Pues debido a la cantidad de haters de KoЯn y del nu metal en general, por qué no decirlo, que hay en la redacción de Science of Noise, era casi un hecho que me iba a tocar a mí reseñar el último trabajo de los californianos, The Nothing (2019). Y aunque siempre he sido (y seré) un defensor de los de Bakersfield, reconozco que llevaba ya muchos años desconectado de la banda. Así era hasta que tras el lanzamiento de The Serenity of Suffering (2016), el que era su último trabajo hasta la fecha, pasaron por Barcelona y el adolescente que sigue viviendo en mí tuvo que asistir a la cita, en un bolo que de no ser por un sonido mejorable (que no es la única vez en el Sant Jordi Club) superó las expectativas de muchos de los que allí estuvimos. Sé que esto no viene mucho a cuento, pero quería dejar claro que no me considero ni mucho menos un fanboy loco de KoЯn, ni soy un gran conocedor de sus últimos trabajos, pero como todo el que fue adolescente en los dosmiles, el nu metal siempre será una parte de mí, y por tanto, KoЯn también. Llámenme nostálgico si quieren.
Muchos dicen que este género murió durante los primeros años del nuevo milenio, y bueno, puede que tengan razón. La mayoría de las bandas de aquel movimiento surgido en plena década ’90 fruto de la evolución del rap metal y del sonido industrial, que siguen en activo y sacando nuevos trabajos (nos gusten o no), han cambiado bastante su sonido durante las últimas décadas, por ejemplo bandas como Linkin Park o Incubus, que aunque no eran considerados nu metal, estaban de alguna manera dentro de aquello (escuchen S.C.I.E.N.C.E. si no me creen). Y por el contrario, las que no salieron de aquello, han envejecido sin pena ni gloria viviendo un poco de las rentas de aquella época dorada. Sí, hablo de los Limp Bizkits, P.O.D.’s, etc. Con esto no digo que KoЯn se hayan mantenido siempre fieles, ya que han coqueteado con diversos estilos lejanos a sus inicios como en The Path of Totality (2011), en el que la música electrónica tuvo gran presencia, o como en los estribillos más melódicos y de voces suaves de The Serenity of Suffering, pero 25 años y trece discos después, se sigue hablando de ellos como uno de los referentes, y a pesar de la incesante evolución y experimentación de su carrera, hay mucho KoЯn dentro de este álbum. Vamos al lío.
La temática entera de The Nothing viene marcada por la tragedia de la muerte de Deven Davis, ex mujer de Jonathan Davis, cantante y líder de la banda desde sus inicios, lo que puede dar una idea inicial de por dónde van a ir los tiros. A pesar de llevar ya un tiempo separados debido a una enfermedad y diversas adicciones por parte de Deven, fue un acontecimiento devastador para JD, lo cual deja plasmado en prácticamente los 44 minutos que dura este plástico. Incluso antes, porque ya el título, inspirado en la novela The Neverending Story, donde se hablaba de “la nada” como el malo de la historia, lo deja todo bastante claro.
Siguiendo en la misma línea del título, nos encontramos “The End Begins” a modo de intro, que comienza con el característico sonido de gaitas de Korn en relación a la ascendencia escocesa de JD, acompañada de una contundente percusión cargada de timbales, una línea de bajo made in KoЯn y los lamentos de JD, que se acaban convirtiendo en llanto al final de la canción. A esta declaración de intenciones sigue la directa “Cold”, donde los lamentos y llantos pasan a ser guturales por parte de Jonathan, tras una sugerente intro y sobre un riff 100% KoЯn, que desemboca en un estribillo cargado de sonidos más industriales que recuerda un poco al de “Die Sonne”, de la banda alemana Rammstein, con una voz más serenada que durante los versos. Buen trallazo para olvidar un poco la tristeza provocada por su predecesor.
El álbum continúa con el que fue su primer single “You’ll Never Find Me”, cuya intro de puro nu metal me flipa, y ya es la cuarta vez que la escucho mientras escribo estas líneas. Durante el verse las dos guitarras de Munky y Head se complementan genial con unos agudos que me recuerdan al ya clásico “Freak on a Leash”. Hasta el momento el tema más cercano al sonido KoЯn que todos recordamos de aquellos primeros trabajos, en el que quiero destacar la facilidad de JD para cambiar de registro vocal como le viene en gana. En “The Darkness is Revealing” no salimos de las tinieblas de JD a nivel lírico, pero sí que el tema baja un poco de intensidad respecto del anterior, sobre todo en un estribillo de voz nítida más propio de bandas afines que tiraron más hacia el metalcore, como Papa Roach, estilo que nunca ha sido santo de mi devoción, hasta que el estribillo termina y el tema me conquista del todo cuando en el minuto 1:27 todos los instrumentos callan para dejar paso a cuatro rápidos golpes de ride, lo que interpreto como un guiño a la intro de “Blind”, temazo que abría su homónimo trabajo en 1994, y que para mí es sin duda uno de los mejores de su discografía. Detallitos que molan.
“Idiosyncrasy” arranca de nuevo con una intro más propia de los KoЯn de los 90, con pesadas guitarras muteadas custodiadas por el ride de Ray Luzier y el peculiar sonido del bajo de Fieldy. Tras esta intro todo se vuelve más suave aunque hay algo en el sonido que te hace saber que se trata de KoЯn, hasta el estribillo, donde el tema adopta un sonido más alternativo casi popero.
El siguiente corte es el más extraño del disco. Con tan solo 1:42 segundos de tiempo, “The Seduction of Indulgence” es una grotesca paranoia de esas que les gustan a ellos.Llegados a la mitad del disco, se puede observar como claramente han querido retomar elementos de sus inicios pero sin dejar de experimentar con nuevos horizontes, que a mi parecer llegan a coquetear incluso con el metalcore, pero que algún experto me corrija. Temas directos y cortos (sólo uno pasa de los 4 minutos) con estructuras similares entre ellos, con continuos cambios de intensidad tanto en los instrumentos como en la voz, pasando de falsetes a guturales en cuestión de segundos, tal y como a JD le gusta. Así mismo lo hacen en “Finally Free”, que acaba bastante más pesado de lo que empieza, y cuyo título hace que volvamos a acordarnos de Deven, si es que en algún momento la olvidamos.
“Can You Hear Me” es otro de los singles del álbum y me encanta como empieza, con una intro muy Rammstein industrial a más no poder. Misma estructura de verse suave tras una potente intro y estribillo de corte más alternativo. De este tema solo salvo la intro, la verdad. El encargado de continuar es “The Ringmaster”, donde vuelve el sonido crudo durante el verse, que por momentos está compuesto de dos voces simultáneas en diferentes octavas, también característico de la banda, y que se puede apreciar muy bien en su Unplugged, que me flipa. Pero sin duda la chicha del tema viene hacia el último minuto, donde justo antes de reventar, JD se marca uno de sus famosos scats, beatbox, o como quieras llamarlo, al igual que en aquel mítico vídeo de “Freak on a Leash” para desatar la locura en uno de los momentos más auténticos del álbum, en el que también se aprecian algunos scratcheos de fondo. ¡NU METAL, joder! Cierto es que el tema podría haber acabado ahí, pero como 2 minutos 30 segundos quedaban un poco cutres, decidieron meter un estribillo más. Se lo perdonaremos.
“Gravity of Discomfort” también tiene una intro 100% Korn, en la que destaco el particular sonido que consigue Fieldy haciendo slap en su bajo Ibanez de cinco cuerdas, una de los sellos de identidad de los de Bakersfield. Sin duda este es uno de los temas más Korn del álbum. Y más de lo mismo con lo que sigue. “H@rd3r” tiene todo lo que requiere un tema digno de Korn. Me encanta la percusión antes del estribillo con su bombo – hi hat, y me flipa el momento drum&bass tras los guturales hacia el minuto tres, acompañando los lamentos del bueno de JD.
Ya queda poco para terminar, y tras los dos mejores temas del álbum para un servidor, es el turno de “This Loss”, que no está mal, pero baja mucho el nivel en comparación a sus predecesores. Tiene un sonido oscuro tirando a épico más parecido a Evanescence que a KoЯn. Y no tengo nada contra los de Amy Lee, que por cierto también canta en el Unplugged, ¡y también Robert Smith! Bueno, el tema mejora notablemente hacia el último minuto, volviendo su sonido más crudo y pesado.
Para terminar, ¿por qué no una balada? “Surrender to Failure” es el broche que pone Jonathan a un trabajo salido de lo más profundo de sus entrañas y sus tinieblas, y puede que un último adiós a la que fue su compañera de vida por años, y madre de sus hijos. En este caso no importa dejar la canción en menos de tres minutos, ya que no hace falta más tiempo para decir lo que quiere decir:
«I would do everything to bring you back to me
If only God would let me turn back time»
Tras estas líneas, un profundo suspiro de JD es lo último que se escucha en The Nothing, que sin ser ni de lejos el mejor trabajo de KoЯn, a mi parecer está bastante por encima de muchos de los trabajos que venían presentando los últimos años, y muy por encima de su antecesor. Los temas son cortos y directos, algunos de ellos recuerdan a los mejores KoЯn, sin llegar a la altura de los clásicos, y otros difieren mucho de lo que esta banda fue, pero siguen teniendo algo que te hace saber que se trata de ellos. Hay partes que se pueden hacer un poco aburridas debido a una estructura muy similar entre corte y corte, pero no seré yo quien critique a esta banda, que tantos años y discos después sigue siendo capaz de despertar al adolescente que hay en mí.
Como rockero nacido en Canarias y en los 90 (¡El Nu Metal mola!), me pasé la infancia luchando en todos los recreos para poner mis discos; “…And Justice For All” siempre era uno de ellos.
En esto del rock desde que escuché por casualidad Deep Purple, a lo que siguió Led Zeppelin y ya no hubo vuelta atrás. Pasión por la música desde niño, prácticamente todos los estilos que derivan del rock, aunque un poco hater con el Glam. Guitarrista amateur, batería frustrado, y con ganas de adentrarme en este mundo como algo más que un hobby.