A priori, se daban una serie de variables para que mi presencia en un concierto como éste fuera más bien dudosa. La primera, que afectaba a todos los potenciales asistentes, es que el percal estaba programado para un lunes a las 21.30. Después de los excesos del fin de semana y la vuelta a la rutina laboral, tener la casi garantía de que se nos iba a pasar la hora de cierre de cualquier tipo de transporte público no específicamente nocturno no era una perspectiva demasiado deliciosa. En lo personal, tampoco es que se trate de un estilo que suela saborear a menudo, con lo que no me habría costado mucho mirar tranquilamente hacia otro lado al igual que han hecho la mayoría de medios barceloneses.
Pero ay, aunque esta especie de retro-hard-rock-blues-psicodélico tan en boga hoy en día no sea ni mucho menos mi género de cabecera, sí que me gustan, y mucho, los suecos Blues Pills. Y como me gustan, fui a verlos hace un par de años a la vieja sala Apolo 2. Aquel día, ya me véis venir, llegaron acompañados de unos noruegos desconocidos por casi todos. Esos tales Pristine resultaron ser una banda rebosante de energía, liderados por una tía entonces pelirroja que nos impresionó con su vozarrón y su sentimiento y que, estaremos todos de acuerdo, se comieron a los cabezas de cartel con patatas fritas.
Por eso, porque su concierto me fli-pó, no podía dejar pasar la oportunidad de ser partícipe la siguiente visita de los noruegos a nuestras salas. La sala Rocksound se antojaba como el escenario perfecto para un concierto así, y dada la casualidad de que esta gira se cruzaba en Barcelona con otro tour organizado por Red Sun, la misma promotora, tuvimos la suerte de poder contar con unos teloneros de lujo como fueron el dúo australiano Powder for Pigeons. Un doble cartel realmente interesante que hizo que nos costara poco olvidarnos del día y de la hora. Y sí, esa noche dormimos poco (almenos yo, dormí muy poco) pero valió sobradamente la pena dejarse caer por la sala Rocksound y acompañar a un centenar personas (que en su mayoria ya no van a cumplir los treinta, por cierto) para disfrutar de una de las veladas más intensas de la esta temporada.
Powder for Pigeons
El dúo australiano Powder for Pigeons regresaba a la Sala Rocksound después de haber dejado una poderosa impresión en el Riff Ritual Fest de 2017, en el que tocaron junto a Samsara Blues Experiment y un par de bandas más. Yo ese día no fui, pero los ecos de aquella actuación me llegaron de boca de varias personas que me fui encontrando, así que aunque no los tuviera del todo escuchados (y difícilmente, a priori, sería capaz de reconocer un solo tema), sí que había acumulado cierta curiosidad por verlos.
Al tratarse de dos giras independientes que se han cruzado aquí casi por accidente, ambas bandas aparecieron con todo su equipo. Por eso al llegar me encontré con que el pequeño escenario de la sala Rocksound estaba tomado por instrumentos, cables, pantallas y amplificadores, incluidas dos baterías que no dejaban sitio para mucho más. Suerte que Powder for Pigeons son un dúo, porque de necesitar espacio para un tercer (¡o cuarto!) componente, habriamos tenido que empezar a pensar en semi ocupar la pista. Aún así, rápidamente se vio que se sentían bastante cómodos lidiando con espacios minúsculos, y sus enérgicos movimientos no se vieron afectados por lo limitado del lugar.
Aunque a bote pronto no habría dudado en clasificar su música como stoner, a la hora de la verdad las cosas no son tan fáciles: hay mucho stoner, sí, pero también hay punk, rock alternativo, hardcore y un poquitín de metal. Temas como «The Hobbit», por ejemplo, son puramente Motörhead, mientras que otros cortes como «El Horizonte» apuestan por pasajes hipnóticos y psicodélicos bastante interesantes. A la que tuvo la oportunidad, el simpático y encantador Rhys demostró toda su australianidad con un pequeño discurso en un acento exagerado y casi ininteligible (y eso que yo he vivido en Australia, pero ni con esas), que sirvió de preámbulo para un brindis de chupitos con el público (que obviamente no estaba preparado para ello). Y si un tío te dice que te dan las gracias «from the bottom of our tickity tickity tickers» mientras se señala el corazon, no te queda otra que poner sonrisa bobalicona, soltar un suspiro un poquito lelo y ponerse a aplaudir a rabiar.
Hace poco menos de un mes que este dúo ha sacado su quinto disco (en cinco años), el celebrado Lay it On, del que pudimos escuchar algunas pinceladas como «Personality» o el propio tema título, mientras que «Early Grave» o la larga final «Said and Done» fueron los cortes que más me entraron de su discografía anterior. En este último tema, que se alargó gracias a alguna que otra improvisación, Rhys se acabó subiendo a su pantalla para soltar las gotas finales de adrelalina. A pesar de que no hicieron los equilibrismos que me habían contado de la última vez, se ganaron una sonora y unánime ovación al terminar sus cuarenta y cinco minutos justitos de actuación, y aunque iban locos por hacer un bis y la gente parecía encantada con esa posibilidad, la hora que era les obligó a dejarlo ahí.
Como nota final, comentar que son curiosos estos dúos guitarra-batería que proliferan últimamente y que está formados por los dos miembros de una pareja (gosh, de hecho, no sé si es así en este caso, pero me imagino que es bastante plausible suponerlo). Normalmente, y así ocurrió hoy también, la chica se encarga de aporrear la batería, mientras que el chico canta y rasga las seis cuerdas con potencia y dinamismo. La alemana Meike es tirando a pequeñaja y quizás no tiene la presencia tras los parches de otras músicos en su misma posición, pero nadie le puede negar su habilidad y su precisión. Y no me diréis que, como vacaciones románticas, esto de salir de gira con una furgoneta zarapastrosa no tiene su encanto.
Setlist Powder for Pigeons:
Over and Out
Ghost of You
The Hobbit
Early Grave
Personality
Lay it On
El Horizonte
Männekin
Said and Done
Pristine
Por si no íbamos apretados de tiempo, los quince minutos que se supone que debían transcurrir entre una banda y la otra se acabaron convirtiendo en más de treinta por algún motivo que no alcancé a divisar. De esta manera se esfumaban nuestras ya de por sí pírricas opciones de pillar transporte público a hora decente, de forma que, no hay mal que por bien no venga, asumimos la resigmación para vivir el concierto con un poco menos de estrés y sin preocuparnos de mirar el reloj.
Viendo el la cantidad de equipo que llevaba la banda, uno no podía sino preguntarse si en esta gira estan acostumbrados a tocar en salas muuuucho mayores que Rocksound. Los noruegos llegaban con una caja con cuatro guitarras, un doble teclado, un gran telón de fondo y un montón de focos y lucecitas que esparcieron por la parte posterior del escenario, además de técnicos propios tanto de sonido como de luces. No sé cuanta gente son capaces de congregar ahí fuera, y tanto por estilo como por calidad y personalidad seguro que aquí también tienen margen para crecer mucho, pero dio la sensación que venían un poco sobrepreparados. A la hora de la verdad esas consideraciones previas dejaron de tener sentido, y tanto las luces como las múltiples guitarras fueron parte esencial de un show brillante que recordaremos durante bastante tiempo.
Bastante apretados sobre el escenario, el quinteto noruego (con un Vince Vaughn farlopero a la guitarra, Theon Greyjoy a la batería y un tío muy barbudo, muy greñudo y con el pelo blanquísimo a los teclados) subió al escenario para empezar con una progresión rollo «Highway Star» que me dejó dudando de si realmente iban a empezar así (que no). Al cabo de bien pocó apareció la magnética Heidi Solheim, descalza (seguro que agradeció la alfombra que siempre cubre el escenario de Rocksound) y ataviada con vestido corto negro, pelazo rojo, pandereta y vozarrón. Evidentemente, su presencia y su voz son el atractivo principal de esta banda, y aunque el resto de músicos mantienen el nivel más que dignamente, es imposible sacarle los ojos de encima, tanto para observar la pasión con la que canta como para verla en un cierto segundo plano aleteando, contorionándose o moviéndose espasmódicamente.
Tardamos bien poco en comprender que, al igual que ya había sentido en esa visita anterior junto a Blues Pills, sobre el escenario estaba empezando a ocurrir algo especial. Y es aunque vamos a muchos conciertos, no hay tantos en los que la energía y la tensión se puedan cortar con un cuchillo. No es una energía violenta y agresiva como en muchos eventos más metaleros, sino que se trata de una energía cálida, sudorosa y casi sexual. El calor se apoderó de Heidi y de los fans, y cuando llegamos a «All of my Love», segundo o tercer tema, ya estábamos todos comiendo de la mano de una banda que, anuncio solemnemente, lo tiene.
Porque más allá del magnetismo que exhuda la vocalista noruega y de disponer de un puñado de canciones de altísimo nivel, la banda va sobrada de atractivos. Empezando por las intensas batallas de solos entre guitarra y teclado, intercambios que en muchos casos se alargan para dar lugar a la improvisación y a largos pasajes hipnóticos y psicodélicos. Un recurso que, no por habitual en esas bandas de principios de los setenta de las que beben sin demasiado disimulo, deja de ser tremendamente disfrutable efectista. En muchos momentos, el guitarrista Espen Jakobsen tomó el centro del escenario con confianza y, cerrando los ojos tras sus gafas de sol, se dejó ir con multitud de solos de inspiración bluesera, arrancando aplausos muy sinceros por parte del centenar de personas que a cada tema que pasaba estábamos más convencidas.
Uno de los momentos más esperados de la noche fue cuando Heidi y Espen se quedaron solos sobre el escenario, en lo que sabíamos que iba a ser el momento de interpretar la íntima y preciosa «Don’t Save My Soul» y de disfrutar de la espectacular brillantez de la vocalista noruega. Todo un temazo que, si no recuerdo mal, antes acababa con ella cantando a capella, lo que le daba un toque algo más emotivo. En todo caso, momento álgido durante el que todo el mundo guardó la respiración sin despegar los ojos del escenario. De forma parecida, aunque ya con toda la banda de nuevo sobre las tablas (y con Espen con una SG de doble mástil entre manos), «No Regret» avanza lentamente y te invita a saborear y paladear cada pequeño momento, desde los pasajes más dulces y desgarrados hasta el poderoso e intenso solo de guitarra final. Aunque partía con cierta ventaja al ser un tema que me encanta, para mí fue, quizás, la mejor canción de la noche.
Como buenos setenteros teletransportados a una década errónea, Pristine tienen la muy añeja costumbre de grabar y publicar discos tan rápido como les es posible. En 2017 salió Ninja, y ahora ya tienen a punto una nueva entrega, que presumiblemente saldrá este año y de la que sonaron algun tema que otro coo «The Sober» o «Pioneer». Temas que, por cierto, a bote pronto tampoco acabaron de impresionarme. Después de presentar a la banda y concluir con un «I am Heidi, and you are awesome», encaramos la recta final con el groove al tope. «Derek» nos puso a todos a bailar (incluso a algunos les animó a tirar cerveza y a foragitar a los que estaban tranquilamente en las primeras filas con sus ostentosos bailes tirando a hardcoretas, absolutamente inapropiados a ojos de todo el mundo), y después de una muy breve retirada de cara a la galeria volvieron para interpretar una animada «Bootie Call» y, ahora sí, despedirse de forma definitiva entre ovaciones y gritos de júblio.
Como era de esperar, nos habían dado las doce y veinte, con lo que a los que vivíamos fuera de Barcelona nos tocaba una pequeña odisea para volver a casa. Pero no nos importó: Pristine lo tienen y, de nuevo, tuvimos la suerte de poder disfrutarlo. Aunque aún pocos, los que estábamos gozamos sin reservas de su intensa descarga, e incluso los más escépticos fueron animándose y rindiéndose a la evidencia a medida que iban pasando las canciones. La banda también notó que allí se generó una energía especial, con lo que se les vio visiblemente emocionados. De momento, uno de los mejores conciertos del año. Y ya llevamos unos cuantos.
Setlist Pristine:
The Rebel Song
All of My Love
Reboot
Don’t Save my Soul
Ninja
Pioneer
No Regret
One Good Reason
Ghost Chase
The Sober
Sophia
Tell Me
Derek
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Bootie Call
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.