Korpiklaani, en mi opinión los actuales reyes del folk metal con su estilo desenfadado y divertido, han llegado a los corazones de mucha gente. Este grupo originario de Finlandia, se formó en el 2003 después de la disolución de Shaman, anterior banda de Jonne Järvelä, que ya poseía características similares a lo que hace actualmente Korpiklaani. Una de las grandes diferencias que distinguen a estos, de grupos similares como Finntroll o Turisas, radica en que no hacen metal para cumplimentarlo con folk, sino al contrario, su base es el folk finés de toda la vida, pero con toque metal rockero.
El mismo año de su debut ya sacaron su primer disco Spirit of the Forest (2003), donde se hizo notar, ya desde el primer momento, la esencia de su metal festivo, con solos de violines muy buenos. Al cabo de dos años sacaron su segundo LP Voice of Wilderness (2005) donde explotaron aún más su folk finés. Y así hasta 2009 sacando un álbum por año. Recalcar que con Karkelo (2009) tuvo gran repercusión, lanzándoles al estrellato, también gracias a su canción “Vodka” y para acabar de completar el pack tocando en la edición de ese año del Wacken Open Air.
Así, pasaron los años sacando tres álbumes más espaciados, el último Noita (2015) donde no perdieron ni un ápice de su creatividad y muy bien considerado por la crítica, con su ya mítica “A Man With a Plan”. Tres años de larga espera ha tocado, hasta tener en nuestras manos el décimo trabajo de los fineses (recordar, diez álbumes en quince años, son muchos). Por los singles que habían salido, hacía presagiar que sería otro éxito rotundo, ya que, ¿por qué variar un estilo cuando sabes que tienes a todos los fans enganchados con tu música directa, sin complejos y con ganas de hacer disfrutar a la gente al ritmo de temas divertidos y movidos?
Os diré que Kulkija (2018) es un álbum diferente de lo acostumbrado con los fineses. Ha seguido un poco la senda de sus dos anteriores trabajos, donde nos encontrábamos con más canciones sobrias y no tan de frenesí. En el caso que hoy nos ocupa, han hecho un LP muy maduro, elaborado, donde voz y guitarras tienen un puntito más grave y las míticas canciones batalleras de baile no abundan tanto. Es un álbum larguísimo, donde hay una canción de diez minutos y otros dos temas de unos siete minutos. Los instrumentos conjuntos están más equilibrados que de costumbre, con más temas de medio tiempo.
Podríamos decir que el álbum está construido conceptualmente sobre un trotamundos o viajero. De hecho “Kulkija” significa esto. Este personaje sale reflejado a lo largo de los catorce temas, en forma de alguna situación de su vida, y junto con el cambio producido, más maduro, parece un trabajo muy personal e intimista, se podría considerar que hace referencia en lo mucho que viajan y lo mucho que están fuera de casa.
Este Kulkija (2018), comienza con “Neito”, Korpikuusen Kyynel” y “Aallon Alla” tres temas más o menos típicos de la banda, remarcando eso sí, su formato más maduro y menos ¿…jovial?, para continuar con una balada acústica muy buena como es “Harmaja”. “Kotikonnut” primer single (creo) que salió referente al álbum que describo. “Kallon Malja” con sus casi diez minutos de duración, nos ambienta en la gélida Laponia, donde un narrador trotamundos nos explica sus aventuras y desventuras delante de una fogata, canción con mucha miga.
En “Sillanrakentaja” se nos presenta una canción diferente, tiene un punto doom y con unos coros de niños, hijos precisamente de los componentes Jonne Järvelä y Cane; continuando por la instrumental “Pellervoinen”, tema de arreglos populares, o pasando directamente a la penúltima “Juomamaa” más del estilo fiestero de los finlandeses, acabando el disco con otra lenta como es “Tuttu on Tie”.
¿Qué conclusión podemos sacar? A mi este disco me ha gustado, dista mucho de ser otro más en su extensa discografía, de hecho, me esperaba esto, más canciones fiesteras, más brindis saltando, pero sinceramente esto me cansaba un poco ya, necesitaba más chicha, más trabajo. Y como si me hubieran leído la mente, o como si ellos mismos se hubieran dicho que era el momento de dar el giro definitivo -sin ser un cambio de rumbo total, ojo- pero si como he comentado, con un trabajo más adulto, maduro, con canciones para escuchar, no solo bailar y abrazarse con tu colega ebrio.
No podríamos llegar a decir que los fineses han arriesgado en exceso, pero si que han sido valientes, parece que han dejado atrás las canciones frenéticas y directas, para dar paso a temas más personales y “pausados”. La gente que quería más de lo mismo, lo tendrá, pero sin ser lo predominante de este Kulkija (2018); aún hay su ración de festifolk pero en general es un álbum más relajado, más penetrante, incluso que necesita varias escuchas para poder sacar todo su jugo y poder saborearlo como es debido. Los fineses Korpiklaani, con las letras en su idioma natal, continúan haciendo lo mismo, pero con un enfoque un poquito diferente. Yo lo compro, ¿y vosotros?
Soy de esa generación que la “post-pubertad” lo pilló entre el metal primigenio (lo que llamamos ahora old school) y la nueva ola que fue el Nu metal, es decir, pasado mediados de los 90. Me encantan muchos estilos pero sobretodo el rock clásico y evidentemente el metal, este último es una forma de vida y encima me gusta desgranar y reconocer la riqueza de todos sus subgéneros. Uno ya tiene su edad (los mechones blancos en la barba no están por que sí) pero no me cierro para nada a grupos nuevos, eso sí, mientras haya fuerza y calidad, aunque hoy en día hay mucha. Como nacido justo entrados los ochenta también se incluye que soy un friki de cuidado (rol, videojuegos, Star Wars, pelis Gore, literatura fantástica y un largo etc.) vaya que toco de todo un poco. En resumen, espero contagiaros mi pasión metalhead a la vez que disfrutáis de mis aberrantes destripes.