Crónica y fotos del AMFest - Día 2 - La Farga (L'Hospitalet de Llobregat), 7 de octubre de 2022

La crónica improbable: AMFest 2022

Datos del Concierto

AMFest - Día 2

Bandas:
Cult of Luna + Caspian + Tricot + Svalbard + GGGOLDDD + Foxtails + Birds in Row + Lili Refrain + Aiming for Enrike
 
Fecha: 7 de octubre de 2022
Lugar: La Farga (L'Hospitalet de Llobregat)
Promotora: Aloud Music Ltd
Asistencia aproximada: 1300 personas

Fotos

Fotos por Beto Lagarda + Josep Maria Llovera

Cómoda: dícese de algo conveniente, oportuno, acomodado, fácil, proporcionado. Dedicar una tarde de un fin de semana a un festival que se autodenomina de músicas incómodas y ruidosas no entraba, a priori, en mi top tres de planes preferidos. Pero como fan de las primeras veces en todo y de dar una oportunidad a lo desconocido, me adentré en el AMFest con la mirada de alguien virgen en un festival de estas características, con avidez de entender porque alguien prefiere escuchar algo que le haga sangrar los tímpanos antes que pasar una agradable tarde de viernes con los amigos tomando una cerveza en el bar más próximo.

Llegar a La Farga de l’Hospitalet no se si entra en el pack de incomodidad que promete el festival, pero para los que no vivimos en la gran ciudad, atravesar Barcelona no es tarea fácil ni agradable a las cuatro de la tarde de un día laborable. La recompensa viene en forma de grata sorpresa, encontrar aparcamiento gratis, cercano y rápido. Un punto para los lugares incómodos. La Farga es una nave industrial debajo de un gran centro comercial, y la primera impresión al entrar es que el espacio es muy amplio, con mucha luz y con tres escenarios colocados de forma que pasar de uno a otro es tan fácil como girar un poco la cabeza y andar un minuto. Buena visibilidad, espacio vital inquebrantable y gente con ganas de disfrutar del concierto y no de las conversaciones ajenas. Dos puntos para los lugares incómodos.

Una mirada rápida al público que me rodea sirve para constatar que los tapones en las orejas son un complemento básico del outfit de los asistentes. Los regalan en la entrada, me dicen. Toda una declaración de principios, pienso. Y todo un detalle para las que, como yo, son sensibles a los ruidos intensos y machacones. Así que no tardo en ir a buscarlos e integrarme un poco más con los asistentes. Otra primera vez, y auguro que no será la última. Los tapones disminuyen las frecuencias dañinas, pero no acallan las voces internas. Ni las externas, que me siguen insistiendo en que debo dar una oportunidad a este festival porque se lo merece con creces. De momento, viento a favor.

Nos situamos al final en un concierto ya empezado en que una cantante con el pelo rosa anaranjado mueve la cabeza en círculo compulsivamente. Svalbard, banda inglesa que según mis compañeros de concierto podría calificarse, entre muchas otras cosas, como hardcore post-metal shoegaze punk post-rock. ¿Esto es lo que hay después del rock? Pienso yo. Las voces internas otra vez. Porque si algo hay en esto de la crítica musical son adjetivos calificativos. Nada que decir, siempre me han gustado las descripciones precisas aunque no acabe de entender a qué ser refieren exactamente. Leo que el tercer y último disco de la banda se titula When I Die, Will I Get Better? Una pregunta que no me sorprende saliendo de la garganta melodiosa y furiosa de su cantante, que también aprovecha para lanzar un mensaje feminista y reivindicativo entre canción y canción. Problemas mentales, rabia y oscuridad confluyen delante de un público que escucha atento moviendo la cabeza de arriba a abajo, los pies afianzados en el suelo. Bien empezamos.

Svalbard por @BetoLS

Cambiamos de escenario y no situamos enfrente para ver a los Foxtails, un grupo americano liderado por una persona de género no binario (tal como ella misma se define) con aspecto menos rudo que su antecesora pero igual de potente en el proceder. Grititos agudos y molestos, ritmos caóticos acompañados de un violín que apenas se oye, bajo y guitarra. De aspecto externo más amable que la banda anterior, pero con un mensaje desgarrado e impactante que me sorprende e incómoda a partes iguales. Aprovecho para escapar al baño, y compruebo con agradecimiento dos cosas importantes. Una es que la incomodidad no tiene nada que ver con la limpieza de los lavabos; y dos, que en la pared está colgado el protocolo anti asedio con el que el festival se declara libre de cualquier agresión o actitud indeseable, apelando al respeto y a la tolerancia por encima de todo. Ahora sí que ya empiezan a sumar nota.

Tercer grupo de la noche e indiscutible cabeza de cartel, Cult of Luna. Si habéis llegado hasta aquí os habréis dado cuenta que no pretendo hacer ninguna crítica musical elaborada, básicamente porque mis conocimientos musicales son limitados y a estas alturas ya no voy a engañar a nadie. Así que con la mente abierta y las orejas tapadas me dispongo a disfrutar de uno de los grupos favoritos de mis voces externas. Luces ambiente recargadas, música aplastante y ritmos lentos y repetitivos que derivan en canciones infinitas. No sé dónde me llevan, pero desde luego los Cult of Luna me trasportan a algún lugar, dudo si muy lejos o muy adentro, o ambas a la vez. Delante mío, un chico joven de aspecto frágil y curioso, en pleno viaje a otros mundos, disfrutando como nadie. ¿Así que se trata de esto, no?

Foxtails por @BetoLS

Hipnosis musical superada, y después de una comida reparadora, nos disponemos a cambiar de registro totalmente. Esperanzada por mi admiración per Japón y sus habitantes, las Tricot no me decepcionan. Banda nipona femenina con un sonido muy diferente a lo que he visto anteriormente, ritmos extraños que emergen de cuerpos pequeños con mucha energía acumulada, animadas por un público que por primera vez sonríe y las vitorea y agasaja juntando las manos en forma de corazón. Lo nunca visto en un concierto de metal. ¿Cómo se puede pasar de un estado de ánimo a otro en tan poco tiempo? La música es terapia, dicen las voces, y no se equivocan.

Volvemos al escenario principal para ver a los que serán mi gran descubrimiento del festival, los Caspian. La banda de post-rock americana resulta abrumadora y apabullante desde la primera nota, y sucumbo a su atmósfera inducida por el sonido superpuesto de sus tres guitarras y un juego de luces que una vez más me conduce a un semitrance inesperado e incómodamente agradable. Un recorrido hacia ninguna parte, simplemente estar. Esa es la sensación que me envuelve, como si no hubiera un destino claro, solo disfrutar del camino. Muy yo, y supongo que por eso se ganan mi respeto y admiración a cada nota que ejecutan. Los mejores de la noche, sin ninguna duda.

Con los pies gritando al cielo llegamos al último concierto de la jornada, los Aiming for Enrike. La nueva sorpresa viene de la mano de este dúo de noruegos que con una pedalera, una batería y una guitarra consiguen arrancar los bailes de los asistentes, que nos dejamos llevar por sus ritmos electrónicos-dance-ochenteros (este adjetivo combinado me lo he inventado yo) para completar, una vez más, un giro de guión musical hacia lo inefable e impredecible. Última visita al baño que consigue arrancarme una sonrisa, con una mujer de la limpieza suplicando con un tono entre flamenco e irónico si no queremos irnos ya a casa después de casi 10 horas de conciertos. Y si, lo queremos y lo necesitamos, al menos yo. Hubiera sido un final de sobresaliente que fuera un hombre el que estuviera limpiando los baños, pero no se puede pedir todo. Primera vez superada, a por la siguiente.