Yob. Lunes. Concierto. Frío. Uno es urbanita y cuando el termómetro baja de los 20ºC ya tiene frío, la gente rural no nos entienden, pero es así. Beto, como fotógrafo y Calde como redactor nos disponíamos a ver uno de los conciertos más esperados en el mundillo. YOB y los belgas Wiegedood. Curiosa combinación.
Wiegedood es una superbanda (hay componentes de Oathbreaker y Amenra) que practica una suerte de black metal atmosférico con toques punkarras, lo que en los inicios del movimiento se conocía como raw black, pero a mis las etiquetas, plin. La definición del trío, en mi humilde opinión, es un black punk atmosférico y con muy mala hostia, con escenografía fría. No usan bajo, cosa que aún recrudece más su sonido que es crudo y frío y a un volumen colosal (no necesariamente óptimo) donde las dos guitarras tienen el máximo protagonismo y la batería ejerce de base rítmica en solitario. Trabajazo de Wim Coopers (también batería de Oathbreaker) tras los parches.
Fueron desgranando su repertorio, cuatro temas, sin respiro y de forma apabullante, durante unos 30 minutos muy intensos ante una Sala Bóveda en tres cuartos de entrada. A mí me gustaron. Son muy contundentes y tienen un sonido más o menos reconocible en el género, cosa nada fácil. Si afinan futuros trabajos, pueden ser una banda muy a tener en cuenta. Y la cosa acabó con «Prowl» quizás la pieza más «diferente» con esos «gruñidos» de ultratumba finales que le añaden personalidad al tema. Bien. Prometen. A ver si a la próxima vienen como cabeza de cartel y se alargan un poco.
Y sin apenas descanso, y una naturalidad y sencillez pasmosas, subieron al escenario Mike Scheidt y sus secuaces (Travis Foster a la batería y Aaron Rieseberg al bajo), a hacer las pruebas de sonido de rigor. El retraso en la apertura de puertas y esos tests, me da a mí que fueron resultado de una llegada un poco precipitada al bolo… Pero vaya, nada grave. Cuatro acordes, cuatro golpes a los parches y tres notas de bajo fueron suficientes para calibrar el sonido en una Bóveda casi sold out. Una disposición en el escenario un tanto especial, no por la ubicación, si no porqué Scheidt y Rieseberg estaban cada uno a una punta del escenario pero sin mirar al público, estaban cara a cara de forma lateral al público. No sé, no me lo esperaba. Con una comunicación hacia el público tirando a escueta. Se pueden contar con los dedos de una mano las veces que Scheidt se dirigió al respetable, para saludar o agradecer su presencia.
A raíz de la salida de su último disco y toda la historia de superación de la enfermedad del alma mater del grupo (Mike Scheidt), Yob tienen cierta aura mística especial, secundada por un álbum de mucha calidad muy bien recibido en general Our Raw Heart (2018) donde los pasajes atmosféricos y más épicos, casi prog, tienen más protagonismo.
Yob, colosos del doom-sludge con pinceladas post metaleras empezaron abrieron su concierto de manera brutal con los dos temas que abren su nuevo LP, «Ablaze» y «The Screen» dos de los temas con pasajes más pesados y duros de todo el disco. Con un Mike Scheidt muy aplicado a la guitarra y la voz, con buena precisión y sin sobresaltos, acompañado por el buen hacer de sus compañeros de fechorías Travis Foster sin un golpe a destiempo y Aaron Rieseberg acompañando con gran maestría. Una base rítmica de lujo para una ejecución a la voz y guitarra extraordinarias.
Siguieron con «Ball of Molten Lead» de su álbum The Illusion of Motion (2004) y «The Lie that is Sin» del The Great Cessation (2009) que sintonizan con su vertiente más doom metalera y que realmente hizo que el público entrara en una especie de trance en el que solo veías cabezas moverse adelante y hacia atrás, en una especie de liturgia pagana para convocar a los Dioses de la madre tierra. Este primer tramo del concierto fue el más heavy y pesado de la noche. Donde Scheidt más destacó con sus loops de guitarra (la pedalera, con una docena de pedales diferentes que usaba, merecería un artículo aparte) para no perder la fuerza del riff rítmico. Fue la mejor parte del concierto.
Con «Our Raw Heart» abrió la parte más mística/transcedental del set en el que el respetable no perdió detalle, y en la que la banda se mostró más autocomplaciente, sin embargo no dejaron de entregarse al máximo ante los ojos de un público convencido de la noche que estaba viviendo, una auténtica descarga sónica desde lo más profundo del ser de Mike Scheidt. Porqué sí, querida lectora, Yob es el proyecto existencial de Mike y se nota. Cerrarían la actuación con una interpretación milimétrica de «Marrow» de su penúltimo plástico, Clearing the Path to Ascend (2014) en una noche mágica.
Y una vez acabado el concierto, Scheidt se quedaría un rato más a pie de escenario para dedicar un poco de tiempo a los fans y hacerse unos cuantos selfies, consciente de que esa noche fría en Barcelona había dado lo mejor de sí y nos había regalado un trance difícil de superar. Esperemos que la salud le respete y nos regale más noches como la del 29 de octubre de 2018.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.