Buff. Pues vaya con los Kreator. Lo que los reyes del thrash teutón llevan haciendo durante este siglo tiene tela. Después de unos 90 muy experimentales (en los que a mi juicio sacaron muy buenos discos: Renewal (1992) me encanta y a Cause for Conflict (1995) también le tengo bastante cariño, pero el público no acabó de responder a ellos con demasiada pasión), los de Mille Petrozza se lanzaron a por el siglo XXI reinventándose en una nueva encarnación épica, bombástica y afilada. Violent Revolution (2001) apuntaba muy buenas maneras, pero ha sido en Enemy of God (2005), Hordes of Chaos (2007) y Phantom Antichrist (2012) donde han conseguido perfeccionar totalmente esta mezcla entre agresividad feroz e incontenida con melodías infecciosas y antémicas y un espíritu quizás más clásico. Los tres discos mencionados (sobre todo Enemy of God y Phantom Antichrist) me parecen algo cercano a puñeteras obras maestras, con una serie de canciones absolutamente memorables. Pero amigos, este Gods of Violence (2017) no solo está perfectamente a la altura, sino que da un paso más allá en el perfeccionamiento de la fórmula que ha puesto a Kreator en la cima indiscutible del thrash metal en estos últimos años.
Lo primero que llama la atención es la producción: durísima, nítida, densa, incisiva…. el disco suena como un auténtico cañón, con un trabajo en la mesa que se antoja perfecto para que las canciones y el estilo que Kreator nos propone en este disco y en estos últimos años brille con luz propia. Personalmente, y aunque los más puristas se puedan escandalizar por ello, disfruto más de esta etapa más melódica y antémica que de sus días más clásicos. A ver, claro que me gustan Pleasure to Kill (1986) o Extreme Aggression (1989), discos que rompieron también con todo en su momento, demostrando que los alemanes siempre han ido un paso por delante de casi todos sin dejar nunca de sonar inequívocamente a Kreator, pero para mí ahora han alcanzado una madurez y confianza compositiva que se está saliendo de las tablas. Las canciones son todas totalmente reconocibles entre ellas y por si solas, son poderosas y van sobradísimas de gancho. El estilo no ha variado mucho desde sus últimos trabajos, pero si van a seguir pariendo temazos como estos, ni falta que les hace.
La caja de pandora se abre con «Apocalypticon», una épica marcha introductoria trufada de vientos, coros y punteos densos y melódicos bastante típica de Kreator que coloca al oyente perfectamente en situación y que enlaza sin compasión con la potente «World War Now», un tema rápido y agresivo que, sin ser tan memorable como lo que está por venir, tiene un riff principal muy bueno, un estribillo resultón y una parte intermedia épica hipermotivante. La velocidad de este tema tiene su contrapunto en la lenta y pesada «Satan Is Real», que fue uno de los adelantos y que, como me pasa en muchos álbumes que escucho últimamente, me gusta mucho más en el contexto del disco de lo que lo hizo como tema suelto. La intro es brillante, el riff principal es magnífico y hacia la parte final hay unos juegos de guitarras absolutamente maravillosos. Quizás el estribillo, a pesar de ser pegadizo y antémico, no me acaba de convencer del todo, pero esto no es óbice para que en general me parezca un temazo excelente.
Aunque lo que tenemos antes y después está muy bien, para mí todo lo que va desde «Totalitarian Terror» hasta «Lion With Eagle Wings» es sencillamente perfecto. Los alemanes despliegan con confianza el exuberante abanico de registros que son capaces de dominar a día de hoy, y lo hacen de una manera insultantemente sobrada. «Totalitarian Terror» es mi tema rápido favorito del disco, y se trata de una bestialidad del thrash: frenética, violenta y con riffacos espectaculares, pegadizos y motivantes. Tiene el sello inconfundible de los Kreator clásicos, añadiendo con naturalidad sus características melodías de guitarra que por momentos les acercan casi al melodeath y que acaban por montar un tema sencillamente maravilloso. En «Gods of Violence» se produce de nuevo el contraste que habíamos visto entre los dos primeros temas. En este caso empezamos con una evocadora intro acústica llena de arpas y cuerdas de todo tipo que desemboca en un inicio bombástico y potentísimo a lomos de la melodía de guitarra épica e infecciosa que da soporte al estribillo y que se irá repitiendo periódicamente a lo largo del tema. Aquí también hay lugar para partes muy veloces, en las que Mille se las apaña para cantar melódicamente sin dejar ni un momento de sonar rapaz y agresivo. Se trata de un tema completísimo, redondo, que lo tiene todo y que quizás (ojo), es mi favorita del disco a día de hoy.
En el contexto de esta parte intermedia tan brillante, «Army of Storms» es quizás la menos destacada, aunque esto no quiera decir que baje del notable alto, ya que está repleta de momentos fantásticos, empezando por una corta introducción motivante e infecciosa. Hay partes épicas y dramáticas en abundancia y cuenta con un trabajo de ambos guitarristas fabuloso, con algunos punteos dobles que recuerdan muchísimo a Iron Maiden. Seguimos con un «Hail to the Hordes» que apunta a clásico instantáneo. Más heavy que una lluvia de hachas y con un espíritu reminiscente a bandas como Grand Magus o Amon Amarth, se trata de un himno tribal como podría serlo «United by Hate», de su anterior álbum. Bajo la férrea batuta de una melodía de guitarra afilada e infecciosa, la canción viene cargada de múltiples toques celtas y, con un estribillo potente y emocionante, seguro que se convertirá en un éxito indiscutible en directo. Como si de una marcha se tratara, durante toda su duración se mantiene en un cierto medio tiempo que la hace aún más contundente y pesada y que enfatiza las guitarras, los coros y la fuerza antémica general. Me encanta.
Los primeros momentos de «Lion with Eagle Wings», tanto el punteo inicial como la melodía vocal «limpia» (ejem… Mille no lleva muy bien eso de las voces limpias) me han traído a Ghost a la cabeza (imaginaos como de interiorizados debo tener a las huestes del Papa para que me vengan ellos a la cabeza y no sus referentes). Se trata solo de una curiosidad momentánea, ya que a partir de ahí el tema se desboca y ya no se parece en nada, convirtiéndose de nuevo en un corte thrashero, veloz y agresivo, con guitarras fantásticas y un cierto aire progresivo al The Blackening (2007) de Machine Head. Uno de esos temas que fluye con absurda naturalidad entre cada una de sus múltiples y brillantes partes, y donde todas contienen algún detalle más o menos explícito que te motiva y emociona. De nuevo encontramos ese aire indudable a unos Maiden por los que los alemanes no han escondido su devoción en estos últimos años (versión de «The Number of the Beast» incluida).
«Fallen Brother» es otro tema para cantar con el puño en alto, abrazado a tus compañeros de batallas metaleras mientras os pasáis un cachi de cerveza caliente. Es un homenaje a todos aquellos hermanos del rock que nos han dejado en los últimos tiempos y más allá (un poco en la línea del emotivo «In the End» de Anthrax). Nos estamos acercando a una época en que las bandas que han hecho grande este género se están haciendo mayores y, como es natural, paulatinamente nos irán dejando más y más músicos que han sido referencia para todos nosotros. Teniendo en cuenta cuán auto-homenajeante es la comunidad metalera, supongo que canciones de este tipo irán apareciendo como setas en los próximos años. Aunque es un tema que de buenas a primeras no me dijo muchísimo (especialmente comparado con lo de que veníamos), he acabado sucumbiendo a su buscada epicidad y, especialmente, al fabuloso punteo que acompaña el estribillo, en lo que a buen seguro se va a convertido en otro himno incontestable en directo.
Para acabar, «Side by Side» y «Death Becomes My Light» palidecen un poquitín al lado de la colección de maravillas sónicas que acaban de apisonarnos la cabeza, pero aún así no son malos temas en absoluto, más bien son excelentes. Tienen todas las características que hacen de los actuales Kreator un grupo brillante, pero quizás están en un escalón de inspiración un poco más bajo, y pecan en exceso de genéricas. La segunda de ellas contiene una larga introducción acústica, con una voz que recuerda un poco a bandas góticas como The Sisters of Mercy, y una serie de riffs que, cabalgando con un ritmo maidenesco, acercan la canción al death metal melódico, convirtiéndola en un tema curioso, ligero y bastante interesante.
La sensación que siento yo al escuchar este disco es que Kreator se encuentran con unos niveles de confianza descomunales, con una capacidad creativa exuberante y, en definitiva, en el mejor momento de su carrera. Quizás son la banda de thrash metal que más y mejor está aportando en estudio en estos últimos años, y teniendo en cuenta que el género goza de una salud fantástica a día de hoy, esto es decir mucho. Tan solo un mes dentro de este 2017, me atrevo a decir que este disco va a luchar, en mi mundo, por ser disco del año, y la verdad es que si no entra en el Top 5, estaremos hablando de un año surrealísticamente espectacular.
Que Kreator son unas bestias en directo ya lo sabemos todos. En los últimos años han pisado (varias veces) todos los festivales españoles y no me sorprendería para nada que este verano lo volvieran a hacer. Aún con el recuerdo fresco del bolazo absolutamente espectacular que dieron en su última gira por salas acompañados de Arch Enemy, los alemanes se volverán a acercar a sus habituales Razzmatazz y La Riviera en pocas semanas. Y no solo el cartel es de aúpa a priori, sino que a este fantástico Gods of Violence hay que juntar que el último disco de Sepultura, tal y como me encargué de diseccionar aquí mismo hace poco, es un trallazo sorprendente, y que el estado de forma tanto de Soilwork como de Aborted es sencillamente espectacular. Unas credenciales inmejorables para asegurar que estamos ante un bolaco de consideración que ningún fan del metal agresivo en cualquiera de sus vertientes debería perderse.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.