El lanzamiento de The End of Heartache en 2004 marcó un punto de inflexión para el metalcore. Algun@s lo ven como el año de la muerte del género, mientras que otr@s lo consideran el momento en que maduró y se convirtió en un movimiento viable dentro de la escena metal estadounidense. La verdad, como suele pasar, está en algún punto intermedio.
Si bien The End of Heartache, el tercer trabajo de estudio de la banda de Westfield, Massachusetts Killswitch Engage puede no ser el álbum más innovador o técnico, hay algo innegablemente atractivo en él. La fórmula es bastante simple: voces limpias melódicas, guturales potentes, riffs pesados y breakdowns contundentes, y Killswitch Engage la ejecuta con tanta maestría que es imposible no disfrutarlo.
La llegada de Howard Jones como vocalista principal supuso un cambio significativo. Su voz ronca y conmovedora, casi épica, aporta un toque especial a los coros pegadizos, pero también demuestra ser un screamer más hábil, en mi humilde opinión, que el anterior vocalista, Jesse Leach, encargado del aparado vocal en los dos primeros álbumes de la banda y en los tres últimos. Esta combinación entre lo melódico y lo gutural brinda una dosis de accesibilidad sin sacrificar la credibilidad metálica. Sin embargo, mi compañero Beto opina lo contrario y prefiere el estilo de Jesse Leach. ¿Qué opináis vosotr@s? ¡Abramos debate!
El álbum brilla en momentos rápidos y llenos de riffs como «When Darkness Falls», canción que casi tod@s nosotr@s descubrimos gracias a la banda sonora de la película Freddy vs. Jason, y «Breathe Life». Pero también brilla en canciones más melódicas, como el exitoso primer sencillo «Rose of Sharyn», la emotiva canción principal y, cabe destacar, el coro de «When Darkness Falls», el cual podría ser considerado el mejor coro en la historia de la música. Incluso los interludios atmosféricos como «Inhale» y «And Embers Rise» encajan perfectamente con el carácter sentimental del álbum. Durante algún tiempo, reconozco que estuve obsesionado con la canción «When Darkness Falls», especialmente después de hacerme con la excelente banda sonora anteriormente citada, en la que tiene cabida lo más granado del sublime catálogo de Roadrunner Records de la época: Ill Niño, Spineshank, Slipknot, Chimaira, DevilDriver entre otros.
Las guitarras en The End of Heartache son sólidas. Los riffs son más que decentes y están bien trabajados. Por ejemplo, el solo de «Breathe Life» me parece genial, aunque efímero. Si bien algunos pueden resultar un tanto repetitivos en ocasiones, no llegan a desmerecer el conjunto. La única crítica real hacia las cuerdas, en general, es la falta de presencia del bajo. Apenas audible, las líneas de bajo se limitan a seguir las notas fundamentales de los riffs. Parece que al bueno de Mike D’Antonio le hicieron un Newsted…
La batería cumple sin grandes alardes técnicos. El doble bombo está presente, pero podría tener mayor protagonismo. El trabajo de Justin Foley en este álbum no alcanza la brillantez mostrada con Blood Has Been Shed, banda formada en 1997 que publicó tres al álbumes, por la que pasaron miembros de Killswitch Engage, Diecast, Light the Torch, Red Tide, Terror, Walls of Jericho, Bury Your Dead y The Acacia Strain, que se dice pronto.
Las voces son, sin duda, el punto más fuerte del disco. Los gritos de Howard son brutales y su canto melódico, (muy) acertado. Se emplean con acierto efectos como el doble grito con octava inferior/superior. Si bien las letras de Howard son decentes, algunos pueden preferir el estilo de Jesse Leach.
Adam Dutkiewicz, guitarrista de la banda, se encargó de la producción del álbum, realizando un trabajo excelente. Los efectos vocales funcionan muy bien, y los fades hacia las pistas acústicas resultan agradables. El artwork, diseñado por el bajista Mike D’Antonia, también destaca por su atractivo visual.
En mi opinión, el principal punto débil de este trabajo radica en su fórmula repetitiva, con versos gritados por Howard y estribillos melódicos. Aunque funciona bien –no podemos negarlo–, su uso continuado puede generar cierta monotonía y aburrimiento, si bien para much@s seguidores este aspecto puede pasarse por alto.
En definitiva, The End of Heartache es un disco que, a pesar de no ser perfecto, se ha ganado un merecido puesto como un clásico del metalcore. Su sencillez y ejecución impecable lo convierten en un álbum entretenido y placentero, aunque, en ocasiones, se me antoja un poco demasiado previsible. Aún así, su influencia en el género y su capacidad para despertar la pasión de l@s seguidores del metalcore lo convierten en una escucha obligada. Clasicazo… y punto.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.