Kataklysm – Goliath

En estos tiempos extraños que nos ha tocado vivir, la opinión más extendida entre el común poblacional es que hay cosas que carecen por completo de la más mínima utilidad. Muchos altavoces de esta nueva subnormalidad nos recuerdan a todas horas que cosas tales como la mitología, la lingüística, las humanidades o la cultura en general, dado que no generan ninguna clase de beneficio económico, rasgo por otra parte indispensable para refrendar la validez de cualquier actividad, tienen como inevitable destino el ser erradicadas de la faz de la Tierra.

Nada más lejos de la realidad. Si bien en la antigüedad la mitología sirvió para explicar, en ausencia de una ciencia desarrollada, fenómenos (atmosféricos principalmente, pero también sociales y conductuales) que en aquel momento no tenían explicación, en la actualidad estos mitos sirven para apuntalar aquel nada nuevo bajo el sol, esto es, para explicar situaciones mantenidas a lo largo de la historia, en el sentido más amplio del término, en contra de ese adanismo tan extendido y que tanto daño hace en la sociedad.

Así las cosas, el decimoquinto trabajo de Kataklysm aprovecha la leyenda bíblica de David y Goliat para, en cierto modo, denunciar una situación que se ha venido agravando durante el último medio siglo y en la que, según palabras del propio Maurizio Iacono, una serie de todopoderosas macroentidades a las que podemos englobar con el nombre genérico de Goliath están luchando entre ellas por controlar nuestras vidas, disponer de ellas y convertirnos en sus esclavos. Desgraciadamente, en esta ocasión los miles de millones de Davides que poblamos el planeta y que luchamos cada día por nuestra supervivencia disponemos cada vez de menos ondas con las que hacer frente a esta amenaza.

A tal efecto, el cuarteto canadiense ha confeccionado un disco con diez cortes breves y directos (tan sólo dos de ellos superan los cuatro minutos de duración), con un sonido pesado y casi pastoso y, por mucho que los expertos clasifiquen a Kataklysm como banda de death metal melódico, más centrados en el riff que en la armonía. De hecho, tan sólo “From the Land of the Living to the Land of the Dead” contiene una línea armónica clara.

En Goliath podemos encontrar temas claramente death, como “Dark Wings of Deception”, tema que, por otra parte, combina una pesadez arrolladora en los estribillos con una rapidez pasmosa en las estrofas, o “The Redeemer”. Estos alternan, con una disposición bastante inteligente, con cortes más orientados al thrash, como “Goliath”, o incluso al groove metal, como “Combustion”.

Mención aparte merecerían temas como “Bringer of Vengeance”, más experimental y menos encorsetado en los parámetros tradicionales del género, o el tema con el que finaliza este Goliath y lo deja por todo lo alto. “The Sacrifice for Truth” sintetiza en sus casi seis minutos de duración un amplio abanico de recursos y registros (partes lentas y pesadas, melódicas y también momentos para la contundencia) que dejan una sensación muy satisfactoria.

En definitiva, Iacono, Dagenais y compañía han sabido elaborar un trabajo que plasma en forma de sonido las atmósferas opresoras propias de la época de la que, para bien o para mal, estamos siendo partícipes. En cuanto al aspecto técnico, la guitarra de Dagenais, quien también ha ejercido de productor, suena pesada, pero no difusa. La batería suena perfectamente definida y está magistralmente apoyada por el bajo de Barbe, y la voz de Iacono suena rasposa a la par que potente. Como punto en contra, tal vez los amantes de los temas largos echen de menos algún tema con un desarrollo más lento y, por tanto, más largo en su metraje, pero esto es una apreciación meramente subjetiva. Goliath es un trabajo de notable alto y, como tal, se dice.

Franz S. Heiligen

Soñador en tiempos de hierro, solitario corredor de larga distancia, disfruto tanto de leer un libro en el más absoluto silencio como de la música más salvaje imaginable. Y a veces escribo algo.