Knives – Collapse

Oriundos de Bilbao, Knives es un quinteto formado allá por 2013, en cuya irrupción originalmente su composición estaba nutrida por músicos con experiencia y pasado en Darkness By Oath, The Descent, Odd Heathenish o The Wizards. En su haber a nivel discográfico, hasta la fecha poseen un compartido con A.D. (como estreno), su primer álbum editado The Blackest Noose lanzado en 2015 y el EP Superiorem Status Spiritualitatis que data de 2017. Todas estas grabaciones, auto-producidas y siempre bajo una inamovible actitud DIY (do it yourself). Hasta ahí podríamos tildar de ser la primera etapa de los vascos, pues en 2018 deciden separar sus caminos del que hasta dicha fecha era su vocalista Vlad Crapul (Ian Mason de The Wizards), entiendo que para centrar su esfuerzos y energía en dicha formación.

No obstante, rápidamente se repusieron de dicho golpe, incorporando a Peter (Black Ocean Witness), con quien se estrenan en esta grabación, Collapse, un álbum cuya duración apenas supera los 23 minutos de duración. Este hecho, quizás haga cuestionar si se trata de un EP largo o un corta larga duración. El debate y la reflexión están ahí. Pero lo cortés, no quita a lo valiente y a su favor, decir que estamos hablando de siete cortes de frenético y cadencioso death ’n’ roll/crust y que quizás encaje con lo estándares de dichas vertientes y de lo bueno si es breve, dos veces bueno.

Collapse es un título que viene como anillo al dedo para describir la situación mundial en la que nos encontramos. Toda una declaración de intenciones donde los euskaldunes cuestionan todo tipo de moralidad, ética y dogmas del mundo moderno y, por ende, de la propia cuestionable humanidad a la cual pertenecemos, valga la redundancia. Y es que estos 7 cortes, registrados en los Black Storm Studios en Karrantza, bajo la batuta de Ekaitz Garmendia (Legen Beltza, The Great Wound, Extinction, Sijjin) rezuman a partes iguales una muy mala ostia y rabia incontenida. Como he adelantado a los neófitos con respecto a Knives, ellos practican un híbrido de podrido death metal sueco claramente influenciado por el inconfundible sonido Boss HM-2, junto a otros elementos provenientes (secciones rítmicas sobre todo) del crust/D-beat escandinavos, e incluso en esta grabación, se atisba algún que otro guiño en forma de riff black metalero.

Porque la verdad sea dicha, la escucha se torna fulgurante y deja con un poso de querer más y más, gracias al frenetismo que hemos mencionado unas líneas más arriba. Desde las viciosas y pegadizas cabalgatas crusties a lo Wolpack (extensible a toda la vertiente escandinava como Disfear, Skitsystem, etc) de “The Unknown” o “Martyrs”. “Architects of Society” o la sección pesada de mitad del corte de “Handcraft Utopia“, abrazan ese sonido crujiente y cortante de guitarras que nos trae la reminiscencia más ‘rollera de Entombed (etapa Wolverine Blues). Y es que la influencia del sonido sueco (Nihilist, Carnage, Entombed) de finales de los 80 y principios de los 90 está presente en toda la duración del plástico. No podemos tampoco olvidar esos ligeros arrebatos de furia blacker como el acontecido en “Was It Worth It?” o nuevamente el aura puramente oscuro del inicia del elepé, fruto de la colaboración de Eöl (Numen y Elffor), además de la sorprendente “Bæignätt”, cantada en euskera.

Editado tanto en formato CD digipack como vinilo (tanto en color negro, como rojo salpicado en negro) por ellos mismos, creo que ese detalle dice mucho del tesón y actitud puramente DIY y underground que ellos atesoran. Poco más que añadir, por lo que, si te flipa el material de las formaciones como Black Breath, los Entombed en su faceta más ‘rollera y macarra o toda la vertiente sueca a lo Wolfpack, dales una escucha porque no te defraudarán y estoy seguro que tendrás en tu radar de acciones a Knives.

Jonathan Pernía

Ferviente y devoto melómano. Enfermizo coleccionista de CD’s, vinilos, K7’s y fanzines, ya que siento especial predilección por todas y cada una de las ramas del metal extremo o los géneros más underground. No obstante,como buen amante de la música en general, me considero muy open-minded en ese aspecto.

Otra de mis pasiones es la prensa escrita musical. Con sus luces y con sus propias sombras. Poseo una dilatada experiencia en medios como el extinto Pitchline’Zine (2005-2016) del que fui redactor-jefe o Subterraneo Zine (2017-2019).