El decimocuarto trabajo de KoЯn aterriza en esta recta final de la pandemia y, lejos de lo esperado, se trata del disco más accesible de la banda de Jonathan Davis. Tras superar los propios dramas de Davis y vivir en la incertidumbre de estos dos años de cataclismo, KoЯn engrasa la maquinaria para regalarnos su disco más melódico hasta la fecha.
Requiem es un disco necesario para entender que pasar página es necesario y superar los malos tiempos, imprescindible. Y quien mejor que el propio Davis para darnos una lección vital de recomponer un alma rota por la prematura muerte de su esposa de tan solo 39 años de edad… Es una pena que Jonathan Davis parezca estar más inspirado cuando la vida le golpea, pues es en esos momentos cuando ha sacado su mejor versión a la hora de soltarse en su trabajo.
Es evidente e innecesario que los fans sigan creyendo en que Korn regresará a sus inicios. Han pasado años y muchos discos; la banda ha crecido y madurado. Ha adaptado y mutado su estilo, aunque la gravedad de su música sigue siendo una evidencia. Aunque la mutación la sigue aportando Davis al verter sus ideas y sentimientos en las bases musicales que el resto de la banda le sirve en bandeja. Aquí, en Requiem, las letras son de índole optimista, incluso algo renacentista. Y se nota en el tono del disco.
Tras un par de días dando al repeat del disco, realmente he disfrutado mucho de las melodías. Los singles son geniales. La banda se muestra más cercana que nunca al oyente, más cálida. El disco es lo suficientemente corto como para no aburrir. No demasiado pesado para digerir. Y estas virtudes lo convierten en un disco fácil y apto para todos los públicos.
El nuevo metal de KoЯn viene azotando por el combo de guitarras incendiarias de Welch y Munky Shaffer y por las mutantes voces de un inspirado Davis. Canciones como la inicial e hipnótica “Forgotten”, la dura “Hopeless and Beaten” o la tapada y maravillosa “Disconnect”, son solo muestras de lo ecléctico y maduro que suena este Requiem.
“Start the Healing” come aparte, la canción que habla de “empezar la sanación” con un enfermizo e hipnótico groove y un estribillo con mucho gancho, se decanta por ser la mejor del disco y apunta a fija en sus futuros conciertos.
El resto de canciones aportan frescura y cohesión al conjunto. Todas ellas son más luminosas que de costumbre, pero siempre labradas musicalmente al puro estilo de KoЯn. Puedo entender que los puristas no comulguen con este nuevo enfoque de Davis y sus secuaces, pero no podemos omitir que estamos frente a un gran disco. Corto pero intenso, sabroso y ejecutado con muchas intenciones.