Me tendréis que perdonar por esta idea de bombero, pero tantas semanas de reclusión forzada parece que han hecho que pierda definitvamente la cabeza. Con el mono de conciertos picando constantemente a la puerta, y con la excusa (creo) de hacérmelo todo más llevadero, he pensado que la falta de actuaciones en directo no tenía por qué significar el final de mis crónicas kilométricas (que disfruto mucho escribiendo, la verdad). Así que antes de ponerme a hablar sobre alguno de los muchos streamings que podemos ver a día de hoy y que de momento me parecen bastante poco jugosos en este sentido, he optado sencillamente por imaginar una situación distópica en la que nada de todo eso estuviera pasando y el calendario de conciertos estuviera transcurriendo con total normalidad.
Me imagino más de una ceja levantada y lo entiendo, y ya os aviso que obviamente no me voy a poner a imaginarme la crónica de todos los conciertos a los que tenía pensado ir durante esta época de confinamiento coronavírico (que la verdad es que eran muchos y tampoco le veo tanto el interés periodístico en inventarme qué ocurrió en la visita de Russian Circles, en el MetalCatFest o en la presentación de los chicos de Nafra Records en Granollers), pero sí que he pensado que podría tener su gracia elocubrar qué habría pasado en descargas tan esperadas como ésta que nos ocupa hoy o (dependiendo quizás del éxito de este artículo o de mi propio sentido de la vergüenza) en alguna otra de las que se han visto forzadas a cancelar por culpa de toda esta movida del coronavirus.
Así que vamos allá con este experimento. Tened paciencia por favor y que Dio nos coja confesados.
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Pasado ya el pico de la temporada alta de conciertos (en marzo – como cada marzo, por otro lado – hemos vivido una auténtica locura en este sentido), por fin tenemos algo de espacio para respirar y poder saborear las joyas que aún le quedan a esta primavera. Una de las más brillantes a ojos de la metalada es sin duda esta giraza que nos acerca a dos bandas tan potentes, tan teóricamente distintas pero tan parecidas a la hora de la verdad como son los alemanes Kreator y los americanos Lamb of God. Alguien podrá discutir que sus estilos no acaban de encajar del todo, y quizás algun que otro fan de los unos incluso renegará de los otros, pero lo que es innegable es que estamos ante dos de las bandas top del panorama metalero actual y, en consecuencia, ante la más que probable garantía de ver un par de bolazos incontestables.
No sé si por culpa del precio (algo elevado ciertamente), por ser entre semana o por la saturación de conciertos que hemos vivido esta temporada de primavera, pero el sold out que yo asumía como seguro no se acabó de consumar. De hecho, yo soy de los que se sorprendió que una gira de tal nivel fuera a venir a Razzmatazz en vez de a un recinto más grande como el Sant Jordi Club. Pero a pesar de que aún sobraron unas cuantos entradas en taquilla, la sala y sus cercanías presentaban un aspecto verdaderamente magnífico y si no se llenó fue por muy poquísimo. Como muestra, el hecho de que poco antes de la apertura de puertas (y, me temo, durante buena parte del concierto de Power Trip), los bares de la zona se veían totalmente desbordados de caras conocidas y de una interesante mezcla entre thrasheros old school (la mayoría) y aficionados algo más modernos que ocupaban las calles cerveza en mano como señal de bienvenída al buen tiempo.
Tanto Lamb of God como Kreator compartían protagonismo en el cartel de esta gira, y aunque ambas bandas difrutaron de un tiempo de actuación más o menos parecido y cercano a la hora y cuarto, los americanos se encargaron de cerrar la velada y, de facto, pasaron a ocupar el lugar de cabezas a ojos de casi todo el mundo. La sensación que yo tuve en todo momento, de todas maneras, es que los alemanes (que creo que a día de hoy son bastante más populares – al menos en Europa, y ya ni te digo en España – que Lamb of God) fueron los verdaderos favoritos de la mayor parte de la audiencia que se reunía hoy aquí. Ya sé que, evidentemente, los carteles no se diseñan así y obedecen a cachés, a tendencias globales y a mil factores más, pero sí aquí y hoy hubiera cerrado Kreator no solo no habría pasado nada, sino que la gente lo habría celebrado.
Aunque hoy no fuera exactamente su gira, es bastante habitual que el cuarteto liderado por Mille Petrozza se rodee últimamente de bandas de primerísimo nivel cuando sale a la carretera. Ens sus visitas más recientes a Barcelona estuvieron acompañados de Morbid Angel (en esa infausta noche en la que se fue la luz de Salamandra para despesperación y cabreo monumental de Mille), de Arch Enemy y Hell y, finalmente de Sepultura y Soilwork. Todas ellas bandas de top con directos más que contrastados que demuestran la confianza y la seguridad en sí mismos de la que gozan Kreator a día de hoy.
A Lamb of God, por su parte, ya les vimos hace cosa de año y medio como teloneros principales de la gira de despedida de Slayer, pero dejando ese concierto a parte no habían pisado las salas de nuestra ciudad desde el ya lejano 2012. Y para que os hagáis una idea de lo mucho que ha mejorado la cosa en estos ocho años a nivel de público y de atención (algo que ya me parece evidente y que no me canso de recalcar), entonces encabezaban una gira que recaló en Razzmatazz 2 (con poco más de 700 personas de aforo, recordad) y que incluía también a Children of Bodom y a Cannibal Corpse. Un cartel, no hace falta decirlo, que hoy congregaría como mínimo al doble de gente. Y es que amigos negativos, rendíos a la evidencia: corren buenos tiempos para el metal.
Power Trip
¿Os creeréis que antes de prepararme para este concierto no había escuchado prácticamente a Power Trip? Y no será porque los tejanos no tengan una fama excelente tanto gracias a sus dos celebrados trabajos en estudio como a la potencia de un directo que ya demostraron cuando abrieron para Trivium hace un par de años en el propio Razz 2. Os parecerá un poco inocentón que lo afirme así tal cual, pero incluso me sorprendió que la propuesta del quinteto liderado por Riley Gale fuera básicamente un thrash metal enloquecido con actiud punk que, ya de buenas a primeras, me pareció la mar de fresco e irresistiblemente infeccioso. Y fíjate tú por dónde, de ser una banda sobre la que no tenía ningún tipo de opinión ni expectativa, de golpe y porrazo su concierto pasó a ser uno de los grandes motivos por los que me planté esta tarde aquí tan temprano como mis obligaciones laborales me lo permitieron.
Los tejanos se subieron al escenario sin demasiadas parafernalias de atrezzo ni a nivel personal, y en los 35 minutos largos que duró su actuación no escatimaron ni una sola gota de sudor a pesar de disponer de un espacio mínimo en el que moverse por culpa del montaje que las dos bandas restantes habían desplegado a sus espaldas. Lejos de preocuparse por eso, los cinco componentes de Power Trip no pararon de sacudir las cabezas frenéticamente mientras su vocalista saltaba de un lado para otro mientras berreaba con violencia al son de los temazos sucios, agresivos y machacones que trufan su aún breve (pero muy sólida) discografía.
Empezaron con el corte que abre y da título a su primer disco, y a partir de ahí eso fue una fascinante bacanal de estándares del thrash interpretados con la potencia del hardcore punk más bruto. A pesar del sonido algo embarullado y de las incómodas estrecheces escénicas que tuvieron que sufrir, la banda dio la talla sobradamente tanto en los momentos más veloces y agresivos (la nueva «Hornet’s Nest» o «Executioner’s Tax», por ejemplo) como en los pasajes más pesados que protagonizan temas como «Nightmare Logic» o «Soul Sacrifice». Eso sí, los segundos sonaron bastante más nítidos que los primeros, y mientras los medios tiempos machacones atronaron sin piedad, algunos de los riffs más complejos acabaron difuminándose en una muralla sónica tirando a ininteligible.
Aunque al principio de su descarga la inmensa mayoría del público que ocupaba poco más de la mitad frontal de la pista se los miraba con más curiosidad que pasión, a medida que avanzaron en su repertorio lograron sacudir más cuellos y generar incluso algún que otro pogo (más voluntarioso que multitudinario, eso sí) en las primeras filas. La potencia de su thrash clásico ayudó a que los cada vez más numerosos aficionados de Kreator que iban entrando se los miraran con ojos sorprendidos y expresiones de aprobación a pesar de no tener ninguna pinta de conocerlos previamente. Así que cuando se bajaron del escenario tras interpretar las potentísimas «Suffer No Fool» y «Crossbreaker» se encontraron con una cerrada y merecida ovación y, seguro, con la promesa en la cabeza de más de uno que al llegar a casa se los escucharía con más atención. Por supuesto, ésta y no otro es la razón por la cuál se han metido en esta gira, así que objetivo cumplido.
Setlist Power Trip:
Manifest Decimation
Firing Squad
Hornet’s Nest
Nightmare Logic
Soul Sacrifice
Executioner’s Tax (Swing of the Axe)
Conditioned to Death
Suffer No Fool
Crossbreaker
Kreator
Más de un aficionado se llevó una seria y sonora decepción ante la evidencia que, a nivel práctico, Kreator iban a actuar de teloneros de Lamb of God. Cierto que en el cartel comparten primera línea y que la cosa no llega a ser el escándalo (a ojos de muchos fans old school) que supuso que Accept abrieran para Sabaton, que Testament lo hicieran para Amon Amarth o At the Gates para Behemoth, pero este hecho no deja de poner de manifiesto, una vez más y en contra de los tozudos deseos de los más nostálgicos, que los clásicos más clásicos no tienen porque ser intocables. Y eso que hoy, como ya he comentado antes, nunca hubo ninguna duda de que los alemanes eran el principal reclamo para la gran mayoría de la gente que se había acercado hasta aquí..
Por ello cuando se apagaron las luces y empezaron a sonar las primeras notas de «Mars Mantra» (el épico corte que sirve de intro para su genial Phantom Antichrist), la totalidad de la sala (ahora ya llena) se estremeció al unísono en un rugido devastador, acompañando el salto al escenario del cuarteto alemán con muestras de impaciencia y devoción. Con una iluminación como siempre excepcional gracias a unos geniales focos situados al fondo que dieron mucho juego, y rotando telones de fondo tal y como han hecho en sus últimas visitas, Kreator dieron muchísima más importancia a su producción reciente que a los clásicos del thrash ochentero con los que empezaron a darse a conocer hace ya casi cuarenta años.
A estas alturas esto no es ninguna sorpresa, ciertamente, porque hace ya un buen puñado de años que los germanos se han alejado decididamente de esa imagen inicial de sucios thrasheros para reinventarse como grupo de himnos de puño en alto con voz ronca (algo que el bueno de Mille no lo puede arreglar ni aunque quiera). Y la verdad es que personalmente, y a riesgo de no resultar nada true con esta afirmación, a mí también me motiva bastante más esta nueva y antémica encarnación de Kreator (para nada exenta de tralla, por cierto) que la practica totalidad de su producción primigenia, un pelín demasiada ruidosa y alocada para mi humilde y sensible gusto.
Así que no me puedo quejar en absoluto de la apabullante colección de himnos de la que pudimos disfrutar hoy, y su previsible repertorio (que lo fue bastante) fue también sobradamente entretenido. «Phantom Antichrist» sonó como un cañón ya de buenas a primeras, mientras que temas como «Phobia» (todo un hitazo y quizás la primera canción que dio forma a esa vertiente más épica de la música de Kreator), «Enemy of God» o la celebradísima, coreadísima y en definitiva brutal «Satan is Real» (con unas lúgubres luces rojizas que inundaron la sala y los primeros fogonazos serios de la noche) levantaron logarítmicamente la temperatura de la pista a cada minuto que pasaba.
Después de otra excelente «Hordes of Chaos» (que por algún motivo, y ante mi frustración, no acabó de sonar del todo bien), los alemanes tuvieron la oportunidad de presentar el nuevo tema que acaban de sacar y que han llamado «666 – World Divided». Se trata de una canción que sigue más o menos el patrón de sus últimos trabajos y que en mis primeras escuchas no me acabó de convencer, pero a pesar que a medida que le doy más vueltas lo hace un poco más (sin pasarse, eso sí). Sus afilados riffs y sus coros melódicos y pegadizos sonaron también atronadores, pero la gente aún pareció algo descolocada y, por ello, fue recibida con confusa frialdad.
Llegados a este punto, los miembros de la banda se retiraron unos segundos para que los altavoces empezaran a emitir las notas de «The Patriarch». Y todos sabíamos lo que eso significaba: que nos tocaba saltar como locos al son de «Violent Revolution». Este pequeño parón sirvió también para encarar una segunda parte del concierto en la que el cancionero más clásico de los alemanes tuvo algo más de protagonismo que el que había tenido hasta ahora. La mítica «Extreme Aggression» fue el primero de estos temas en recibir el cariño y el delirio del público, y después del paréntesis que supuso la épica y trallera «Gods of Violence», la gente se volvió definitivamente loca cuando Mille sacó a pasear la ya mítica bandera de la banda que da siempre paso a la feroz «Flag of Hate», cuya actuación generó un auténtico tumulto incontrolable en las primeras filas.
Entrábamos en la recta final del concierto en medio de crecientes charcos de sudor en la pista, y la interpretación de la épica y muy coreable «Hail to the Hordes» (que a mi me flipó) sirvió un poco como respiro antes de que «Betrayer» y «Pleasure to Kill» terminaran de destrozar el local con una agresividad y una velocidad que acabó en el habitual «The Kreator will return!» y la también esperada explosión de confetti final. Eso del confetti, probablemente, motivó que algunos de los fans más trues se arrancaran los ojos sin miramientos, pero imagino que estos mismos fans no han estado tampoco ciegos ante el hecho que en los últimos años la música de Kreator ha apostado por una cierta agresividad culebrera y accesible en detrimento del thrash de siempre. Y si queréis que os diga la verdad, me parece que un poco de confetti tampoco les queda mal.
Una vez más (y van ya…), Kreator arrasaron sin miramientos con una sala que les despidió con una ovación cerrada, sincera y entusiasta. Mille sigue tan agresivo, viperino y preciso como siempre. Ventor parece pasar desapercibido pero las virguerías que se marca detrás de los parches son verdaderamente dignas de mención, mientras que el nuevo bajista Frédéric Leclerq (que completa un line up bien internacional junto al finés Sami Yli-Sirniö y a los dos alemanes de siempre), cumplió sobradamente en su debut por estas tierras después de sustituir el año pasado al ya longevo Christian Giesler. El francés no se vio para nada fuera de sitio, y aunque nunca intentó moverse mucho más de lo necesario, tampoco desentonó en el conjunto de una banda que no se caracteriza precisamente por ser la más activa que haya visto nunca sobre un escenario. Pero con bolazos como éste, la verdad, ni falta que les hace.
Setlist Kreator:
Phantom Antichrist
Phobia
Enemy of God
Satan is Real
Hordes of Chaos
666 – World Divided
Violent Revolution
Extreme Aggression
Gods of Violence
Flag of Hate
Hail to the Hordes
Betrayer
Pleasure to Kill
Lamb of God
Ya he comentado que Kreator eran el plato fuerte para la mayoría de los asistentes, pero si alguien esperaba que se produjera una desfilada de gente, ni que fuera mínima, hacia sus casas al acabar su descarga lo llevaba claro. Así que a pesar de que en su fuero interno más de uno pensara que Lamb of God eran una modernada indigna de liderar la noche de hoy por el mismo motivo que muchos ya consideraron que desentonaban junto a Slayer, Anthrax y Obituary, la realidad es que ya sea por el precio a amortizar, por la fama que tienen en directo o por pura curiosidad, de ahí no se movió ni un alfiler. Y (spoiler alert) bien hecho que hicieron, ya que los americanos se pegaron un bolazo compacto y contundente como una roca que seguro que hizo cambiar de opinión a más de un descreído.
Empezaré por decir, por cierto, que a pesar de que me puedo considerar muy fan de Machine Head y bastante fan de Pantera (y sin querer insinuar que los de Richmond se parecen o se dejen de parecer a ninguna de estas dos bandas que les suelen acompañar como abanderados de la NWOAHM), yo mismo jamás he acabado de conectar del todo con Lamb of God. No hay duda de que están bien y que su catálogo contiene una buena cantidad de temazos, pero lo cierto es que la propuesta de los de Randy Blythe nunca han tenido demasiada incidencia en mi evolución musical. A pesar de ello les he visto en directo en un par de ocasiones, y aunque ambas fueron descargas muy potentes y llenas de energía, tampoco entonces acabaron de engancharme. Así que bien, parte de mi interés radicaba en ver si en un concierto como cabezas de cartel en una sala del tamaño de Razz serían finalmente capaces de convencerme plenamente.
Es curioso, porque a pesar de ser una banda relativamente moderna (se formaron en 1994 como Burn the Priest y no acabaron de saltar a primera línea, probablemente, hasta la publicación de New American Gospel en el año 2000), los americanos basaron su repertorio en los clásicos de antaño cono mucho más descaro que unos veteranos como Kreator. De hecho, dejando de lado los dos adelantos correspondientes a su próximo e inmediato álbum homónimo de estudio, Lamb of God solo tocaron un triste tema de cada uno de sus dos últimos discos. E incluso iré más allá: al olvidar también su disco de debut, la realidad es que ocho de las catorce canciones que tocaron esta noche (casi el 60%) pertenecían a la tríada As the Palaces Burn – Ashes of the Wake – Sacrament, publicada entre 2003 y 2006. Algo que, a priori, me hace levantar un pelín la ceja.
Aunque comentaba que nadie se movió de la sala (una sala desbordante de excitación y que presentaba un aspecto magnífico, repito), sí que es verdad que con el cambio de banda se produjo un cierto relevo en las primeras filas, y cuando los cinco miembros de la banda se subieron al escenario lo hicieron bajo una ovación tan atronadora como sus predecesores. Aunque ya se sentó tras los parches en ese concierto junto a Slayer de hace año y medio, hoy pudimos ver al joven y potentísimo Art Cruz (también en Prong y Winds of Plague) por primera vez como miembro permanente y oficial de la banda. Eso es verdaderamente noticia porque su entrada en sustitución de Chris Adler ha sido el único cambio de formación que ha sufrido la banda en más de dos décadas.
Y no sé si esta solidez en su formación tiene algo que ver en ello, pero lo cierto es que Lamb of God son un auténtico bloque de granito sobre las tablas. Desde las primeras y asincopadas notas de la inicial «Laid to Rest», los americanos no se guardaron absolutamente nada. Frente al habitual telón de fondo con gran aguilucho desplumado y ese lema que reza «Pure American Metal» y que pudimos intuir más que ver, Randy y los demás (pero sobretodo Randy) no pararon de moverse y de subirse a las plataformas que tenían repartidas a lo ancho del escenario. Por cierto, que ya lo sabíamos, pero el vocalista americano es un auténtico nervio y rebosa carisma por todos sitios mientras levanta brazos, sacude rastas y escupe rabia ante las miradas del público situado frente a él y que se debaten entre la admiración y el temor.
«Now You’ve got Something to Die For» y «Ruin» sirvieron bien pronto de antesala para el primer gran momento de la noche, que fue la apoteósica interpretación de «Walk With Me in Hell». A partir de entonces, y como poseídos por una especie de hechizo, tanto los que ya estaban convencidos a priori como los que no empezamos a comer obedientemente de su mano. La nueva, oscura e interesante «Memento Mori» (al igual que «Checkmate», la otra novedad que interpretarían más adelante) encajó perfectamente con el resto del set, pero cuando el delirio se pudo notar con más fuerza fue con temas como «Set to Fail» (una canción que generó pogos bastante alocados) o la genial «Hourglass», el corte con el que llegamos al ecuador de la descarga sin habernos dado casi ni cuenta.
A pesar de no poder darle la aún la categoría de hit atemporal, el «512» de su anterior VII: Sturm and Drag me parece un auténtico temazo, y para de hecho su interpretación no tuvo nada que envidiar a ningún otro momento de la noche (en mi opinión, quizás, fue incluso casi el mejor). Junto con la también genial «Ghost Walking» y la ya mencionada «Checkmate» (un tema que me invita a pensar que el nuevo álbum de la banda puede molar lo suyo), los americanos enlazaron los únicos minutos en los que se permitieron dar un poco de chance a sus trabajos más recientes antes de encarar la recta final de un concierto super intenso que se hizo verdaderanente corto.
A pesar de ser recibidos con pasión, ni «Descending» ni «Contractor» (esta última generó un pogo bastante terrorífico, eso sí) se cuentan entre mis temas favoritos de los álbumes que los contienen. Las que sí que son indiscutibles, por supuesto, son «Omerta» y, sobretodo, «Redneck», dos hitazos que sonaron verdaderamente atronadores y que sirvieron para poner el definitivo punto y final entre ovaciones y vértebras dislocadas a una descarga a la que no se me ocurren demasiados peros. Sin duda el mejor concierto que yo he visto jamás de Lamb of God y, a mis ojos, toda una resurrección para una banda que, sinceramente (y quizás sin mucha base, lo confieso), daba un poco por diluida en los tiempos que corren. Nunca es tarde, supongo, para rectificar.
Al final, nada de lo que esperábamos dejó de cumplirse: tanto Kreator como Lamb of God (y Power Trip también, qué leches) sonaron magníficos y ofrecieron actuaciones impecables, y tanto los que vinieron por unos como los que lo hicieron por los otros acabaron sacudiendo la cabeza ante ambos. De hecho, es muy probable que las tres bandas se fueran a sus casas con algún nuevo fan, lo que ya es motivo suficiente para guardar esta soleada tarde de abril en la estantería de mejores conciertos de esta temporada de primavera.
Setlist Lamb of God:
Laid to Rest
Now You’ve Got Something to Die For
Ruin
Walk With Me in Hell
Memento Mori (nueva)
Set to Fail
Hourglass
512
Ghost Walking
Checkmate (Live Debut)
Descending
Contractor
Omerta
Redneck
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Fíjate tú por donde, al final no ha sido tan complicado inventarse completamente la crónica de un concierto. De hecho, dicen las malas lenguas (qué sabré yo) que más de un periodista ya lo hace de forma habitual (y alguno que otro la escribe antes de los conciertos para así poder publicarla antes), así que aunque la sección pueda parecer una idea original, que sepáis que no estoy haciendo nada que no esté totalmente a la orden del día.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.