, volviendo un poco a los tópicos marineros que siempre degusta nuestro protagonista. Manteniendo la tónica del disco está una preciosa “Clear Skies” y la breve “Rip Tides”. Volvemos a encontrarnos con algunas de las composiciones más inspiradas en “Daughter of the Sun”, y especialmente en “Ride”, con un gran estribillo a dobles voces.
Justin Sullivan deja patente lo que tiene que ser un disco en solitario: algo íntimo, que uno lleva dentro y que se aleja de tu principal agrupación o banda. De todas formas, muchas de estas canciones, electrificadas y a tempos más rápidos podrían funcionar perfectamente en New Model Army. El disco puede que se haga algo largo y monótono, pero la belleza que encierra es mucha, los momentos de brillantez se suceden Cabe decir que Sullivan, armado solo con su guitarra acústica, puede llevarte a un mundo infinito de sensaciones y sensibilidad. Sorrounded es el perfecto ejemplo de que la pandemia ha hecho que muchísimos músicos y bandas terminasen esos proyectos que tenían en el cajón.