No hay nadie que pueda negar que Alice Cooper es uno de los grandes clásicos del rock, sea o no hard, y que sus shows son dignos de ser disfrutados aunque su música no sea de tu preferida. Como Kiss. O como King Diamond. Así lo decíamos en la reseña de su último lanzamiento, Paranormal (2017), que dejó muy buenas sensaciones.
Hace tres ediciones del Rock Fest fue la gran estrella, por encima de otras como Aerosmith o Deep Purple, bandas (algunas) que quizá tienen más tirón. Pero es que a sus 70 años, el señor Vincent Damon Furnier sigue sabiendo muy bien qué hacer y cómo hacerlo. Desde rodeándose de unos músicos del copón, como la sobresaliente Nita Strauss, a diseñando unos shows visualmente espectaculares. Por algo está considerado el inventor del rock teatral. Las decapitaciones con guillotinas, camisas de fuerza y un elenco de clásicos (entre las que destacan “Poison” o “School’s Out”) aseguran un show tremendo.
La gira Ol’ Black Eyes is Back promote ser una de las más exitosas de la segunda mitad de 2019, y una fecha a marcar en rojo para cualquier amante de la música- Y digo de la música, ya que si siempre he defendido que un concierto de, yo que sé, Madonna tiene que ser un espectáculo digno, lo del viejo Alice va a la par. La pregunta (que creo que tiene respuesta) es si llevará, además de a sus músicos habituales, al elenco de colaboraciones de su último lanzamiento, con gente de ZZ Top, U2 o Deep Purple.
Los también americanos Black Stone Cherry serán los encargados de caldear el ambiente con su hard rock sureño.
Más de 40 años de rock se dan cita en día 8 de septiembre en el Sant Jordi Club. ¡Allí estaremos!
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.