Hacer un top 5 al uso de bandas capitales como The Cure es imposible. Por encima puedo contar unas 30 canciones que quedarían más que bien en dicho recopilatorio. La banda inglesa ha acumulado a lo largo de cuatro décadas un bagaje discográfico de leyenda.
La mutación de estilos de la banda se ha visto siempre impulsada por la innegable mente privilegiada de Robert Smith. Figura tan icónica como imprescindible para entender gran parte de la evolución del rock en los 80 y los 90.
Para aproximar a neófitos y en modo memorándum para fieles seguidores de The Cure, hoy me dispongo a realizar un top al “no uso”. Se puede dividir la carrera de la banda en cinco etapas bastante diferenciadas, ya sea por estilo o por temática. Y me propongo a hacer un resumen de la vida de The Cure adornada con una de las mejores canciones de cada una de estas cinco etapas. La elección de cada canción es totalmente personal y seguro que vosotros escogeríais otra, ¡pero esta vez elijo yo! Pasen, lean y disfruten de una banda tan mágica como oscura.
«A Forest»
Álbum: Seventeen Seconds (1980)
Autores: Robert Smith, Matthieu Hartley, Simon Gallup y Lol Tolhurst
Formados en Sussex en 1976 y tras abandonar su primer nombre formal Easy Cure, Robert Smith y los suyos editaron en 1979 su primer trabajo titulado Three Imaginary Boys. El primer disco de la banda tenia una clara tendencia post-punk con tintes un tanto sombríos. En él podemos encontrar los míticos cortes “Killing an Arab” y la archiconocida “Boys don’t cry”. El disco no resultó ser un debut magnífico pero recogió buenas críticas de la prensa y una cálida acogida por parte de los fans.
El innovador sonido gótico gestado por Bauhaus, impulsó a The Cure a abrazar mínimamente ese nuevo concepto. Entonces la banda desarrolló un estilo propio dentro de la corriente del post-punk, fueron pioneros de la comúnmente conocida dark wave.
En 1980 publicaron su segundo disco Seventeen Seconds ya con este nuevo sonido sombrío y oscuro. En él podemos encontrar “A Forest”, canción con la que lograron ganar mucha popularidad en Inglaterra.
Y como no podía ser de otra forma, la canción escogida es “A Forest”. Durante mucho tiempo la ha considerado mi canción favorita de la banda. Esta canción de corte atmosférico nació a raíz de una pesadilla que el propio Smith tuvo de pequeño en la que estaba atrapado en un bosque del que no podía salir. Se trata de una canción minimalista tocada en La menor y cuenta con el efecto de phaser* lento que se convirtió en marca registrada de Smith durante mucho tiempo.
Curiosamente la primera sensación cuando escuchas “A Forest” es de que “a esta canción le falta algo”, carece de estribillo. La oscuridad y la claustrofobia que transmite logra entrar en tu mente y en tu cuerpo. La necesidad de escapar como en el sueño de Robert es algo recurrente.
Casi 6 minutos de duración, “A Forest” es una canción perfecta, una obra maestra en la que los climas y las tensiones que habitan en ella te sacuden con fuerza. Una canción que no ha envejecido y que siempre copará un lugar especial en los fans de la banda.
*Para que no tiréis de wikipedia: El Phaser es un procesamiento digital de audio que produce un efecto de sonido similar al flanger. La señal se dobla y luego se le aplica un retraso. Al sumarla con la señal original se produce un efecto phasing de modulación entre una señal y la otra. La diferencia principal con el flanger, es que las cancelaciones de fase de phaser son exponenciales y las del flanger no.
«The Figurehead»
Álbum: Pornography (1982)
Autores: Robert Smith, Simon Gallup y Lol Tolhurst
Faith (1981) cerró la etapa post-punk de The Cure. La dark wave dio paso al rock gótico y Pornography fue la puerta de entrada a la época gloriosa de la banda. Cuando creías que el post-punk de esencia joydivisionana era lo más ideal para caer en la depresión surgió el post-punk gótico.
Cualquier canción de este monumental disco podría estar ubicada en este apartado del artículo. No es un disco fácil, tampoco ágil. No incluye ningún temazo atemporal y curiosamente ninguna de sus canciones están en el top 10 de Spotify. Desde “One Hundred Years” a “Pornography”, tu viaje a lomos del quinto disco de The Cure es una experiencia multisensorial.
Yo escojo “The Figurehead”, una canción que captura a la perfección la sensación de malestar que adorna todo el disco. Un sentimiento que se alarga hasta el amargo final del disco. Las voces de lamento de Robert son increíbles en todo momento.
Musicalmente, las franjas oscuras de guitarra cargadas de efectos le dan un sonido completamente maligno que lleva al oyente al borde del abismo con una intensidad que es algo similar a una gran banda sonora de película de terror.
A lo largo de más de seis minutos de duración, la sensación de opresión es constante. La batería logra mantenerte las pulsaciones constantes pero la necesidad de escapar es siempre muy grande no solo en “The Figurehead” sino a lo largo de Pornography.
«The Same Deep Water As You»
Álbum: Disintegration (1989)
Autores: Robert Smith, Simon Gallup, Roger O’Donnell, Porl Thompson, Boris Williams y Lol Tolhurst
Tras Pornography (1982), The Cure empezó a moldear el sonido que les hizo gigantes. El rock gótico se fue perfeccionando durante la década de los 80 añadiendo conceptos más propios del pop para un mejor disfrute del oyente.
La claustrofobia gótica/post-punk que nos encogió en Pornography empezó a desaparecer en los siguientes lanzamientos de la banda. El primero de ellos fue The Top (1984), el disco más flojo de la década pese a que ya contenía alguna canción que trascendió a emblema como “The Caterpillar”. Un año más tarde nos regalaron el magistral The Head on the Door (1985) y en dos años más tarde Kiss Me Kiss Me Kiss Me (1987). Ambos discos de calidad indiscutible, canciones con estructuras complejas y densas pero de un impacto mayor al de los cortes de los discos anteriores.
Y finalmente llegó el disco que lo cambió todo: Disintegration (1989). Pocas bandas pueden presumir de tener un disco tan perfecto en su carrera como The Cure con Disintegration. 12 canciones en 72 minutos, doce TEMAZOS monumentales.
Disintegration cuenta con un Robert Smith deprimido y melancólico. Estos dos sentimientos nutren en abundancia con efectividad y ternura el disco. La música es intrincada con capas de melodías entretejidas en un rico tapiz. El sonido es denso, rico, cálido y muy agradable de escuchar a cualquier volumen.
El disco abre maravillosamente con una “Plainsong” que se deshace lentamente y se desvanece en la genial ”Pictures of You’”. “Closedown” es una canción más impactante. Le sigue la canción más famosa del álbum “Love Song”. “Lullaby” es un corte oscuro y lúgubre, pero genial. Lo mismo ocurre con la siguiente canción “Fascination Street”.
La bonita “Prayers for Rain” es el escalón previo a las dos canciones más largas y grandes del álbum. “The Same Deep Water As You” es una canción oscura y deprimente pero absolutamente brillante. “Disintegration” es menos triste pero muy poderosa. El álbum concluye con ‘Homesick’ y ‘Untitled’, dos canciones que están en la misma línea instrumental con pocas letras, ambas cierran magistralmente el mejor disco de la banda.
Este álbum es el álbum más grande de The Cure. Todos los miembros de la banda dieron lo mejor de si en la grabación de este disco. Simplemente estamos frente a uno de los álbumes más hermosos de todos los tiempos a pesar de ser gótico y deprimente. Robert Smith se convirtió en el héroe alternativo definitivo.
Cualquier de las 12 canciones que componen Disintegration podrían ser representativas en este apartado pero personalmente me inclino por citar “The Same Deep Water As You”. Quizás no tiene el bagaje de “Love Song”, “Pictures of You” o “Lullaby” y eso es lo que me fascina de ella. Con sus 9:22 minutos de duración, esta canción es una obra maestra. Las sensaciones y los sentimientos que desprende son tan intensos que logran incluso entristecerme.
¿Cómo puede una canción tan triste ser tan adictiva y placentera?
«Friday I’m In Love»
Álbum: Wish (1992)
Autores: Robert Smith, Perry Bamonte, Simon Gallup, Porl Thompson y Boris Williams
Repetir la fórmula utilizada en Disintegration no era factible. Con lo que Robert Smith decidió simplificar su propuesta y siguió con la evolución hacía lineas más accesibles. Disintregration marcó la consagración de un género y fue el lanzamiento a la fama mundial. MTV abrió las puertas a The Cure y Robert Smith sabía que el futuro estaba en componer hacía esa dirección.
Los teclados empezaron a desaparecer, las atmósferas densas dieron paso a melodías más ligeras. Se recortaron los minutos de duración de las canciones y se compusieron canciones accesibles para toda la audiencia. Podemos decir que The Cure se volvieron mainstream.
Wish es un álbum delicioso repleto de himnos. Si en su anterior disco podíamos ver el dolor de Robert, aquí le vemos feliz. Los estados de ánimo del frontman son siempre tan evidentes que puedes llegar a sentirte próximo a él. Esta felicidad impresa en las canciones de Wish causó una especie de cisma en la comunidad gótica. ¿Cómo puede ser feliz Robert si aún viste y se pinta de negro?
La mejor representación de Wish es “Friday I’m In Love”. La célebre canción cumple con todos los nuevos requisitos de la banda. Se trata de una canción simple y directa, ligera y feliz. Con cierto toque gótico, una genial interpretación instrumental y vocal. Un estribillo rompe estadios que poca gente no conoce.
Honestamente tengo dudas sobre si personalmente prefiero Wish a Disintegration. Ambos ocupan el “honorífico” primer puesto en la lista de mis gustos. Dos álbumes tan cercanos y tan diferentes, tan emotivos y tan opuestos. La magia de The Cure en estado puro.
«Watching Me Fall»
Álbum: Bloodflowers (2000)
Autores: Robert Smith, Perry Bamonte, Simon Gallup, Jason Cooper y Roger O’Donnell
Toda época brillante llega a su fin, y tras Wish (1992) la banda rozó el ridículo con Wild Mood Swings (1996). Tras el período más largo sin nuevo trabajo ofrecieron un disco realmente mediocre. Cuatro años de espera finiquitados al son de cortes tan horripilantes como “The 13th”. Para esta nueva etapa, la banda se despegó totalmente del rock gótico y declinó su nuevo sonido hacía la vertiente más pop.
Por suerte, Robert Smith supo reconducir a tiempo el buque y, tras otro parón de cuatro años nos regalaban Bloodflowers (2000). Mezclando su esencia gótica con el subgénero dream pop, Bloodflowers es el último gran clásico de The Cure.
Muchos fans piensan que fue un sólido regreso a la formula exitosa después de Wild Mood Swings. Otros creen que fue un intento a medias por recuperar la magia que crearon con Disintegration. Personalmente creo que uno debe dejar las comparaciones al margen y poder ver que este es un álbum completamente diferente en muchos niveles.
Robert Smith sabe cómo usar todos los elementos: cambios de acordes, texturas y ritmo para entrelazar sus dos guitarras, teclados y el bajo para crear un sonido denso y colorido. Hay múltiples capas que se complementan muy bien entre sí y nunca se convierten en un desastre. El sonido de Bloodflowers es muy orgánico. Tenemos mucha guitarra acústica y una batería suave que sientan las bases más frágiles para que estas canciones suenen reflexivas e introspectivas. Es una sensación diferente a la que han creado en cualquiera de sus otros álbumes. Las letras son extremadamente reflexivas en todo momento.
Cualquier canción podría representar perfectamente el potencial de este disco, pero personalmente disfruto como nadie con “Watching Me Fall”. La segunda canción del disco cuenta con más de 11 minutos de duración y curiosamente es una de las canciones más ligeras del disco. La música fluye como el agua entre tus manos, Robert actúa de forma colosal con las voces, y las capas se regodean entre ellas para ver cual es más bella. La canción termina de forma colosal rematada por un gran clímax final apoteósico.
Bloodflowers marcó el último gran disco de unos The Cure que aún nos ofrecerían los dignos The Cure (2004) y 4:13 Dream (2008). Discos aceptables que acabaran por situarse en la cola del ranking de los mejores trabajos de los británicos solo por delante del comentado Wild Mood Swings.