Todavía muy presente en la memoria el último Be Prog! My Friend de hace apenas un par de semanas, durante la excelente actuación de Pain of Salvation y a raíz de la audición de uno de sus temas, no recuerdo cuál, me comentó un colega cómo le había gustado el momento nu que habían intercalado en el mismo, dejándome mil dudas en mi cabeza sobre a qué parte exactamente se refería, pues me podéis colgar la L sin problemas, me siento totalmente des-nu-da respecto a este estilo. Nu metal, metal alternativo, avant-garde, sludge o industrial, todas esas tendencias que coparon los 90 / 2000 me son desconocidas, son caminos que no he tenido bien a transitar porque a priori me tiran para atrás y que ahora me animan a tomar, ¡tres décadas más tarde! Lo que no hagamos por la revista…
El caso es que no os creáis que no me da rabia tener ese agujero negro cultural de toda una vertiente musical cuya importancia no podemos obviar, aunque a nivel personal no me motive en absoluto. Es evidente que esas influencias han marcado generaciones de músicos y que siguen presentes en el panorama actual, por lo que tener como mínimo ciertos conocimientos siempre viene bien para obtener una visión más amplia y rica de lo que se cuece.
Pues parece que tan solo unos días más tarde de sentir ese run run de culpabilidad se me presenta la oportunidad de oro de entrar de lleno en el susodicho nu metal de la mano de uno de sus creadores, KoЯn, y su primer disco homónimo. ¡Menuda chiripa la mía! Venga, acepto el reto ni que sea por salir un poquito de mi ignorancia y no volver a quedarme con cara de póquer cuando suene un grupo de este estilo.
Acepto también encantada porque sé que mi compañero Rubén de Haro (quien me ha lanzado esta propuesta de reseña improbable) no me quiere a mal y seguro que sus intenciones van más en la línea de culturizarme que de torturarme con la audición de algo con hartas probabilidades de gustarme. Imagino que para él este disco debe significar algo especial pues justo hace cinco años le dedicó un repaso certero en motivo de su 25º Aniversario, así que, sin más dilación, ¡vamos al lío a ver si me convence!
Iniciamos el álbum con lo que parece ser el tema más emblemático de la historia de la banda, según he leído por ahí, además de su primer sencillo, “Blind”. No sé cómo lo veis vosotros, pero que tu primer tema ever se convierta en el que te defina y el que consiga más repercusión, no deja de ser algo sorprendente y un poco frustrante a la vez (¿qué haces durante el resto de tu carrera si eres incapaz de reeditar tal acierto?). No me gustaría encontrarme en tal tesitura si fuera músic@, la verdad, aunque es evidente que semejante éxito debió ser un enorme revulsivo para tirar adelante y seguir explorando en profundidad esa nueva senda abierta con KoЯn.
Está claro que hay que detenerse en él y ahondar para entender de qué va la propuesta de este disco, banda y movimiento, ahí es nada, por lo que le doy unas cuantas escuchas en bucle para poder empaparme bien de su esencia. El inicio no puede ser de lo más inquietante, unos constantes y sutiles toques de plato acolchan la entrada de, primero un rasgueo de guitarra, para luego convertirse en un juego de a dos dándose la réplica en canales distintos. Notamos ya una oscuridad que parece no vamos a dejar de aquí en adelante y que se incrementa al unirse el resto de la sección rítmica a full.
Hay contundencia buscada en detrimento de la melodía pues la intención es impactar con la fuerza de una apisonadora y no tanto buscar el gancho melódico. Noto que el bajo suena tan fuerte o incluso más que las guitarras, reforzando esas sensaciones de intensidad rítmica. Ese inicio compacto se relaja un poco al entrar las estrofas para poder dejar espacio a la voz, que al igual que los instrumentos, no busca expresarse tanto con las melodías como con los estados de ánimo que destila. Son muchas las reminiscencias grunge que me transmiten estas estrofas iniciales, aunque tengo la sensación de estar ante una evolución mejorada ya que la instrumentación adquiere una mayor importancia. Sin duda hay bastante más virtuosismo y protagonismo y son vitales para potenciar esas sensaciones de opresión y oscuridad.
En la misma clave rabiosa podemos escuchar un tramo hip hopero en esencia que sorpresivamente parece encajar con naturalidad en la dinámica del tema que nos descoloca en su final, que juega al engaño llegando de forma abrupta para retomarse casi al instante en clave instrumental mucho más relajada. Eso sí no me lo esperaba y viene a reforzar un poco el argumento anterior de que la instrumentación es muy tenida en cuenta en el desarrollo de esta música y su capacidad de sorprender.
Como puerta de entrada al disco no está nada mal todo lo que hemos podido escuchar en un solo tema, y aunque se salga de mi zona de confort, puedo llegar a apreciar todo lo que hay en él aun sin llegar a conectar al 100 %.
Un inicio de guitarra distorsionada muy thrashero da la bienvenida a “Ball Tongue”, riffs de guitarra pesados y un bajo muy protagonista lleno de efectos slap nos introducen esta descarga de rabia desmesurada que alcanza altas cotas durante sus estribillos que a mí personalmente, me matan y ejemplarizan mi incapacidad de conectar con ellos. Son esas voces cabreadas las que, aunque intente aislar de mis orejas o simplemente oírlas como lo que son, una simple expresión de rabia como cualquier otra, no dejan de perturbarme. Jonathan Davis se sirve de su música para sacar sus demonios de dentro, como lo hace aquí a grito pelado. Entiendo su pesar y que lo quiera transmitir de esta manera, que es lo normal (¿cuál es la máxima expresión del dolor, la rabia o la angustia? ¡el grito!), y yo ya lo siento, pero soy incapaz de soportarlo. Me afecta emocionalmente, por lo que decido no darle demasiadas vueltas a su escucha -las justas- y pasar a la siguiente.
“Need To” busca impactarnos gracias a la reiteración de su riff principal de guitarra que se repite hasta la saciedad y al que se van sumando virguerías tanto de bajo (en forma de nuevo de múltiples slaps a toda velocidad) como de una juguetona batería. Las líneas vocales son relativamente melódicas esta vez en sus estrofas para marcar contraste con los estribillos que tiran por derroteros más contundentes. Un tema bastante lineal con una gran rítmica que solo se ve roto por un pequeño delirio rabioso de Davis entonando un why? desgarrador justo en su mitad que nos sitúa de nuevo en esa dinámica oscura de todo el disco.
“Clown” empieza de una manera espontánea con los miembros de la formación hablando antes de atacar el tema, en lo que parece ser una toma en directo (a saber). Si los riffs anteriores me parecían oscuros, éste se lleva la palma de largo. Davis en su línea enfadada con el mundo, escupe su rabia de nuevo al relatarnos una experiencia negativa vivida con un asistente a uno de sus conciertos, al cual lo más bonito que le dedica es la calificación de payaso.
Seguimos avanzando y damos con un riff de entrada a “Divine” bastante similar al de “Need To” pero más acelerado, impregnando las primeras estrofas de gran velocidad para que Davies recite decantándose por el hip-hop. Al igual que pasaba en “Divine” nos encontramos ante algo bastante lineal roto tan solo por un puente en el que KoЯn posiblemente haya batido el récord Guinness de decir la palabra «fuck» por segundo (cuánta mala leche acumulada…). Y claro, al haber querido darle tanta aceleración a todo, se lo pulen en menos de tres minutos…
“Faget” comienza con una percusión muy tribal y con ella abrigo la esperanza de salir un poco de las tinieblas… ¡Error! Pesadez de nuevo, atmósfera opresiva, angustia desbordada, y así podría devanarme los sesos para encontrar expresiones en la misma línea que describan lo contenido aquí. Guitarras y bajo van muy de la mano todos a una para incrementar aún más su potencia, tomándose todo el tiempo del mundo (demasiado para mi gusto) para desarrollar una letra que arremete contra los acosadores. Imposible no abordar una temática tan dura, al parecer vivida en primera persona por Davis, sin ese enfoque furioso que impregna todo el tema.
Pasado el ecuador del disco nos dan un pequeño respiro con “Shoots and Ladders”, el cual ha supuesto un soplo de aire freso, un regreso a mi zona de confort por unos instantes al sonar una gaita entonando sus características melodías folk en su inicio, sumandose el resto de los instrumentos al poco en la línea habitual de afinaciones graves y percusión bastante tribal, entrelazándose todas esas sonoridades de forma maestra. Me gustan lo sugerentes que suenan las estrofas, como si imitaran el juego de un niño burlándose de algo. Yo lo hubiera matado aquí para conseguir un tema de diez, pero faltaba el momento protesta (supongo que de esto va el nu al fin y al cabo) y este llega manifestándose en un par de ocasiones como habitualmente, con la vena del cuello a punto de explotarle a Davis… A mí me da que ese final tan abrupto lo metieron para evitar que le diera un síncope al pobre muchacho…
Sonidos crudos en “Predictable”, un tema del que destacaría el trabajo de sus guitarras y el bajo que parecen tener un mayor protagonismo que en cortes anteriores, dejándoles incluso un tramo instrumental donde destacar como novedad. También los constantes cambios de ritmo no tienen nada de previsibles, resultando más que interesantes y dotando al tema de una gran originalidad aun sin abandonar su oscuridad habitual.
“Fake” me resulta muy cargante a nivel vocal en sus estribillos y es una lástima porque emborronan un poco todo el trabajo rítmico bajo/batería que hay detrás y que está muy elaborado. Como novedad escuchamos también algún gutural, que vendría a ser el siguiente nivel de cabreo en la escala de Davis.
Pero es que la escala va en aumento y en “Lies” Davis vuelve a superarse a sí mismo con un gruñido interminable en momentos puntuales, en el que superpone su voz en un crescendo constante que lo deja sin aliento.
“Helmet in the Bush” baja un poco las revoluciones y con su rítmica constante da mucho juego para expresarse vocalmente en diferentes tesituras. Es quizás esa reiteración su punto fuerte, pues sobre esa base constante podemos apreciar lo imaginativos que pueden llegar a ser introduciendo sutiles cambios.
Si antes comentaba que la máxima expresión de los sentimientos oscuros como el dolor, la rabia o la angustia podría ser el grito, no hay que olvidar tampoco el sollozo. De éstos va sobrados “Daddy”, una pieza final que me ha dado la estocada final. Madre mía, qué jodido debía estar Jonathan Davis para parir algo así. Si os digo que he tenido que parar la canción en varias ocasiones para coger aire… Yo espero de verdad que le sirviera de terapia para sobrellevar esos abusos sexuales sufridos durante su infancia, trauma ya de por sí difícil de superar, más si le añades la negativa de tu entorno a creerte. De todas esas lindeces habla este tema, sumiéndonos en un terror extremo de tan solo pensar en la verdadera dimensión de las bajezas humanas. No he sido capaz de escuchar este final más que una vez, pues mi incapacidad de lidiar con el dolor humano ajeno a este nivel es algo que me supera. Suena tan real que da vértigo.
Llegado el final de KoЯn y tras este curso intensivo en nu metal dejo por escrito un poco mis impresiones / conclusiones al respecto porque, al fin y al cabo, de eso se tratan las reseñas improbables, de mojarse un poco y pillar seguro…
Visto de forma objetiva, tras más de una hora de escucha, que es lo que dura el disco, no es difícil hacerse una idea de lo que el nu metal propuso: una nueva forma de entender la música no basada tanto en las melodías como en la creación de atmósferas impactantes, en las que todos los instrumentos y la voz van a una para expresar dolor, frustración, descontento y rabia, emociones muy acordes a la desafección generalizada imperante en el momento del lanzamiento del trabajo y que, por tanto, calaron hondo. Para ello se sirvieron de dos guitarras con una marcada distorsión y afinaciones graves (consiguiendo de esta manera una gran contundencia en su sonido) y el bajo pasó a tener un papel fundamental, pues su rítmica junto a la de la batería, dinámica e incluso sincopada, deudora del hip-hop en muchas ocasiones, es muy protagonista en este tipo de música.
Visto de forma subjetiva, sigo sin estar por la labor del nu metal, y aunque sepa apreciar todo el trabajo que hay tras él, no resuena apenas conmigo. Mi tolerancia para con la bilis daría como mucho para soportar con amabilidad un EP, que, en este caso, por ejemplo, podría constar de los temas “Blind”, “Shoots and Ladders”, “Predictable” y “Helmet in the Bush”, que son los que más he apreciado. Es inevitable establecer conexiones emocionales con la música que escuchamos y a mí, las propuestas por discos como éste, no me llegan. ¿Volvería a adentrarme en un disco así de forma voluntaria? Lo dudo. Sin embargo, agradezco que me hayan hecho enfrentar a mis demonios musicales para ratificarme en mi postura con conocimiento de causa. Sigo en las mismas que antes de escuchar el disco, pero un poco más sabia y espero que con la capacidad de saber reconocer las indudables influencias de este estilo de ahora en adelante.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!