Todos los fans del metalcore, y muchos que no lo son especialmente, tenían marcada esta fecha con rotulador rojo intenso en sus calendarios. Para los primeros no había duda: una de las mejores giras que se pueden ver a día de hoy, con cuatro bandas absolutamente punteras dentro del estilo. Para los segundos, la oportunidad de catar a grupos (especialmente los dos cabezas de cartel) que se han ganado un reconocimiento más que merecido fuera de las fronteras estrictas de un estilo que siempre despierta recelos dentro de la comunidad metalera y que, también a mí, por momentos se me hace un poco pesado.
En mi caso, por ejemplo, aunque amo a August Burns Red y a Heaven Shall Burn (a los que no son estrictamente metalcore ni mucho menos) así como a otros juggernauts del género como Parkway Drive, Architects o los difuntos As I Lay Dying (gracias Tim Lambesis por ser un imbécil y desmembrar una banda brutal), me cuesta tragar con muchas y muchas bandas que se han apuntado al carro y que, a pesar de ser técnicamente excelentes, me suenan absolutamente iguales entre ellas. Dos de estas bandas, a priori, son precisamente Whitechapel e In Hearts Wake, cuya música he intentado escuchar en multitud de ocasiones pero que, por lo general, me han dejado totalmente frío e incapaz de recordar nada ni lo más mínimamente memorable.
Si alguién tenía dudas sobre qué tribu seria mayoritaria hoy entre el público, ésta se vió disipada tan pronto traspasamos la puerta de la Sala Razzmatazz 2, hoy libre de cortinas ante el notable nivel de expectación que generó este concierto: las gorras y las dilataciones resultaron ser mucho, pero mucho más numerosas que las greñas y las chupas. En el cartel nunca acabó de quedar claro si este concierto iba a tener lugar en Razz 1 o Razz 2, quizás porque la organización tenía la esperanza, hasta el último momento, de congregar la cantidad de gente suficiente como para abrir las puertas de la sala grande, pero al final se tuvieron que conformar con vivir un lleno casi completo en la mediana. Por ello, nos vimos forzados a compartir entrada y escalera con una sesión vespertina de electrónica chumba-chumbera que tuvo lugar al mismo tiempo en la Sala 3, lo que generó múltiples miradas de sospecha y desaprobación entre asistentes de uno y otro evento.
In Hearts Wake
Los australianos In Hearts Wake son probablemente la banda mas estrictamente metalcore que íbamos ver hoy, y a pesar de que su estilo no tan solo no me convence sino que me parece tirando a vulgarillo, nadie les puede negar que aprovecharon la media hora de la que dispusieron para liar una buena a base de energía, movimiento y simpatía a raudales. Con la típica combinación entre voces melódicas y guturales y multitud de dejes djent en la guitarra del bailarín e incontenible Eaven Dall, el cuarteto de Sydney descargó hasta seis canciones para intentar dar una pincelada de lo que son capaces.
Después de un par de temas pegadizos y energéticos que fueron recibidos con moderada alegría, el vocalista Jake Taylor, un chico sospechosamente parecido a Sergi Roberto, abrió la caja de Pandora al aparecer con una barca hinchable y disponerse a navegar por encima de la gente tan lejos como le fuera posible. Su viaje de ida y vuelta hasta la mesa de sonido, comiéndose alguna que otra bombilla por el camino, revolucionó definitivamente a un público que acabó entregado a su concierto y convirtió en un éxito incontestable el wall of death que se les pidió hacer durante el tema que cerró esta corta decarga.
No es que después de verlos sus canciones pasen a decirme especialmente nada más que antes, al contrario, y musicalmente me siguieron pareciendo una banda bastante poco original, pero sin duda les valoro que se curraran un concierto dinámico y divertido y que intentaran tener una puesta en escena algo diferente de lo habitual. Entretuvieron a la gente y cumplieron a la perfección con su cometido de empezar a calentar una noche que acabaría alcanzando temperaturas realmente abrasadoras.
Setlist In Hearts Wake:
Overthrow
Breakaway
Healer
Departure (Death)
Warcry
Earthwalker
Refuge
Whitechapel
Aunque tal y como comento más arriba nunca he sido capaz de conectar con la música de Whitechapel, siempre había asumido que los americanos eran una banda bastante más puntera dentro de la escena metalcore / deathcore de lo que parecía indicar su tercera posición en el cartel de hoy. Quizás su fuerza principal está en Estados Unidos y en el viejo continente aún les toca picar mucha piedra, o quizás es que el line up de esta gira es tan verdaderamente impresionante que no les queda otro remedio que conformarse con ser terceras espadas, pero el hecho es que una banda de su teórica entidad tuvo que ver limitado su protagonismo sobre el escenario a unos nimios 35 minutos.
Sin desmerecer para nada su calidad como músicos, y aunque fueron una tralla continua, sonaron muy compactos y su concierto careció de fisuras técnicas, los americanos siguieron sin ser capaces de engancharme y, para un espectador casual como yo, su actuación fue bastante menos entretenida que la que nos acababan de ofrecer In Hearts Wake. Por si fuera poco, el fracaso al que estaba condenada nuestra historia de amor se acentuó al comprobar que mi trabajo como fotógrafo mediocre se iba a ver seriamente obstaculizado por unas luces poco menos que infernales.
Pero bueno, la posición de comentarista que me otorga escribir esto no me dá ni más ni menos autoridad sobre el concierto, y solo hacía falta echar un vistazo alrededor para darme cuenta de que me encontraba en absoluta minoría y que el público que prácticamente ya llenaba la sala estaba viviendo su descarga con una entrega total y una pasión indudable hacia sus canciones. En su música no hay lugar para descansos, coros ni voces melódicas, y a pesar de la indiferencia que causaron en mí, dejaron claro que son una de las bandas de deathcore que más lo petan. Y aunque el deathcore no acabe de ser lo mío, no tengo duda de que se lo merecen.
Setlist Whitechapel:
I, Dementia
Faces
Elitist Ones
Let Me Burn
Mark of the Blade
Our Endless War
The Saw is the Law
This is Exile
August Burns Red
A lo que había venido hoy aquí era a ver a August Burns Red y a Heaven Shall Burn, con lo que las dos bandas teloneras no habían sido más que un par de aperitivos más o menos entretenidos (me sentí un poco como aquellos espectadores ocasionales de los que me quejo en muchos conciertos, pero hey, no es que no lo haya intentado). Dentro de que el metalcore como género no es un estilo que acabe de disfrutar en toda su extensión (y teniendo en cuenta que Heaven Shall Burn para mí no son metalcore), August Burns Red es una banda que llevo siguiendo desde hace muchos años. Los americanos no son demasiado habituales de nuestras salas, y cuando han venido lo han hecho teloneando a bandas que no me interesaban para nada, así que hacía tiempo que tenía una cuenta pendiente con ellos y muchas ganas de, por fin, poder hincarle el diente a su directo.
Una de las consecuencias de estar ante un cartel tan atractivo es que, a parte de llenarse la sala, también se llenó el foso de los fotógrafos: unos dos cientos mil compañeros se embutieron en primera fila para intentar capturar como el carismático vocalista Jake Luhrs y los suyos (con otra nueva reencarnación de Sergi Roberto entre ellos) saltaban al escenario dispuestos a comerse el mundo. A pesar de que su sonido no fue el mejor (y de hecho Whitechapel, a mi juicio, sonaron bastante más compactos que ellos), su insistente gusto por la melodía y su exhuberancia técnica y compositiva atraparon sin demasiadas dificultades a todo el mundo (y también a mí).
Su repertorio se basó descaradamente en su último disco, el muy buen Phantom Anthem, del que interpretaron cinco temas que ocuparon la mitad de los 45 minutos que tenían reservados en la noche de hoy, dejando el tiempo restante para poco más que cuatro pinceladas de un catálogo previo del que yo, quizás, habría escogido otros temas. Empezaron al igual que el disco, con «King of Sorrow», y desde el primer momento la gente respondió con absoluta pasión, disfrutando de los temas de todas sus épocas.
Aunque a simple vista pueden parecer un puñado de niños buenos de los que van a misa (cosa que, por cierto, probablemente sea verdad), a la que se suben a las tablas su actitud cambia por completo. Jake es un nervio que no para de moverse constantemente, de bailar, de zapatear, de arengar a la gente, de jugar con el cable del micrófono y de tirarle lapos a los monitores (los técnicos debieron acabar contentos), mientras que Brent Rambler y, sobretodo, JB Brubaker, se entretienen haciéndose nudos en los dedos al interpretar, uno tras otro, los espectaculares y frenéticos riffs ultra melódicos que tan bien caracterizan el particular metalcore progresivo que practica esta banda.
Algunos de los momentos que destacaría llegaron de la mano de «The Frost», un tema que me recuerda a sus irresistibles rendiciones navideñas, la ultra melódica y pegadiza «Float» o la brutal «Composure», perteneciente a su gran clásico Messengers. Antes del wall of death que iba a dar paso a «Ghosts», dos tíos abrazándose en el hueco que quedaba entre las amenazadoras paredes rivales ofreció una de las imágenes más bonitas del concierto, y a pesar de que lo petaron del primer al último minuto la locura se acabó de desatar cuando se lanzaron a interpretar la final «White Washed», un tema que no incluyo entre sus mejores (ni tan siquiera entre los mejores de Constellations, mi disco favorito) pero que, vista la respuesta que generó, seguro que es uno de los grandes éxitos de la carrera de la banda.
Aunque hay momentos en que parecen sentir la tentación de seguir ese camino más que transitado por cientos de bandas de metalcore, August Burns Red siguen destacando entre las masas e intentando ser una de las formaciones más valientes y originales dentro del estilo. Es una pena que el sonido no fuera tan nítido como hubieran merecido y que muchas de sus intrincadas melodías no se pudieran apreciar del todo (seguro que su estilo no es particularmente fácil de sonorizar), pero su concierto allanó el camino para los cabezas de cartel y sirvió para que me sacara con notable esa espina que tenía clavada con ellos.
Setlist August Burns Red:
King of Sorrow
Empire
The Frost
Spirit Breaker
Ghosts
Invisible Enemy
Dangerous
Composure
Float
White Washed
Heaven Shall Burn
Aunque no niego que hasta ahora había disfrutado bastante de la velada, ya habéis visto que en todo momento he podido apuntar algun matiz que otro sin tener que rascar demasiado. Pero desde el primer momento en que Heaven Shall Burn se subieron al escenario, la cosa se desmadró sin reservas ni contemplaciones. Los alemanes ya me volvieron loco en mi único encuentro con ellos hasta ahora, en el Rock Fest de hace un par de años, y hoy confirmaron que son una banda que posee ese algo que los hace especiales y que te obliga a engorilarte sin tan siquiera darte cuenta de por donde te vienen las ostias. Este fenómeno no es algo tan habitual, y aunque voy a decenas de conciertos, este año solo recuerdo que algo así me haya ocurrido con The Haunted.
Igualmente, en mi breve carrera como fotógrafo mediocre tampoco ha habido tantos momentos en que meterse al foso se viva como una auténtica aventura, con la sensación de que entre el escenario y la gente estan pasando cosas y de que, de una forma u otra, tú estás formando parte de ellas. Es una sensación probablemente imposible de explicar, un chorro de adrenalina que recorre tu cuerpo mientras correteas de un lado para otro para captar la mejor instantánea posible y cruzas miradas de complicidad con aquellos (hoy, muchos) compañeros que sabes que están viviendo lo mismo que tú (y, por cierto, sacando mucho mejores fotos). No me considero ni muchísimo menos un fotógrafo vocacional, y muchas veces hago las fotos porque hay que hacerlas, pero días como el de hoy hacen que uno se motive realmente a lo bestia.
Y es que el tornado de energía que son capaces de generar Heaven Shall Burn encima de un escenario es sencillamente impresionante, y su habilidad por sintetizarlo en un puñetazo sónico de dimensiones bíblicas que te sacude todos tus cimientos es digno de ver y, sobretodo, de experimentar. Sus canciones son brutales sin dejar de ser melódicas y pegadizas, su ejecución es impecable e implacable y no paran de moverse de un lado para otro. Gran parte de responsabilidad en este resultado se le puede achacar a la figura de Marcus Bisschoff: sin la elegante camisa que empapó en su visita a Can Zam, el vocalista alemán quizás no tiene nada demasiado especial a simple vista, pero se te acaba por comer de un bocado y sin masticar gracias a su dinámica presencia y a su agresivo y violento vozarrón.
Unas luces y un sonido intachables ayudaron a que la mezcla de temas nuevos y viejos diera totalmente en el clavo, y después de empezar con todo y rebentar cabezas desde el primer segundo gracias a temarracos como la inicial «Downshifter» o pequeños clásicos como «The Weapon They Fear», «Land of the Upright Ones» o «Counterweight», llegó uno de los momentos más celebrados de la noche. La versión que hacen del «Black Tears» de Edge of Sanity se he convertido en todo un himno, y a pesar de ser un tema bastante más tranquilo y melódico que la metralla que tienen en la recámara, el público respondió sin reservas a la petición que Marcus les hizo de volverse especialmente locos.
Y es que el público, a estas alturas, ya estaba totalmente entregado y dispuesto a obedecer ciegamente cualquier instrucción que les llegara desde el escenario. En «Combat», por ejemplo, se creó un circle pit alrededor de la mesa de sonido (que fue un poco al trote cochinero, pero que tuvo muy buena aceptación), mientras que los dos temas que cerraron su set principal, «Voice of the Voiceless» y «Hunters Will be Hunted», recibieron ovaciones animalistas de todos los rincones de la sala (incluso de aquellos, presumiblemente, que se habían metido un entrecot sanguinolento entre pecho y espalda a la hora de comer). Pedazo de final, a todo esto: gente exhausta, sonrisas por dóquier y alguna que otra vértebra esparcida por el suelo.
Curiosamente, en una sala cuya temperatura ya había alcanzado el límite de fisión hacía un buen rato, los minutos que precedieron al bis se vivieron en un sorprendente silencio, únicamente interrumpido por alguna consigna política en favor de los políticos catalanes encarcelados. Cuando por los altavoces sonaron las notas de «Awoken», que como ya sabíamos iban a dar paso a «Endzeit», la más absoluta locura se instaló en la pista. Como si tuvieran la intención de encender la mecha de una revolución que ya está tardando, Heaven Shall Burn escupieron toda su rabia en este temazo absurdo que acabó con Marcus berreando entre la gente y con más de una cuerda vocal hecha trizas en ese apoteósico «We are the Final Resistance!». No descartéis que fueran las mías.
Llegábamos a la recta final, y después de presentar a las tres bandas teloneras interpretando un pequeño fragmento de la música de cada una, Marcus nos dio a escoger la canción que queríamos escuchar para bajar definitivamente el telón de este concierto. Las candidatas eran «Godiva», el tema que abre el brutal VETO (quizás mi disco favorito de su carrera, mirad qué os digo), o su conocida versión del clásico de los también alemanes Blind Guardian. Yo me desgañité por la primera, pero tenía claro que la segunda iba a ganar de calle. Curiosamente, no fue tan así, y ambas recibieron ovaciones parecidas. Ante ello, y no sé si dentro o fuera del guión, decidieron tocarlas ambas: la primera no sonó tan bien como en disco a psar de ser un temón, mientras que su hardcorizada rendición de un clásico del power metal como «Valhala» puso la sala patas arriba por última vez, con multitud de gente crowdsurfeando y todo el mundo alzando el puño al son de su archifamoso estribillo.
Poco más me queda por decir: Heaven Shall Burn me fliparon, demostrando de nuevo que son una de esas bandas que, aunque no te sepas su repertorio de pe a pa, es capaz de atraparte en un espiral de fuerza y energía brutal, escupiéndote y aplastándote contra la pared más cercana si no estás por la labor. Para mí, uno de mis conciertos del año y una banda que ha trascendido estilos, metiendo el hardcore metal, el death metal melódico y el metal alemán más industrial en una batidora y saliendónos con un batiburrillo genial. La se hoy era una noche que apuntaba muy alto, fué de menos a más y cumplió las expectativas, tanto mías como, sobretodo, de un público que se entregó en todo momento. Habíamos venirlo a quemar el cielo, el agosto, y lo que se nos pusiera por delante, y no hay duda de que así fue.
Setlist Heaven Shall Burn:
Downshifter
Bring the War Home
The Weapon They Fear
Land of the Upright Ones
Counterweight
Black Tears (versión de Edge of Sanity)
Corium
The Final March
Passage of the Crane
Combat
Voice of the Voiceless
Hunters Will Be Hunted
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Awoken
Endzeit
Godiva
Valhalla (versión de Blind Guardian)
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.