Soy de los que siguen a Kamelot desde que Roy Khan, el flamante cantante de uno de mis grupos favoritos (Conception), entró en sus filas y acaeció la magia en forma de disco: The Fourth Legacy. Desde ese momento he podido disfrutarlos en vivo y en estudio, a pesar de que tengo que confesar que en alguna ocasión desconecté de ellos. Tommy Karevik me parece el cantante ideal, pero a pesar del esfuerzo y de la maravillosa música que nos ofrecen siempre, hay una reiteración de esquemas que lastra su composición.
The Awakening es un disco que toma el nombre del despertar global después de la pandemia y hay grandes canciones, la habitual producción (perfecta) de Sacha Paeth y dos o tres futuros clásicos. Hay grandes invitados, orquestaciones que acompañan a la perfección, esos aromas arábigos, la inclusión de voces femeninas y guturales y el sello de calidad de siempre. Pero The Awakening termina siendo tan previsible como lo fue The Shadow Theory. Y eso me sabe mal como fan, a pesar de poder disfrutar del disco sin problemas.
Tras la intro de rigor típica de Kamelot pasamos a una elegante pieza como es “The Great Divide”, ampulosa, con un Tommy Karevik inmenso a las voces y con el doble bombo de Alex Landenburg. El único pero que se le puede hacer es que sea predecible o que suene al típico tema de Kamelot, pero tanto da, esto es un nuevo clásico y las guitarras que frasean en el verso son 100% Thomas Youngblood.
“One More Flag in the Ground” es el single elegido para presentar el disco y vuelve a pecar de previsible y típica, pero es muy potente, aglutina todas las virtudes del grupo y juega con las habituales escalas arábigas con las que combina el grupo desde sus inicios. Ellos confían especialmente en ella como nuevo clásico y el trasfondo de la misma es la salud y los pequeños logros en la recuperación. Cada mejora es una bandera plantada en el campo de batalla. Evidentemente el tema está influenciado por la dura pandemia que hemos dejado atrás.
“Eventide” es un medio tiempo con orquestaciones de las que destaca el violín y algunas voces oscuras. El estribillo es realmente próximo a Ten, pero la pegada de batería y esos juegos orquestales les hacen únicos. “New Babylon” es uno de otro cortes más conseguidos del disco, especialmente por los juegos de voces con invitadas femeninas y los guturales, que suelen aparecer en los discos del grupo ya de una forma habitual, perfectamente integrados.
El segundo single del disco es “Opus of the Night (Ghost Requiem)” y volvemos a tropezarnos con otra vuelta de tuerca en la misma fórmula por mucho que el grupo lo haga de cine. Orquestaciones preciosas y un Karevik estelar a pesar de que te da la sensación de que es un tema que ya has escuchado con anterioridad. Nos topamos después con la primera balada marca de la casa en “Midsummer’s Eve”. Impresionante baladón orquestado con piano de base y un Karevik delicado e intenso en su cometido.
Los grandes estribillos por los que tienen una facilidad pasmosa brillan especialmente en “Bloodmoon”. Realmente el tema arreglos y detalles que envuelven la canción están trabajados a un nivel estelar. Posiblemente sea el disco más redondo en lo que es el trabajo de arreglos de todo tipo, y ,obviamente, esto potencia al tema cuando el mismo es tan bueno. Teclados y tecnología dominan “NightSky” con buenas maneras con belleza y ese presente bajo de Sean Tibbetts.
“The Looking Glass” está muy enfocada a lucir teclados, siendo muy solistas al enfrentarlos con la guitarra del gran jefe Youngblood. Tema que puede llegar a recordarte el “Karma” sin ser tan certera y rotunda, pero no decepciona ni mucho menos. La otra balada es “Willow” con los omnipresentes teclados de Oliver Palotai aunque sin muchas novedades en el frente…
Mejoran las cosas con “My Pantheon (Forevermore)”, de largo, uno de los temas más progresivos, completos y arriesgados del disco. Aquí se nota la vena Savatage en una composición ambiciosa y lograda a partes iguales. Hay aquí también voces guturales y arrebatos espídicos. Termina el disco con “Ephemera” que es una despedida muy cinematográfica en modo instrumental.
Buen disco de Kamelot a pesar de que si no te convenció The Shadow Theory puede que tampoco lo haga este The Awakening. A pesar de ello estamos ante una obra ambiciosa, con invitados estelares y con un mimo en los arreglos que bordea la perfección. Oliver Palotai y Sascha Paeth son piezas claves de un disco trabajado y complejo en el que, como siempre, Thomas Youngblood y Tommy Karevik brillan con luz propia. Pero si esperas giros de guion o alguna novedad en el frente… espérate sentado, Es la fórmula ganadora en su máxima expresión.
«Eventide» es un medio tiempo con orquestaciones de las que destaca el violín y algunas voces oscuras. El estribillo es realmente próximo a Ten, pero la pegada de batería y esos juegos orquestales les hacen únicos. “New Babylon” es uno de otro cortes más conseguidos del disco, especialmente por los juegos de voces con invitadas femeninas y los guturales, que suelen aparecer en los discos del grupo ya de una forma habitual, perfectamente integrados.
El segundo single del disco es “Opus of the Night (Ghost Requiem)” y volvemos a tropezarnos con otra vuelta de tuerca en la misma fórmula por mucho que el grupo lo haga de cine. Orquestaciones preciosas y un Karevik estelar a pesar de que te da la sensación de que es un tema que ya has escuchado con anterioridad. Nos topamos después con la primera balada marca de la casa en “Midsummer’s Eve”. Impresionante baladón orquestado con piano de base y un Karevik delicado e intenso en su cometido.
Los grandes estribillos por los que tienen una facilidad pasmosa brillan especialmente en “Bloodmoon”. Realmente el tema arreglos y detalles que envuelven la canción están trabajados a un nivel estelar. Posiblemente sea el disco más redondo en lo que es el trabajo de arreglos de todo tipo, y ,obviamente, esto potencia al tema cuando el mismo es tan bueno. Teclados y tecnología dominan “NightSky” con buenas maneras con belleza y ese presente bajo de Sean Tibbetts.
“The Looking Glass” está muy enfocada a lucir teclados, siendo muy solistas al enfrentarlos con la guitarra del gran jefe Youngblood. Tema que puede llegar a recordarte el “Karma” sin ser tan certera y rotunda, pero no decepciona ni mucho menos. La otra balada es “Willow” con los omnipresentes teclados de Oliver Palotai aunque sin muchas novedades en el frente…
Mejoran las cosas con “My Pantheon (Forevermore)”, de largo, uno de los temas más progresivos, completos y arriesgados del disco. Aquí se nota la vena Savatage en una composición ambiciosa y lograda a partes iguales. Hay aquí también voces guturales y arrebatos espídicos. Termina el disco con “Ephemera” que es una despedida muy cinematográfica en modo instrumental.
Buen disco de Kamelot a pesar de que si no te convenció The Shadow Theory puede que tampoco lo haga este The Awakening. A pesar de ello estamos ante una obra ambiciosa, con invitados estelares y con un mimo en los arreglos que bordea la perfección. Oliver Palotai y Sascha Paeth son piezas claves de un disco trabajado y complejo en el que, como siempre, Thomas Youngblood y Tommy Karevik brillan con luz propia. Pero si esperas giros de guión o alguna novedad en el frente… espérate sentado. Es la fórmula ganadora en su máxima expresión.