Medio siglo es mucho tiempo. 50 años es más tiempo que la vida de muchas bandas y, sin embargo, a veces parecen un suspiro. Si hace un año ya lo dijimos con su insuperable opera prima In The Court of the Crimson King (1969), hoy toca celebrar el L aniversario de su segundo lanzamiento, In the Wake of Poseidon (1970).
La cosa era difícil. A veces un primer lanzamiento tan brutal puede condicionar en exceso el devenir de una banda, y si a eso le sumamos, por ejemplo, la estampida-por-llegar del señor Palmer para fundar ELP, siendo substituido por Peter Giles, y dejar solo a Fripp (o buscarlo él), pues uno no tiene más remedio que ponerse a temblar y vigilar sus expectativas. Además, la cantidad de músicos invitados que había de por medio le hacía a uno levantar una ceja. Pero bueno, un nuevo lanzamiento de King Crimson era una buena noticia, una noticia excelente, y es que aunque el que escribe no estaba ni pensado, opino que estos señores son el no-va-más del rock progresivo-sinfónico.
Desde un principio digo que no, que no supera a su predecesor. Espero que, en la época, es algo que se tuviera asumido, yo no estaba ahí y no lo sé, pero ante semejante obra, era difícil que fuese mejor. Una vez aclarado eso, digo que es un buen trabajo, un gran trabajo, y como ejemplo, podemos decir que en Discogs le dan una puntuación media de 4,36/5, en Allmusic le dan cuatro estrellas y media sobre 5 y en Amazon varían entre 4,5 y 5 sobre 5. Sin duda, nos encontramos ante un disco antológico.
La portada ya nos muestra que, al menos, la idea irá un poco en la línea del anterior trabajo. Si bien es cierto que ni es tan impactante ni tan mítica, si tiene ese aire tan suyo que las posicionó muy claramente, marketinianamente hablando. La producción es mejor (es decir, pudieron invertir más pasta, cosa fácil viniendo de dónde venían), pero quizá, y sólo quizá, peca de intentar copiar demasiado al álbum debut. Dicho de otro manera, aún siendo un discazo descomunal, quizá le falta algo de personalidad propia para poder ser venerado como, quizá, merece.
En cuanto a formato, es un disco como los de su época. Pocos segundos más de 40 minutos, algo corto para lo que estamos acostumbrados hoy en día, pero que quizá sea la duración perfecta para un disco. Todo dividido en 8 temas que, a su vez, están divididos en más subtemas. Como reflexión, quizá la más reconocible es “Cat Food”, la primera que me llamó la atención cuando escuché el disco, aunque a día de hoy empata con la homónima.
Como intro y entre susurros casi eclesiásticos nos llega “Peace – A Beginning” para dar paso a “Pictures of a City”. Sin ser tan psicodélica como “21st Century Schizoid Man”, si tiene cierto regusto a esta. Es más dulce, más pausada y, quizá, tiene más ambientación (y a mí me gusta más), pero en cuanto a misticismo no puede competir. Hay que destacar los diferentes interludios y cambios que tiene el propio tema en sí mismo, llevadas de la mano de unas instrumentaciones excepcionales (la guitarra de Fripp, secciones de viento, teclados también dirigidos por el guitarrista…). Quizá le falte (no se si “faltar” es el verbo adecuado) ese cierto toque oscuro de esquizofrénico del siglo XXI, pero desde luego tiene una sinuosidad, en ciertos pasajes, que deben encumbrar al tema.
Con “Candence and Cascade” llega la balada del disco, y es imposible no hacer la comparación con “Epitaph” (aunque quizá tenga más de “I Talk to the Wind”). La de este disco está bien, pero empalidece contra una canción perfecta, así que dejaremos el tema. Escuchadla, eso sí. Llegamos al tema homónimo. “In the Wake of Poseidon” es un temazo progresivo como la copa de un pinto. Delicada, muy bien pensada y ejecutada, compleja a la vez que sutil, es una de las canciones que más destacan de este segundo lanzamiento de la banda.
Ufff, tras esta experiencia necesitamos un descanso, y lo hacemos de la mano del interludio “Peace – A Theme”, esta vez instrumental en vez de coros. Y así, sin darnos cuenta, llega otro de los puntos álgidos, la ya mencionada “Cat Food”. Con un toque jazzero delicioso, el bajo es una oda a lo que debe hacer este instrumento. Da la sensación de estar en un local sucio y lleno de humo, con un piano en la esquina (esos sonidos ahí, escondidos, son la crema), bebiendo un whiskey on the rocks en un vaso mancado de carmín. El vacile se entremezcla con la delicadeza, y Fripp hace un monumento a la música.
Llegamos a “The Devil’s Triangle”. Más de 11 minutos de majestuosidad. He leído por ahí que es una versión, pero no he podido encontrar ninguna corroboración o negación, así que seguiré siendo feliz en mi ignorancia. ¿Sabéis que es el rock progresivo sinfónico? Escuchad esta pieza y lo sabréis. Oscura, misteriosa, tensa, esquizofrénica, rara… se le pueden aplicar tantos adjetivos que es mejor dejar que se experimente escuchándola tranquilamente. Eso sí, debes estar preparado, no es una canción al uso. Tienes tantos elementos, tantas sub canciones dentro de sí misma, que no sabrás qué está pasando. ¿Ahora ves una película antigua de cine mudo? ¿Ahora estás en una playlist que algún friki de sonidos absurdos ha creado? ¿Es esto música contemporánea? ¿Clásica? ¿Lo que en dos siglos será considerada clásica?
Acabamos con “Peace – An End”, muy en la línea de sus dos hermanas. Esta vez juntamos voz y algún instrumento tímido, muy tímido, que cierra el disco de una forma redonda, suave. No deja de ser una outro, pero es mejor que muchas canciones al uso que he escuchado.
Ser el segundo hermano no siempre es fácil. El primogénito puede eclipsarte en demasiados aspectos, haber creado en ti unas expectativas nada realistas y, por lo tanto, hacer que defraudes. Y si ese hermano mayor se llama In the Court of the Crimson King, tienes todas las de perder. Sin embargo, creo que este In the Wake of Poseidon es un digno sucesor que no pasará a la historia por eso, por venir tras lo que vino.
Desde aquí lo reivindico a pleno pulmón y le canto el feliz medio siglo.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.