“Siempre solía decir que lo que necesitábamos era amor, pero ahora pienso que lo que necesitamos es una gran inundación.” (Doug Pinnick)
Tras unos 14 años sin ofrecernos material nuevo, aunque con su debut hispano de por medio en el Azkena Rock, vuelven Ty Tabor, Doug Pinnick y Jerry Gaskill con un gran disco. Publicaron su primera obra en 1988 y son un grupo de culto, de esos que no son fáciles de entrar en su mundo, pero una vez lo haces… pues la verdad que hay océanos enteros de música y riesgo además de un estilo muy personal.
La MTV les dio cierta cobertura mediática, pero cuando el panorama musical dio el vuelco en 1991 la cosa se torció un poco para todo el mundo, pero no para ellos, francotiradores estilísticos e inclasificables. Tras cuatro décadas de singladura el grupo que mezcló como nadie el hard rock, el progresivo, el soul y lo alternativo vuelve a reclamar su trono desde las posiciones cómodas que te da lo de ser una banda de culto. Algunos de los miembros del grupo ya sobrepasan los 70, pero tanto da, Three Sides of One sigue sonando juvenil.
Ya en el primer single “Let It Rain” percibes que la química sigue allí, en un tema accesible y rasposo, con un riff de fondo totalmente deudor de Led Zeppelin y con esas tres voces atacando el coro. Poso triste, mucha musicalidad y feeling con los solos de Tabor imaginativos y poco convencionales.
“Flood Pt. 1” es de lo más extraño y diferente del disco, pero justamente uno espera que tomen riesgos, pues esta gente posee un nivel incontestable. Pasan del sonido saturado a lo solemne con orquestaciones de fondo y ya se adivinan esos arreglos vocales a los Beatles, que son una auténtica virguería. Es corta y Doug me aseguró que tiene grabada la segunda parte, y que quizá algún día vea la luz.
“Nothing But the Truth” es una especie de balada cálida con una calmada batería por parte de Gaskill y con emociones contenidas. No es de lo más destacable del disco, pero es una buena muestra de lo mucho que abarcan y de que saben jugar con influencias variadas y pasarlo por su túrmix personal. Mejoran las cosas con el alma funk y soul de “Give It Up”, espectacular tema de esos que te alegran el día. Puedes encontrar conexiones con los Red Hot Chili Peppers, pero es que Pinnick bebió de esas mismas fuentes de inspiración. Esta va para clásico…
En “All God’s Children” hay una balada con un claro acercamiento a los Fab Four de Liverpool y las acústicas siguen esa misma senda en “Take the Time”, con esos juegos complejos en los coros, con dobles voces y muchísima clase. Gaskill juega con escobillas y los arreglos lucen de verdad.
Esos temas más lentos contrastan en esa explosión de energía alternativa que lleva por nombre “Festival”. Suena el tema realmente a los 90, con esos juegos en los coros de pregunta-respuesta y creando una canción con madera de single total. De lo más denso y difícil de roer está un “Swipe Out” totalmente oscura y compleja, con el bajo sobresaturado de Pinnick y el enrevesado riff de Ty.
Y de entre lo más bello sobresale la calmada “Holidays”, sinuosa y melódica, cercana a la música de los 60 por el tratamiento de coros, toda una pieza de orfebrería cercana a lo que puede hacer un Neal Morse. En una línea similar encontramos la felizona final “Every Everywhere”.
“Watcher” es uno de esos temas típicos del grupo, de aires extraños, riff marcado, estilo en tierra de nadie, cierta pegada y voces distorsionadas. No es de lo que más me gusta, pero estaremos de acuerdo que pocas bandas hacen cosas como estas. En “She Called Me Home” puedes encontrar ecos de los Soundgarden más calmos junto a unos arreglos beatlenianos. Todo bañado en oscuridad, lo cual hace del tema algo muy original. En el solo los aires al “Black Hole Sun” son bastante evidentes.
King’s X es uno de los ejemplos más claros de banda de culto. Estuvieron en Woodstock, giraron con Iron Maiden, Pearl Jam y AC/DC y grabaron uno de los discos favoritos de todo un Devin Townsend. Que bandas tan dispares se rindan ante su música es algo realmente espectacular, y en esta obra hay tres o cuatro canciones que pintan como futuros clásicos.
Posiblemente este Three Sides of One es uno de sus mejores discos, o si más no, uno de los más asequibles y fáciles de escuchar. La gracia de todo es que tras tantos años de espera Ty, Doug y Jerry no han renunciado en absoluto a sus postulados y axiomas dejando una obra variada, adictiva y atrevida. Y es que si lo piensas… ¿hay algún grupo que pueda llegar a sonar como King’s X?