Krokus – Headhunter (Especial 40º Aniversario)

Ficha técnica

Publicado el 25 de abril de 1983
Discográfica: Arista Records
 
Componentes:
Marc Storace – Voz
Fernando von Arb – Guitarra
Mark Kohler – Guitarra
Chris von Rohr – Bajo, teclados, batería
Steve Pace – Batería, percusión

Temas

1. Headhunter (4:30)
2. Eat the Rich (4:15)
3. Screaming in the Night (6:38)
4. Ready to Burn (3:54)
5. Night Wolf (4:10)
6. Stayed Awake All Night (4:41)
7. Stand and Be Counted (4:07)
8. White Din (1:50)
9. Russian Winter (3:31)

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Poder repasar hoy un álbum como Headhunter, 40 años más tarde de su lanzamiento, me parece un gran acto de justicia de esta Redacción hacia la banda Krokus, pues hasta la fecha no le habíamos dedicado ni una sola mención explícita a semejante gran formación más allá de las crónicas festivaleras de nuestro añorado Rockfest, en el que han aparecido en diversas ocasiones recordándonos lo grandes que fueron y la escasa repercusión que alcanzaron en nuestro país en comparación a otros territorios europeos e incluso americanos. Headhunter, en mi opinión el mejor trabajo de la discografía de Krokus, fue parte de la banda sonora de mi infancia/adolescencia, así que, encarar este aniversario se me antoja de lo más sencillo y apetecible posible, pues lo llevo grabado a fuego, y es darle de nuevo al play que se me disparan mil cosas dentro que intentaré ir describiendo poco a poco.

Antes de entrar de cabeza a analizar sus temas, merece la pena situar un poco el álbum en la trayectoria de Krokus y la época en la que apareció. Headhunter fue el séptimo trabajo de la banda en un momento en que editaban música como churros, a razón de uno por año. Krokus ya se había ganado su lugar en la escena europea (más allá de su tierra natal, Suiza), aunque el estigma de banda imitación de AC/DC los acompañaba ahí donde iban. Su anterior trabajo, One Vice at a Time (1982) ya comenzó a radiarse de forma tímida en los Estados Unidos, y el pequeño empujón que les ayudó a marcar la diferencia allí con Headhunter fue el productor escogido para este trabajo, el británico Tom Allom, que se encontraba en racha por aquel entonces. Tom Allom acababa de dar la campanada el año anterior, 1982, con Screaming for Vengeance, encumbrando a todo unos Judas Priest en el mercado americano, y fue capaz de repetir fórmula dos años más tarde, en 1984, con Defenders of the Faith. Si seguimos el entrelazado de historias entre Krokus, Judas Priest y Tom Allom, veremos que uno de los temas de Headhunter, “Ready to Burn”, cuenta asimismo con la aportación vocal de Rob Haldford. MTV, que hizo aparición en aquella década, también fue, en parte, la causante del auge americano de ambas formaciones. De Headhunter tan sólo se editó el vídeo de uno de sus temas, “Screaming in the Night”, una balada que se convirtió de forma inmediata en el hit que tanto ansiaban y que lanzó a Krokus, por fin, a la fama internacional.

Headhunter es un disco de corta duración (apenas 37 minutos escasos) que va directo a la yugular, sin apenas minutaje de relleno, y entrando ya a matar con su primer tema, el homónimo “Headhunter”. Pocas canciones pueden describir mejor la esencia de un tema heavy metal, lo tiene absolutamente TODO. Desde una batería que se permite el lujo de empezar en solitario no ya solo el tema, sino el disco, a unos riffs poderosos de unas guitarras dobladas que se unen a esa batería progresivamente, tal y como hace un poco más tarde el bajo, y que tras un alarido de Marc Storace, encara de una vez por todas lo que es la estructura clásica de todo tema que se precie. Es esa voz desgarrada de Marc Storace la que nos atrapa y nos lleva de forma trepidante por las distintas estrofas para culminar en un estribillo sencillo, pero efectivo a la vez. Si algo falta para completar el cliché es el solo de guitarra, y sí, lo hay, y es espectacular. ¿Que lo quieres aún mejorar? Pues le pones un final en el que la voz sube y sube de tono, hasta desembocar en una locura instrumental y ¡ahí lo tienes! Más heavy metal, imposible. Si este tema te ha dejado en lo más alto, el siguiente, “Eat the Rich”, no desmerece en absoluto, aunque sí, aquí vamos a darle la razón a todos aquellos que ven muchas similitudes de Krokus con AC/DC, las hay, pero a mí me parece que esta gente va un poco más allá (al menos en este disco), incluyendo elementos imaginativos que se salen un tanto del encefalograma plano habitual. Párate a escuchar con detenimiento, por ejemplo, el inicio del solo de guitarra de este tema hacia el minuto 2:16 (y ya de pasada todo el solo, que no tiene desperdicio) para entender lo que quiero decir con ese plus

Ya hemos desvelado que el siguiente tema, “Screaming in the Night” fue el hitazo que los catapultó a la fama, ¿cierto? Pues tan solo queda que te detengas en su audición las veces que sean necesarias para captar todos sus detalles (mejor no en el vídeo, que en su día debió de tener su gracia, pero que, visto ahora, no hay por donde pillarlo…). A mi esta balada aún consigue erizarme el vello tantos años después. Las líneas melódicas de la voz de Marc Storace en este tema son de una belleza sublime y para acabar de bordarlo, se le suma Jimmy Jamison (Cobra, Survivor) a los coros. Sigue sorprendiéndome como un cantante puede tener registros tan distintos como los que despliega Marc Storace durante todo este álbum, que tan pronto rasga su voz mostrando su faceta más ruda, como interpreta una balada con la sensibilidad a flor de piel. Toca regresar al heavy metal puro y duro, 100% estilo Judas Priest, y es que como ya hemos avanzado antes, “Ready to Burn” cuenta con la colaboración del mismísimo Rob Haldford en los coros, y eso, se nota. Riffs de guitarras dobladas, agudos a doquier, estribillos directos y demoledores… Krokus completó de esta manera una cara A de lo más resultona, con tres temas enérgicos, potentes y directos y una balada para coger un poco de oxígeno en medio. ¿Conseguirá la cara B mantener el nivel?

Por lo pronto, el inicio de “Night Wolf” vuelve a rezumar NWOBHM por todos los costados. Marc Storace se mete en la piel de un lobo depredador nocturno en busca de fiesta y desmadre, y sí, esas son precisamente las sensaciones que nos tramite este tema, por lo que damos por buena su interpretación. “Stayed Awake All Night”, en la estela de su predecesor en cuanto a concepto (party time!), se trata de una versión del año 1973 de la banda BTO (Bachman-Turner Overdrive), dato que desconocía hasta el momento de iniciar esta reseña, así que el mérito en este caso reside en su reinterpretación. Son 10 años los que separan ambas versiones y por suerte, Krokus es capaz de actualizar su sonido, añadirle un poco de gancho y armonizar su estilo para no desentonar con el resto del álbum. La gracia de este tema es su simplicidad, basada en la repetición una tras otra vez de las mismas palabras y frases, como si de un eco se tratara (alguien se paró en su día a contar las palabras utilizadas y tan solo son 25). Mención especial tiene también el medio minuto de duración añadido al original, que aparece en medio del tema en forma de interludio instrumental y que rompe un poco con la dinámica festiva de las estrofas principales. Continuamos con la progresión del álbum con “Stand and Be Counted”, de nuevo un tema animoso que invita al bailoteo y en el que destacaría esa mezcla estilística híbrida entre Priest y AC/DC. Si al principio afirmábamos que apenas había relleno en este álbum, toca matizar el apenas, pues “White Din” responde totalmente a esa categoría a mi entender. ¿Qué pintan unos dos minutos de ruidillos en este preciso instante? No hay forma de saber en qué estaba pensando Krokus con la inclusión de este batiburrillo (si hasta el título, din, algo así como estruendo, da pistas del sinsentido…), pero así, como idea, se me ocurre que quisieran rellenar un poco la cara B para que resultara de la misma duración que la A. A saber… Otra posible explicación es que se trate de una especie de intro en forma de pista separada para el tema que viene a continuación “Russian Winter”, del cual, si nos fijamos en su título, liga de alguna manera un tanto metafórica con la temática anterior. Headhunter se despide con el susodicho “Russian Winter”, un cierre en la línea estilística de temas anteriores, de bonitas melodías en las guitarras dobladas y un Marc Storace tirando de nuevo de agudos, donde más cómodo le notamos cantar. Y hasta aquí lo que ha dado de sí una cara B un tanto más irregular que la A, pero no exenta de calidad también.

En general, Headhunter, puesto en su debido contexto, es un discazo cercano al diez según mi humilde opinión. Lástima que no nos dé por puntuar los discos analizados en motivo de sus aniversarios…

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Sobre Susana Masanés 176 Artículos
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!