Pese a que para los fans acérrimos, Katatonia siempre fueron grandes (si se rebusca en foros y páginas, es muy fácil encontrar gente cuyos discos favoritos sean los primeros), lo cierto es que el despegue más internacional en cuanto a popularidad lo marco la década de los 2000. He intentado buscarlo porque creo recordar haberlo leído en alguna entrevista a Jonas, si mi memoria no falla, el gran Tonight’s Decision (1999) no llego a tener ni gira.
La llegada de Daniel Liljekvist a la batería más la adición al bajo de Mattias Norrman dio una solidez y variedad tremenda a la banda que ya se reflejó en el excelente Last Fair Deal Gone Down (2001), poniendo en marcha lo que para la gran mayoría es la formación clásica de la banda y por extensión, su época dorada.
El cambio de sonido con respecto a su predecesor me encantó, pese a que Tonight’s Decision fue lo primero que oí de ellos, recuerdo quemar el Last Fair Deal Gone Down todavía más. La enorme variedad de texturas sónicas, el uso de mellotrón y la presencia de estribillos gloriosos (como “Teargas”) me dejaron con ganas de más.
Así que cuando anunciaron la salida de este Viva Emptiness allá por el lejano 2003 y vi que la revista “Hell Awaits” traía un CD con el primer single “Evidence”, corriendo que fui a comprarla (a día de hoy todo es más virtual y hubiera estado disponible a golpe de click).
Recuerdo que me gustó, pero me dejó un tanto frío, ese riff hipnótico de la estrofa me pareció un poco simplón, pero el estribillo y el puente final (“I’m the evidence…”) dejaban un resultado satisfactorio, pero solo con esta canción, era difícil atreverse a decir si el disco iba a superar o no al anterior.
A día de hoy es una cuestión en la que mi respuesta dependería mucho de cuando se me pregunte. Pese a que para la gran mayoría de seguidores de esta “era” el ganador sería el The Great Cold Distance (2006), a mí siempre me ha parecido ligeramente inferior a los dos anteriores.
Ciñéndonos al cumpleañero, Viva Emptiness es una obra de arte desde principio a fin, que no ha perdido ni un gramo de calidad ni frescura incluso después de 20 años.
Un sonido más moderno y agresivo desde el inicio mezclado con momentos más sutiles y delicados, lo hacen un disco muy variado, más que su predecesor, alejándose cada vez más del toque monolítico que empezó sobre todo con Brave Murder Day (1996) y su sempiterno 4 por 4.
El riff inicial de “Ghost of the sun”, con la batería y bajo sumándose después, es toda una declaración de intenciones. Una canción que habla (esto son interpretaciones mias, ojo) del desencanto de la vida moderna y de la frialdad entre iguales.
“Sleeper” parece sacada de una pesadilla, con un Jonas cantando con un falsete que parece casi desesperado para dar paso a uno de los riffs más doom y pesados del disco y ahí a una parte totalmente desquiciada donde la labor de la batería es encomiable. Puro “doom progresivo”.
“Criminals” sigue una estructura más clásica, con unas guitarras que están amenazando con chillar hasta, que en efecto crecen en el estribillo. La letra parece hablar de un padre maltratador que vuelve a casa a rematar la faena, especialmente emotivo el puente entre las dos estrofas, donde esos sueños de violencia, efectivamente se vuelven realidad.
“A Premonition” es una canción reposada, casi una balada, girando casi toda en torno al mismo arpegio (donde lo llevan la guitarra y los teclados/programación) hasta una eclosión distorsionada donde otra vez un Jonas fantasmagórico se ve atormentado en sueños para acabar con el arpegio tocado una y otra vez hasta que la canción se desvanece.
“Will I Arrive” sirve como contrapunto empezado con un riff muy heavy y afilado (es genial la producción/distorsión de las guitarras en esta parte, y en todo el disco) que se repite en el puente y un estribillo muy melódico tanto en lo vocal como en lo musical. Líricamente siempre he pensado en que el narrador se ha unido forzosamente a una especie de ejercito (principalmente por la parte que dice que le han cortado el pelo) pero es una letra bastante criptica en general.
“Burn the Remembrance” vuelve a demostrar que la evolución del grupo es imparable, arrancando con un riff superintrincado que increíblemente queda como un guante en un estribillo de corte más clásico. Hay sonidos electrónicos de percusión, muchos efectos de distinta distorsión en las guitarras, puede ser una de las canciones más progresivas del disco junto con la siguiente, “Wealth”. Canción muy curiosa porque carece de estribillo (salvo que contemos ese “We die, we all”) y donde la parte cantada es casi una nana, pero los interludios son poderosísimos e intrincados ritmos.
“One Year From Now” tiene un arpegio que me recuerda a un vals y siempre ha sido la canción que menos me gusta del disco, sigue siendo notable, aun así (recordemos que estamos hablando de una obra de arte).
“Walking by a Wire” vuelve a una senda más metálica y progresiva junto unas guitarras etéreas en la estrofa y mucho ambiente electrónico para luego desarrollarse y acabar con uno de los mejores estribillos del disco.
“Complicity” completa la trilogía moderna y directa (junto con “Will I Arrive” y “Walking by a Wire”). Reescuchando ahora, echo en falta en los nuevos Katatonia el uso de dos guitarras tal y como la usaban aquí, complementándose, más que para hacer solos mientras hay una rítmica.
Ya he hablado antes de “Evidence”, que hace la vez de “Teargas”, o “My Twin”, buen single donde destaca especialmente el final tras los estribillos. Sigue siendo fija en los set list como bis, lo que demuestra que aguanta bien el paso del tiempo.
“Omerta” es un tema compuesto por Jonas donde predomina su voz sobre una guitarra en limpio, que queda muy rollo cantautor, pero no desentona con el resto del disco en el lado tranquilo. Especialmente brillante es la versión que hicieron en el directo Sanctitude. Infinidad de veces he discutido con amigos sobre el final tan abrupto que tiene, casi como si la cinta se hubiera acabado y si era intencionado (obviamente lo es, perdonen a mi yo de 19 años).
La épica instrumental “Inside the City of Glass” cierra de manera perfecta el disco (en la edición de 10º aniversario tiene una parte hablada, que no entro en la original). Volvemos a los toques oníricos y neblinosos, como si saliéramos de un sueño que en parte ha sido pesadilla.
Conclusión, hay veces que duele revisitar discos que cumplen tal cantidad de años, bien porque no han envejecido bien o porque sencillamente nosotros ya no somos las mismas personas que cuando nos fliparon. Viva Emptiness no entra ahí. Suena tan actual ahora como el día que salió, y pese a que los Katatonia actuales me gustan mucho, dudo que jamás lleguen al nivel que alcanzaron con la trilogía “Last Fair Deal Gone Down”, “Viva Emptiness”, y “The Great Cold Distance”.
Si algún neófito quisiera hincarles el diente, posiblemente sería el disco que les recomendaría.
Como última nota, añadir que es incompresible que “Wait Outside”, canción grabada durante las sesiones de este disco, se quedara fuera de la lista final. Si vais a oír este disco en cualquier plataforma de streaming, haceos un favor y añadir ese temarral a la lista.