Vladimir Yankulenko, camionero retirado y ya septuagenario de Kiev, confirmó en la cena de empresa de Razzmatazz lo que era el secreto mejor guardado de la compañía: el significado que se esconde tras del nombre de “Razzmatazz”.
Cuando en el cambio de milenio la sala Zeleste pasó a manos de otros empresarios, se quiso afrontar la modernidad con un nombre novedoso y acorde con los tiempos. A pesar de las muchas propuestas los propietarios no daban con el idóneo hasta que se cruzaron en la Verneda con Yankulenko, que estornudó al paso del comité ejecutivo pidiéndoles un kleenex.
El camionero de Kiev fue el invitado sorpresa en la cena de navidad en la sala Razzmatazz 4 y se sintió orgulloso de que la sala barcelonesa se inspirara con su gripe del 99, un año con una cepa peleona: “Al salir de Minsk ya me caía el moquillo”, confesó entre aplausos. Tras la rotunda ovación final afirmó que antes del accidente de Chernobyl estornudaba diciendo “Achuá, Achuá” pero que con la radiación pasó a “Razzmatazz”. Felicidades por los 20 años.